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Woolsey, nacida en Carolina del Sur, vivió y murió en Málaga. SUR
Gamel Woolsey, la poeta en llamas

Gamel Woolsey, la poeta en llamas

Medio siglo después de su muerte, Málaga mantiene una deuda con la escritora estadounidense que narró el horror de la Guerra Civil antes de quedar injustamente relegada a su condición de pareja de Gerald Brenan

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Domingo, 20 de mayo 2018, 00:28

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Sobre su tumba en el Cementerio Inglés de Málaga, como un consejo póstumo, mandó escribir un verso de Shakespeare: «No temas más al sol abrasador». Gamel Woolsey nunca fue una mujer convencional. Tampoco miedosa. Esquivó las imposiciones sociales y religiosas de la primera mitad del siglo pasado para construir una mirada propia, una perspectiva poética y libérrima desde la que generó una producción literaria breve pero poderosa. Superó una infancia marcada por la muerte de su padre y la tuberculosis, coqueteó con el cine durante su juventud, exploró la sexualidad en relaciones tóxicas como un mal trago y por momentos se vio superada por su afición a la bebida, pero sobre todo Woolsey se destapó como una extraordinaria cronista de la Guerra Civil española en 'Málaga en llamas'. Como en muchos otros casos, nada de eso bastó para amortiguar el golpe machista de la historia, el ajuste de cuentas patriarcal que la acabó reduciendo a su condición de pareja de Gerald Brenan.

Desde su casona en Churriana, Woolsey y Brenan fueron testigos del estallido de la guerra. Lo que empezó pareciendo la mañana más hermosa de aquel verano («Ni rebuscando en el hondo cajón del tiempo se podría haber encontrado un día más bonito») terminó convirtiéndose en el preludio del terror. La escritora estadounidense, nacida en 1895, no abordó el conflicto desde grandes cifras ni trincheras ideológicas; se dedicó a relatar el aniquilamiento de la vida cotidiana, los efectos de los bombardeos entre sus vecinos, arrastrados por una incomprensible espiral de sangre y venganza.

Con una tremenda capacidad para advertir los detalles, Woolsey convirtió a gente corriente en protagonistas de aquel espanto. A Enrique, el jardinero, que cultivaba con exceso frutas y verduras para repartir la cosecha sobrante entre las familias sin huerto. A María, la cocinera y ama de llaves, que gruñía porque los salmonetes costaban ocho duros por kilo. A los jóvenes que, sin tiempo para entender nada, fueron enviados al frente. Al panadero que tuvo que esconderse y acabó cosido a tiros. A los trabajadores de la fábrica de acero, que antes del comienzo de la guerra habían convocado una huelga para reclamar quince pesetas diarias. Dio voz a quienes estaban condenados a no tenerla. «Individualizó el dolor, el miedo, el hambre y la tragedia», resume la escritora Rosa Regàs en el prólogo del libro.

No abordó la guerra desde trincheras o cifras; narró el aniquilamiento de la vida cotidiana.

'Málaga en llamas' no fue el título original elegido por Woolsey, que había optado por 'Death's other kingdom', traducido como «El otro reino de la muerte», un verso extraído del poema 'Hombres huecos', de T. S. Eliot («Aquellos que han cruzado, / con los ojos fijos, al otro reino de la muerte / nos recuerdan, si acaso, / no como almas perdidas y violentas / sino tan solo como hombres huecos»). La primera edición del libro, escrito en inglés, fue publicada a finales de 1939, cuando la autora tenía 44 años. Enseguida fue descatalogado al coincidir con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, que acaparó el interés general. Zalin Grant, un escritor estadounidense reconocido por su relato de otro conflicto, el de Vietnam, quedó fascinado por el libro de Woolsey y lo reeditó bajo otro título: 'Málaga burning'.

En España, la crónica de Woolsey no encontró editorial hasta 1998, cuando Temas de Hoy lanzó una versión traducida que, en la portada, apelaba a su matrimonio con Brenan como reclamo comercial: «El testimonio emotivo sobre la Guerra Civil de la mujer que compartió su vida con Gerald Brenan». Paradójicamente, Woolsey siempre se había empeñado en trascender más allá de sus compañeros, aunque el universo masculino del que se rodeó resulta clave para comprender su obra y su carácter. Tras abandonar Charleston, en Carolina del Sur, probó suerte como actriz en los escenarios de Nueva York y conoció al escritor y filósofo inglés John Cowper Powys, que la invitó a Londres. Allí inició una apasionada relación con el hermano de John, Llewelyn, un hombre casado con quien mantuvo una aventura arrolladora repleta de frustraciones que la perseguirían incluso después de su unión con Brenan.

Hemingway (en el centro) visitó a Brenan y Woolsey en su residencia de Churriana. Pintada por Gertrude Mary Powys. Publicó novelas y libros de poemas, además de 'Málaga en llamas'. SUR
Imagen principal - Hemingway (en el centro) visitó a Brenan y Woolsey en su residencia de Churriana. Pintada por Gertrude Mary Powys. Publicó novelas y libros de poemas, además de 'Málaga en llamas'.
Imagen secundaria 1 - Hemingway (en el centro) visitó a Brenan y Woolsey en su residencia de Churriana. Pintada por Gertrude Mary Powys. Publicó novelas y libros de poemas, además de 'Málaga en llamas'.
Imagen secundaria 2 - Hemingway (en el centro) visitó a Brenan y Woolsey en su residencia de Churriana. Pintada por Gertrude Mary Powys. Publicó novelas y libros de poemas, además de 'Málaga en llamas'.

Cuando Gerald y Gamel se conocieron, ambos arrastraban sus propios fantasmas. Brenan acababa de salir de una maraña amorosa de la que también participaban la pintora Dora Carrington y otros miembros del grupo de Bloomsbury. Sobre Woolsey aún gravitaba la figura de Llewelyn. Se casaron en abril de 1931 en Roma, embarcándose en un matrimonio «basado en la amistad, el afecto y la mutua admiración», en palabras de Regàs. En 'Málaga en llamas', Woolsey narra cómo Brenan «apenas podía soportar la muerte que nos rodeaba». La pareja acabó marchándose, aunque siempre mantuvo sus lazos con España: «Intentamos olvidar la guerra, pero todo el tiempo permanecía, pesada y dolorosa, en el fondo de nuestros pensamientos». Poco después, en 1943, Brenan publicaría 'El laberinto español'.

El rechazo de Eliot

Ante todo, Woolsey era poeta. Esa visión lírica del mundo resulta perceptible también en su prosa. Intentó que su obra, donde reivindica la sexualidad femenina y critica la falta de libertad que asfixiaba a las mujeres de su época, fuera publicada por su admirado T. S. Eliot, que rechazó esta posibilidad. La negativa supuso un zarpazo que la condujo a una espiral de apatía, como explica el editor Carlos Pranger, albacea del legado de Brenan: «Tenía un temperamento muy melancólico y el desdén de Eliot no la ayudó, aunque acabó publicando sus poemas con otras editoriales». Su delicado estado de salud, agravado por el alcohol, la obligaba a permanecer largas temporadas en la cama. Dedicó la mayor parte de su tiempo a pasar a máquina y editar los manuscritos de Brenan, de quien nunca se separó pese al carrusel de infidelidades que sobrevoló su relación. «Tenían personalidades marcadas y excéntricas. Él era muy vital y ella arrastraba un aire más nostálgico y poético, pero se compenetraban muy bien como pareja», explica Pranger.

Woolsey escribió seis libros de poemas que nunca han sido publicados en España pese a que algunos de ellos hacen referencia a su estancia en Málaga. En 'Alba' rinde homenaje a Churriana: «Te envolvería / y te llevaría conmigo. (...) / A salvo en mi bolsillo / la luz intensa / y los cielos amplios». Su obra está trufada de anécdotas sobre su paso por Andalucía, donde llevaron una vida acomodada, con varias personas a su servicio. Recibían la visita de colegas como Ernest Hemingway, Virginia Woolf o E. E. Cummings y tenían una intensa agenda social. A menudo se desplazaban hasta Torremolinos, donde había una fecunda colonia de ingleses. También lo hicieron en plena guerra para entrevistarse con un periodista inglés, pese a las advertencias de su ama de llaves: «Estarían ustedes mucho mejor en el jardín de su casa, y no en la carretera, para que les pegue un tiro uno de esos jóvenes maleducados».

Alba

Churriana,

te envolvería

y te llevaría conmigo -

como ese cuadro del Greco:

Toledo bajo sol y tormenta -

A salvo en mi bolsillo

la luz intensa

y los cielos amplios.

(Poema inédito en España, publicado en inglés en el libro 'The last leaf falls' por la editorial Warren House de manera póstuma en 1978)

Ni siquiera en las circunstancias más adversas perdieron su vocación hedonista, como relata Woolsey: «Por fin vimos Torremolinos, pequeña y blanca al borde del mar. Exhaustos por el calor, nos sentamos a la sombra de un olivo y preparamos nuestra comida. Era una auténtica merienda española: tortilla de patatas, un poco de queso de cabra, media barra de pan, uvas de moscatel tempraneras y una botellita de vino blanco (...) Pero, de repente, oímos a lo lejos una ráfaga de disparos procedentes del interior, y a nuestra izquierda el humo ominoso de Málaga en llamas seguía adentrándose en el mar». Su perspectiva como extranjeros adinerados en España, que por momentos trufa la narración de cierto aire condescendiente, le permite relatar con distancia episodios como el bombardeo en calle Larios («la calle comercial más importante de Málaga, también humeante y llena de escombros») y describir con ironía a algunos personajes como Queipo de Llano: «Sentíamos por él una tremenda fascinación, nos parecía irresistible. Era como el tirano de un antiguo melodrama; podría despedazar a un gato, como decía Shakespeare. Pero desgraciadamente era real».

Ya de vuelta en Málaga, Woolsey murió por un cáncer en 1968. Los diarios de Brenan revelan que sus últimos días estuvieron marcados por fuertes dolores; el médico, temeroso de ser acusado de eutanasia, no autorizaba que la sedaran. Medio siglo después de su fallecimiento, su obra aún pide a gritos ser rescatada.

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