El director con 10 millones de espectadores

Iñaki Mercero (Madrid, 1967) se recuerda con cinco años aburridísimo en el rodaje de Crónicas de un pueblo. Ya de chaval, el hijo de Antonio Mercero se sentaba en la silla de su aita cuando rodaba en Nerja una serie sobre el veraneo de unos chavales. Corría 1981 y Verano azul se quedaría grabada a fuego en la memoria sentimental de una generación, al igual que otros hitos del cine y la televisión firmados por el director de Lasarte: el telefilme La cabina premiado con un Emmy, La guerra de papá, Farmacia de guardia, Planta 4ª...

«Adquirí la vocación viendo trabajar a mi padre», reconoce el realizador y productor. «Me invitaba a sus rodajes y enseguida me apasionó este mundillo. Tuve el privilegio de entrar a trabajar como becario, lo que antes se llamaba meritorio, poniendo cafés y haciendo fotocopias.Desde abajo. Cada vez me atrajo más y supe que tenía que dedicarme a esto. Poco a poco fui escalando hasta que alguien me dio la oportunidad de dirigir».

Iñaki no coincidió mucho con su padre echó una mano en algún episodio de Turno de oficio y Farmacia de guardia y fue auxiliar de dirección en Espérame en el cielo, pero pronto se labró un prestigio como realizador televisivo. Hospital central, El comisario, Física o química, Gran Reserva, El tiempo entre costuras... Después de veinte años se ha erigido como el director de series más prestigioso del país gracias a El Príncipe (Tele 5) y Allí abajo (Antena 3), que algún martes coincidieron en su horario de emisión en prime time. En total, casi diez millones de espectadores. A ver qué director de cine logra esa hazaña.

«Es insólito, lo sé, pero yo hubiera preferido que se emitieran en distintos días para intentar captar a más público», expresa Mercero, que también sabe que él éxito «es efímero». Los martes tenía el corazón dividido. «Me cuesta elegir. Grabo una serie y veo la otra. Vivimos un pequeño conflicto familiar; mi hijo pequeño prefiere Allí abajo, que es más para todos los públicos, y a la mayor le gusta en cambio El Príncipe». El realizador ha herededo la llave del éxito popular de su padre, que llegó a congregar a 14 millones de espectadores en el desenlace de Farmacia de guardia. «Es una responsabilidad tremenda. Ya la vez no hay nada tan satisfactorio como conseguir que alguien se olvide de sus problemas duranta setenta minutos».

Mercero tiene muy claras las razones de que El Príncipe arrase en los índices de audiencia. «Se nutre de lo que leemos en los diarios, del choque cultural que hay en España y que mucha gente desconocía. Además, las caras guapas y las historias de amor imposible suelen funcionar». Hasta ahora, los espías españoles nos sonaban a Mortadelo y Filemón. «Estamos acostumbrados a ver a la CIA, y nosotros también tenemos el CNI. Haciendo El Príncipe nos hemos sentido americanos».

Sus orígenes vascos hasta está casado con una bilbaína también han ayudado a que Allí abajo se afiance en la parrilla con su explotación de los tópicos regionales. «De hecho, en Euskadi y Andalucía es donde más nos ven». La serie creada por Oscar Terol, remarca, ya estaba escrita antes de que 8 apellidos vascos demostrara que nos pirramos por los chistes de vascos.

Enfermo de alzhéimer

Iñaki Mercero sostiene que a la exitosa ficción española no le quedaba otro remedio que adaptarse al cambio en los gustos del público. «Había que dar una vuelta de tuerca a las historias y las cadenas se han arriesgado con valentía». El avance tecnológico «usamos las mismas cámaras con las que se ruedan las películas» ha abaratado los efectos digitales: El Príncipe se graba en Madrid y el ordenador incrusta después Ceuta. «Los costes se han reducido también a otros niveles, con lo que podemos hacer series de época que antes eran inviables. Ofrecemos más calidad visual y eso el espectador lo entiende».

Por desgracia, Antonio Mercero, enfermo de alzhéimer desde 2009, no puede disfrutar del momento profesional de su hijo. La última vez que supimos del autor de Tobi fue en 2010, cuando recibió en su domicilio madrileño el Goya de Honor de manos de Álex de la Iglesia. Lo único bueno del alzhéimer, se consuela la familia, es que puede ver quinientas veces su película favorita, Cantando bajo la lluvia, como si fuera la primera vez.

¿Cómo está su padre?

Empeora poco a poco, como es lógico con la enfermedad que sufre. Sabemos que no tiene cura.Afortunadamente está tranquilo en casa, es muy dócil.

Antonio Mercero es un showman nato, una fuerza de la naturaleza. ¿Ha sido fácil crecer a la sombra de un hombre tan carismático?

Muy fácil, aunque ya no es el showman que era. Soy de los pocos privilegiados que conozco a mi padre trabajando y en casa.En los dos sitios era igual, y ese ha sido el secreto de su éxito.