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La película fue un éxito de taquilla y convirtió a Katia en una de las estrellas de la escena española
Katia Loritz, la chica de la Cruz Roja que se enamoró de Málaga

Katia Loritz, la chica de la Cruz Roja que se enamoró de Málaga

La estrella del cine español de los 60, que falleció este lunes, se casó en Los Martires y, tras dedicarse a la pintura, realizó su primera exposición en Torremolinos

Francisco Griñán

Martes, 18 de agosto 2015, 16:07

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El cine español de los años sesenta se nutría de actrices europeas de físico despampanante. La suiza Katia Loritz, fallecida a los 83 años la madrugada de este martes en Madrid, fue una pionera entre estas intérpretes. La actriz llegó a España de la mano del cineasta Rafael Salvia, quien la escogió para protagonizar junto a Concha Velasco Las chicas de la Cruz Roja, en 1958. La película fue un éxito de taquilla y convirtió a Katia en una de las estrellas de la escena española. Su desparpajo le permitió interpretar papeles de femme fatale en títulos como El día de los enamorados y Atraco a las tres.

A finales de los 60 dejó el cine y se dedicó a la pintura. Precisamente, en 1966, Katia Loritz contrajo matrimonio con el industrial malagueño José Pedro Pérez del Pulgar en la Iglesia de Los Mártires. Una boda que levantó gran interés por la fama de la actriz y en la que el abogado y poeta malagueño Rafael Pérez Estrada ejerció de padrino. Loritz comenzó además su carrera como pintora en Málaga, ya que su primera exposición se celebró en 1973 en la galería de arte de El Remo de La Carihuela, Torremolinos.

Tras una etapa afincada en Málaga, Loritz fijó su residencia con su familia en Madrid. Pedro Almodóvar la rescató para el cine en 1984 con un papel en ¿Qué he hecho yo para merecer esto?. Aquella fue su última incursión en el séptimo arte, además de algunas apariciones en Cine de barrio (TVE). Visitaría Málaga de nuevo hace no muchos años, en 2010, en la presentación del libro '25 actores se confiesan', de José Aguilar, en el Ateneo de Málaga, una ocasión que la actriz no quiso perderse. Concha Velasco, que la acompañó largo tiempo en su carrera, lamentaba su pérdida y confirmaba que «murió tranquila», a causa de «un cáncer de pulmón que no quiso tratarse».

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