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David Lynch, elegido de Juan Francisco Ferré
¿Qué director quiero que adapte mi novela?

¿Qué director quiero que adapte mi novela?

De David Lynch a Jonás Trueba. Diez escritores malagueños con estilos e inquietudes distintas revelan qué cineasta prefieren para llevar a la gran pantalla su mundo creativo

MIGUEL ÁNGEL OESTE

Domingo, 30 de abril 2017, 01:14

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Preguntamos a diez escritores de diferentes estilos a los que une solo su lugar de nacimiento, Málaga, o su vinculación a la ciudad, ¿qué director de cine le gustaría que adaptase sus ficciones? Alguno de ellos confiesa que nunca ha pensado en la pregunta. Otros en cambio afirman abiertamente que sí, que más de una vez han pensado en uno u otro cineasta para adaptar su creación, incluso alguno de sus poemas, como Isabel Bono, la ganadora del último Premio Café de Gijón por la novela Una casa en Bleturge. O José Antonio Garriga Vela, que confiesa que lo que imaginó un día parece que se convertirá en realidad, pues Xavi Puebla trabaja en la adaptación de su novela Muntaner 38.

Hay escritores que ya conocen el trasvase de lo literario a lo cinematográfico: Antonio Soler escribió el guión de su novela El camino de los ingleses, que dirigió Antonio Banderas. De Juan Madrid se han llevado varias novelas al cine, la más famosa Días contados de Imanol Uribe. En un mundo predominantemente audiovisual cuesta creer que un escritor no fantasee con la idea de ver su historia en imágenes. Y eso que el cine, en palabras del crítico Kent Jones, está en la actualidad en una posición discreta dentro del estatus cultural.

La mayoría de los autores se inclina por cineastas contemporáneos para emprender el desafío de llevar sus ficciones a la gran pantalla. Al igual que la diferente concepción de estilos y mundos creativos de los escritores convocados, la selección de los directores también está marcada por la pluralidad. Este es el rasgo más significativo. Junto a la constatación de que solo se citen a dos cineastas clásicos -Michael Curtiz y Billy Wilder-, puesto que Stanley Kubrick claramente es un cineasta de la modernidad aunque sus primeras películas se insertan en el sistema de estudios. Así, apenas hay rasgos comunes entre unas y otras elecciones. A partir de ellas se rastrean los gustos de los escritores, el cine que les interesa, la manera de ver y sentir dos expresiones distintas que dialogan entre sí.

A la vez, se verifica o se prueba algo por todos conocidos: la educación sentimental-audiovisual de la mayoría es norteamericana. Incluso los que no son nacidos en Norteamérica como Nicholas Winding Refn (Drive) ya desarrollan su carrera allí. No nos engañemos: es la formación que hemos tenido. Por otro lado, la mitad de ellos -Aranda, Bono, Muñoz Rengel, Puche y Garriga Vela- optan por directores españoles. Pero en todos los casos, excepto en el último, como opción secundaria, como el caso de Aranda, que en su nueva novela, La distancia, que saldrá en octubre en Malpaso, le gustaría que la adaptase los hermanos Coen. Al margen de modelos y gustos y decisiones estilísticas y narrativas, de fidelidades al original, lo que apunta Antonio Soler es a lo que debería reducirse esta cuestión, que no es otra que ver la película como una manifestación independiente, adapte o no un libro.

Pablo Aranda

Como en sus novelas protagonizadas por personas corrientes a los que de repente la realidad los aborda con su carga dramática, pero sin renunciar a su dosis de humor, el estupendo escritor de Ucrania o El protegido, opta por elecciones dispares, excepto que los Coen o Wes Anderson o Amodeo son cineastas con personalidad.

Su respuesta: «Para La distancia, la novela que publicaré en octubre, no elijo un director sino dos, pero que son el mismo: los hermanos Coen. Me parecen unos genios construyendo historias. Me encanta de ellos la mezcla de géneros, el humor, la capacidad para convertir detalles aparentemente insignificantes en importantísimos, los giros surrealistas, los absurdos e inteligentes diálogos. Creo que podrían aportar frescura a esta novela. Para la novela que estoy escribiendo ahora elegiría a Wes Anderson. Hay personajes solitarios y situaciones divertidas, episodios grotescos y ternura. Wes Anderson podría unir todo esto de manera magistral y añadir color. Tampoco me importaría que llevaran alguna de mis novelas al cine Santi Amodeo, César Martínez Herrada o Álvaro Begines».

Isabel Bono

La delicadeza, intimidad y sensibilidad de la poeta y escritora se manifiesta en esta suerte de elección múltiple, de cineastas que observan la realidad y sus detalles creando con ellos una poética propia.

Su respuesta: «Mentiría si dijera que jamás he pensado en que alguno de mis poemas pudiera pasar a la gran pantalla. Mientras escribía Una casa en Bleturge, tenía presentes a Askildsen y a Stamm. También a Kaurismaki. A veces aparecían imágenes de Ozu, ese deslizarse por las cosas, y me atravesaba los pulmones el Woody Allen de Interiores, de Septiembre. Sin embargo (sorpresa sorpresa), me preguntan quién me gustaría que rodara Bleturge, y respondo sin dudarlo: Ettore Scola o Nanni Moretti. Hay escritores que necesitan ponerles cara a sus personajes y recortan fotos de revistas antes de sentarse a escribir. A mí me han venido ahora. ¿Os acordáis de Max von Sydow en Hannah y sus hermanas? Es Él. Ella me cuesta más. Quizá la Jessica Lange de Big Fish. Ahora que lo pienso, también molaría Sam Shepard como director. Menuda joya Norte lejano, menuda familia aquella (sin hombres). ¿Qué ha sido de ellos, Kate?, ¿dónde están?, se preguntaba la maravillosa Ann Wedgeworth. Elegir un director español es fácil: Jonás Trueba. Ese iluso sin remedio, esa sensibilidad para filmar camas deshechas y poner puntos suspensivos en todo lo que dice, sería perfecto. Esto... Jonás, ¿me llamas?, ¿te llamo?».

Emilio Calderón

El placer de la narración invisible se denota en este artesano del Hollywood Clásico que filmaba cualquier género.

Su respuesta: «Me decantaría por Michael Curtiz para filmar mi novela El judío de Shanghái. La novela tiene ciertos paralelismos con la Casablanca filmada por Curtiz. Shanghái, como Casablanca, eran ciudades internacionales, cosmopolitas, con personajes singulares que van y vienen con el trasfondo de la II Guerra Mundial de fondo. Curtiz es, además, un maestro de los planos medios y de los primeros planos, ideales para definir el carácter de los personajes».

Juan Francisco Ferré

Una suerte de directores posmodernos que sienten y llevan el cine a lo que es o debería ser: una manifestación artística mediante un festín estético en las elecciones visuales.

Su respuesta: «Por desgracia, ningún director individual podría adaptar en solitario ninguna de mis novelas, con la única excepción de Stanley Kubrick en caso de que siguiera vivo. Dependiendo de qué novela se trate, según sus características especiales y estética narrativa, mis preferencias como director de una posible adaptación serían estas: Providence: Brian de Palma & David Lynch (la vida americana pasada por el filtro de la fantasía, la violencia y el onirismo) + Paul Thomas Anderson & David O. Russell (el delirio americano) + David Cronenberg (la tecnología, el tratamiento del cuerpo y el sexo) + Lars Von Trier & Nicholas Winding Refn (el estilo audiovisual de las imágenes). Karvanal: Luis Buñuel y Billy Wilder, en caso de seguir vivos, como no es así, Lars Von Trier & Nicholas Winding Refn (el estilo audiovisual de las imágenes) + Peter Greenaway (la representación teatralizada y el formalismo de la narración) + Todd Haynes (la parte de falso documental). El rey del juego: Nicholas Winding Refn (el estilo audiovisual de las imágenes) + Brian de Palma & Quentin Tarantino (la estilización de la violencia y los diálogos)».

Esther García Llovet

El lenguaje crudo e intenso de esta escritora fascinante poco tiene que ver con el del cineasta que elige, pero quizá ahí se encuentra el magma que arrastra su elección.

Su respuesta: «Si alguna vez tuviera que salvar a alguien de una isla en llamas, con un volcán en erupción y pilotando un helicóptero, sería a Paul Thomas Anderson. No sólo ha escrito y dirigido tres de mis películas preferidas: Boogie Nights, The Master y Magnolia, sinoque además dirige a tres de mis actores preferidos: John C. Reilly, William H. Macy y Philip Seymour Hoffman, por quien también hubiera volado a la isla y sin gasóleo en el helicóptero. Creo que no hay nada más americano que Paul Thomas Anderson. Creo que no hay nada más americano que derribar un héroe, que me parece el tema primario de su cine. Idolatría y derrumbe. Religión rara. Mito y corrupción. Y un realismo que roza la pesadilla sin acercarse a lo onírico, algo siempre que te dice que no es del todo real lo que ahí ocurre. Si pudiera escoger, le daría una versión de Kilómetro 9, uno de los relatos de Coda, pero pasado por Los Ángeles, en los años 70, con los mismos horizontes bajos y americanos que probablemente es lo único que compartimos».

José Antonio Garriga Vela

Escritor y cineasta se conocían por sus obras. Después se conocieron ejerciendo de jurados en el Festival de Málaga. Desde entonces su conexión no ha dejado de crecer.

Su respuesta: «Un día pensé que sería maravilloso que el director de cine Xavi Puebla adaptara mi novela Muntaner, 38. Había visto sus películas A puerta fría, Bienvenido a Farewell-Gutmann y Cartas desde la locura, y enseguida descubrí que existía complicidad entre ambos, esa afinidad que a veces encuentras en la obra de alguien que apenas conoces. Lo que no podía imaginar era que el sueño se cumpliera como realmente ocurrió. Un fin de semana, recibí una llamada suya para decirme que le gustaría adaptar la película de Muntaner y me faltó tiempo para responder que a mí también me encantaría. Me dijo si quería escribir el guión, pero preferí no hacerlo. Nos reunimos varias veces en Málaga y Barcelona para hablar de detalles y contarle anécdotas que pudieran ayudarle a la hora de escribir el guión. Hasta que un día lo acabó. Me emocionó leer el guión de Muntaner, 38, me fascinó. Ahora únicamente falta encontrar alguien que apueste fuerte. Aparte de la película, entre Xavi y yo también hay sintonía como espectadores. Nos atrae el mismo cine. Y cuando voy a Barcelona nos encontramos en Castelló, el templo sagrado del cine, la tienda donde compramos películas y más películas para ver en casa mientras esperamos que salga la nuestra».

Juan Madrid

Un deseo. Un cineasta que sienta pasión por las letras. Su respuesta: «De mi obra existen tres versiones cinematográficas, la de Imanol Uribe, Días contados; la de la novela Nada que hacer, que se llamó Al acecho, del director y productor Gerardo Herrero; y la de un director mejicano que llevó a la pantalla mi libro Crónica del Madrid oscuro. Espero que la siguiente sea, al menos, como ellas. De mi última novela, Perros que duermen, que sale en mayo, me gustaría que lo intentara alguien que le guste la literatura».

Juan Jacinto Muñoz Rengel

La desbordante fantasía de Muñoz Rengel se inclina por el arte de Kubrick o por alguien más cercano como el siempre inquieto Vigalondo.

Su respuesta: «Sin lugar a dudas, si pudiera elegir sin restricciones mi director ideal, despertaría de entre los muertos a Stanley Kubrick, porque nunca hacía dos películas iguales y porque era capaz de elevar al grado de obra maestra cualquier género, saltando de lo histórico a la ciencia ficción, de lo erótico al puro terror. En general, me interesan los directores de visión distorsionante: David Cronenberg, Spike Jonze, Christopher Nolan. En España, creo que todavía no hemos valorado en toda su dimensión a Nacho Vigalondo, que reinventa el género con cada nueva entrega. Algún día comprenderemos que no había en nuestro país nadie tan ambicioso, que se atreve en sus inicios con una historia de paradojas temporales (Los cronocrímenes) y la convierte en una obra de culto, capaz de contar una invasión espacial sin extraterrestres y acabar hablándonos de otra docena de cosas distintas (Extraterrestre), o que no renuncia a la experimentación formal más arriesgada (Open Windows). Eso es lo que entiendo por aspirar a hacer algo de valor».

Javier Puche

Este narrador de piezas breves se queda en Málaga en las elecciones de sus directores. Su respuesta: «Mis dos libros publicados hasta la fecha, Seísmos y Fuerza menor, están compuestos por piezas de ficción hiperbreve, narraciones mínimas que buscan conmocionar al lector en poco tiempo, con la inmediatez de un puñetazo en la mandíbula. Llevadas al cine, podrían convertirse fácilmente en cortometrajes. Y como uno de los cortometrajes que más me ha deslumbrado en los últimos tiempos ha sido Casa Paco de Ignacio Nacho, elegiría a este contundente director para adaptar mis piezas. Otra opción, si miro hacia las nuevas generaciones de cineastas, serían los artífices del cortometraje Ritmosis. Me refiero a Adrián Ramos y Oriol Segarra, adorables componentes de Cretino Films, malagueños también».

Antonio Soler

Uno de los cineastas más influyentes, oscuros y atractivos de este arte es la opción del escritor de Apóstoles y asesinos. Un cineasta que sumerge al espectador en cada película en una extrañeza sugestiva.

Su respuesta: «La verdad es que nunca había pensado nada de eso, al pronto, se me ocurre el nombre de David Lynch, y por varias razones. La primera y fundamental por ver una nueva película suya. Creo que su mundo creativo y el mío están bastante alejados pero hay algunas vías subterráneas que los podrían conectar, por ejemplo la violencia latente y el desasosiego en que se desenvuelven algunos personajes de ambos mundos. Siempre he confiado en las adaptaciones libres, y en ese caso la suya sería libérrima, tal vez con una relación esquinada con el punto de partida, con la historia original. En definitiva, estaríamos ante un nuevo acto creativo, que es lo que debe ser una película, se base en un libro o no».

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