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Denzel Washington. :: sur
«Ni el color de la  piel ni la cultura racista han podido detenerme»

«Ni el color de la piel ni la cultura racista han podido detenerme»

Logra su séptima candidatura a los Oscar con 'Fences', un retrato de una familia negra en la América de la década de los cincuenta

MARÍA ESTÉVEZ

Jueves, 23 de febrero 2017, 01:03

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August Wilson escribió un ensayo en 1990 y aseguró entonces que solo un director negro podría adaptar al cine su premiada obra 'Fences'. Casi tres décadas después, Denzel Washington acepta el reto y ha llevado a la gran pantalla la película que ha conseguido cuatro candidaturas al Oscar: mejor película, mejor actriz secundaria (Viola Davis), mejor guión adaptado y mejor actor protagonista para el propio Washington. Con esta, son ya siete las nominaciones -la primera fue hace ya treinta años por 'Grita libertad'- y ha ganado dos estatuíllas -mejor actor secundario por 'Tiempos de gloria' y el de protagonista por 'Día de entrenamiento'-. 'Fences', que se estrena mañana en España, relata la historia de una familia afroamericana que sufre la marginación en 1950 en la ciudad de Pittsburgh.

¿Cuál es la gran diferencia de 'Fences' con otras películas sobre esa época de Estados Unidos? ¿Es la raza?

No es el color de la piel, es la cultura. Steven Spielberg hizo 'La lista de Schindler'. Martin Scorsese dirigió 'Uno de los nuestros'. Estoy seguro de que Spielberg hubiera podido realizar 'Uno de los nuestros', pero no hubiera sido lo mismo. Somos cineastas que pertenecemos a culturas distintas, que entendemos el contenido de lo que representamos en pantalla. Scorsese hubiera hecho un gran trabajo con 'La lista de Schindler', pero la diferencia cultura habría marcado la historia. Por estas razones no es un tema de color de piel, es una diferencia cultural.

¿Cree que es más fácil ahora encontrar personajes para actores afroamericanos en Hollywood?

Es mucho mejor ahora que cuando yo empecé. Entonces no existían personajes como el de 'Fences' para nosotros. Llevo jugando este juego desde hace cuarenta años y no se parece en nada a mis primeros años en la industria. Antes, a lo máximo que podía aspirar era a hacer teatro el resto de mi vida, una frase aquí o allá en una película, y jamás convertirme en una estrella. Hago muchas bromas al respecto pero debo reconocer que jamás me conformé. Tengo demasiado ego como para quedarme viendo mi nombre en la parte final de los créditos. Siempre he querido triunfar y ni mi color de piel ni la cultura racista han podido detenerme. De no haber conseguido en el cine lo que yo quería, hubiera triunfado en el teatro.

¿Qué encontró en 'Fences' que llamó tanto su atención como para dirigir la obra?

Es un texto que describe lo que yo siento. Por eso me he involucrado tanto en esta historia. Pero no solo con la película, sino que he decidido producir diez obras de teatro que vamos a representar a lo largo y ancho del país. Estoy en una posición en la que quiero asegurar personajes a las nuevas generaciones. Quiero abrir la puerta a otros, quiero demostrar que nadie ni nada se interpone en su camino.

¿Se siente un héroe?

Me gusta encontrar la suficiente confianza con las personas que me rodean, ya sea con directores con los que trabajo o con otros actores, que me hacen sentir un héroe. Me siento héroe a su lado. Me gusta la conexión entre mi personaje y la trama. Un director puede acabar con un actor el primer día de rodaje, por eso es importante crear una relación de confianza. A ningún actor le gusta que un cineasta le robé su seguridad y créeme que hay algunos en Hollywood.

¿Ha sentido el racismo en América?

¿Quién no? La primera vez que usaron la palabra 'negro' contra mí fue en Florida, estando yo asomado a un balcón a la edad de nueve años. Un grupo de niños empezó a insultarme y al llegar a mi casa le pregunté a mi madre por qué lo hacían. Ella me dijo: «Eso es porque alguien teme que le quites su sitio». Esa gente lo único que te deja son malos recuerdos.

¿Qué siente al pasar la barrera de los sesenta?

He desarrollado una teoría sobre mi vida. La he dividido en cuatro cuartos. Desde que nací hasta los veinte, luego de los veinte a los cuarenta, de los cuarenta a los sesenta y de los sesenta a los ochenta, si es que consigo llegar. Ahora empieza mi cuarta etapa y, como dicen en la cultura oriental, llega mi hora de convertirme en maestro.

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