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Los soldados Emilio Palacios (izquierda) y Miguel Herrán, entre la nueva hornada de la película.
Los malagueños Emilio Palacios y Miguel Herrán entre 'Los últimos de Filipinas

Los malagueños Emilio Palacios y Miguel Herrán entre 'Los últimos de Filipinas

Los actores integran el batallón de la nueva versión del sitio de Baler, una inusual producción bélica del cine español

Francisco Griñán

Martes, 29 de noviembre 2016, 01:10

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Entre los supervivientes del sitio de Baler hubo dos malagueños. Y, casualidades de los castings, en 1898: Los últimos de Filipinas también hay dos paisanos: Miguel Herrán y Emilio Palacios. Precisamente, este último da vida al soldado del Valle de Abdalajís Juan Chamizo, aunque en la película su personaje se denomina Moisés y se refieren a él como el «andaluz». «Un tipo sencillo, de una familia con muchos hermanos y que se metió a militar por la posibilidad de tener una salida económica sin saber que acabaría en un guerra cruenta», explicó ayer a SUR Palacios durante la presentación en Madrid de esta inusual superproducción bélica del cine español, que actualiza la resistencia de los soldados españoles en el sitio de Baler, una historia que fue llevada por primera vez a la pantalla en 1945.

La nueva versión de Los últimos de Filipinas, que ha dirigido el debutante Salvador Cano y produce Enrique Cerezo, apuesta por una generación de jóvenes actores con los rostros de Álvaro Cervantes, Ricardo Gómez, Patrick Criado y los malagueños Palacios y Herrán que mantienen un particular duelo con el quinteto de veteranos que completan el reparto coral del filme: Luis Tosar, Javier Gutiérrez, Eduard Fernández, Karra Elejalde y Carlos Hipólito este último da vida al médico marbellí Rogelio Vigil de Quiñones que intentó combatir el otro gran enemigo de aquella épica resistencia: las enfermedades de la tropa por la malnutrición y el abandono. Cinco protagonistas que, según admiten Herrán y Palacios, han sido una escuela para ellos.

«Son unos talentos brutales», confesaba ayer a SUR el soldado Miguel Herrán que, como su compañero de reparto y batallón, aseguraba no haberle quitado ojo a los mandos de esta película para «aprender». «No sé si es un cambio generacional esta película, pero sí me siento afortunado por haber participado en ella», aseguraba ayer Emilio Palacios que destacó que el hecho de pasar dos meses de rodaje en Guinea Ecuatorial y en Canarias hizo que los «diez actores los veteranos y los jóvenes compartiéramos rodaje, comidas y vivencias como si fuéramos una gran familia».

Otra Filipinas en La Concepción

  • El maltrecho cine de la posguerra no tenía mucho dinero para invertir en escenarios y grandes producciones. Incluso, el cine de exaltación histórica lease patriótica que contaba con el beneplácito del régimen tampoco daba para costosos viajes. Por ello, la filmación de Los últimos de Filipinas se resolvió con decorados construidos en los estudios CEA de Ciudad Lineal de Madrid, mientras que las escenas de selva y del poblado encontraron un escenario salvaje en Málaga, en el jardín botánico de La Concepción. Por allí cabalgó un agerrido Tony Leblanc y sufrió lo suyo un jovencísimo Fernando Rey. Una playa de Nerja también sirvió de escenario para este filme de Antonio Román, que se basaba en un guión radiofónico del malagueño Enrique Llovet. La resistencia de los soldados españoles en el sitio de Baler se acompañaba de un tono patriótico que, además de exaltar el espíritu de los espectadores que iban a verla, justificaba el aislamiento político de España en aquellos años cuarenta de posguerra.

Frente a la visión de exaltación patriótica de la versión de 1945, 1898: Los últimos de Filipinas no es un «remake», subrayó ayer en Madrid su director Salvador Cano que ha prescindido del tono «franquista» de la primera adaptación para mostrar el «desmontaje de un imperio en el que los políticos miraban hacia otro lado», lo que a su juicio muestra un «evidente paralelismo con hoy, cuando Europa se desgaja».

«Estamos más ante un filme bélico, por lo que preferí inspirarme en otras películas de selva como Apocalipsis now que en la original de Los últimos de Filipinas», afirmó ayer Palacios que le sonaba este capítulo de haberlo estudiado en su colegio de San Estanislao. Herrán no oculta que desconocía este episodio del desastre del 98 y que el resultado final es un filme histórico que puede ser muy útil para los espectadores jóvenes. «No es una película antigua, sino una superproducción española seis millones de euros similar a las grandes películas bélicas norteamericanas», sentencia el malagueño.

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