Borrar
Patricia Highsmith. :: sur
DEL HÉROE DE IDA A LA  ESCRITORA DE VUELTA

DEL HÉROE DE IDA A LA ESCRITORA DE VUELTA

MARÍA TERESA LEZCANO

Domingo, 4 de febrero 2018, 00:57

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Tal día como hoy nacia Charles Lindbergh, que veinticinco años más tarde sería el primer piloto en cruzar el Atlántico de oeste a este, y moría Patricia Highsmith, quien nunca le perdonó a su madre que pretendiera abortarla fetal y fatalmente a sucesivos tragos de aguarrás.

El cuatro de febrero de mil novecientos dos nacía en la estadounidense Detroit Charles Augustus Lindbergh, que veinticinco años más tarde sería el primer piloto en cruzar el océano Atlántico de oeste a este, uniendo así los continentes americano y europeo en un vuelo en solitario y sin escalas que le reportaría los veinticinco mil dólares del premio Orteig y cuyo correspondiente relato escrito por él mismo bajo el título de Spirit Of St. Louis -que no era otro que el nombre de su monoplano Ryan M2 modificado y sin frenos- le valdría asimismo el premio Pulitzer de Literatura y la empalagosa efervescencia de unos fans que se disputaban los huesos de pollo que habían roído sus dientes heroicos y las camisas ahítas de su planeadora transpiración. Ya reconvertido en asesor de aerolíneas comerciales, Lindbergh tuvo que enfrentarse al secuestro y al posterior asesinato de su hijo de veinte meses, y el dolor le nubló de tal modo el juicio que se volvió nazi, o quizá era ya nazi y no se había percatado del detalle. El caso fue que sus manifiestos prohitlerianos desencadenaron su expulsión de todos los cargos que ostentaba a la vez que los exfans dejaban de robarle trofeos oseogallináceos y camisas sudadas y, ya sin empleo y en pleno apogeo guerrero segundomundialesco, se dijo y les dijo a todos, tan tan antisemita y eugenista no soy, y se fue a combatir a los nazis para redimirse ante la opinión pública universal, evolucionando de ese modo de aclamado héroe nacional a nazi denostado y de nazi denostado a héroe nacional again aunque sólo semi aclamado por si las moscas germanoremanentes, y reservándose 'by the way' un cráter lunar en el paseo de la fama selénico, al que accedió cuando un linfoma le dejó el sistema inmunitario como un queso de Gruyère o de Steinbusher, dependiendo de si las lindberghianas células contaminadas eran anti o pro führer. Bon appétit o guter gewinn.

Noventa y tres años después del nacimiento detroitino de Lindbergh, moría en la suiza Locarno Mary Patricia Plangman, más conocida por su segundo nombre y por el apellido artístico-padrastresco de Highsmith. Mary Patricia vio la luz en la tejana y lejana Fort Worth, a pesar del empeño de su madre en abortarla bebiendo aguarrás, cuya incolora y volátil ingesta no pareció siquiera incomodar al embrión pero en cambio le dejó a la bebedora la voz de Darth Vader en sus días de mayor irritabilidad. Superviviente por tanto del maremoto de trementina, Patricia nunca le perdonó a su madre que pretendiera disolverla fetal y fatalmente como a una pintura cualquiera y, ya convertida en escritora, la hacía apuñalar simbólica y literariamente por el hijo novelado de The Terrapin y acto seguido, a la vez que madre e hija se daban de hostias nada metafóricas un día sí y otro también para mantener la convivencia animada, Mary Patricia se ponía a destilar sobre el papel un pesimismo misantrópico y antiamericano, mientras iba sembrando sus novelas de psicópatas, deprimidos profundos y seres marginales de todas las gamas del espectro de siniestralidad, y se iba metamorfoseando en uno de ellos a tragos cada vez más frecuentes y más ávidos de vodka ocasionalmente acompañados por una nuez de mantequilla de cacahuete para encubrir su anorexia alcohólica. Su hijo literario más célebre es el fascinante, amoral y frío Tom Ripley, cinco veces novelado y siete cinematográficamente encarnado por actores como Alain Delon, Dennis Hopper, John Malkovich o Matt Damon. Maestra de la ambigüedad literaria y empírica, Highsmith solía decir que prefería las mujeres a los hombres y los gatos a las mujeres, y que sólo se acostaba ocasionalmente con varones por un interés casi forense, y en su casa neutralmente suiza cuyos inviernos sólo se asoleaban un par de horas al día se fue muriendo paulatinamente de tristeza antes de que la rematara una anemia aplásica confabulada con un cáncer expansivo y apresurado. Como ella misma dijo mientras alzaba su copa durante el año nuevo de 1947: «Brindo por todos los demonios, por las lujurias, pasiones, avaricias, envidias, amores, odios, extraños deseos, enemigos reales e irreales, por el ejército de recuerdos contra el que lucho: que nunca me den descanso». Hay que tener cuidado con lo que se desea, Mrs. Highsmith.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios