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Luis Ruiz Padrón
Domingo, 28 de mayo 2017, 00:33
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Desde Las Virreinas, al otro lado del Guadalmedina, la distancia difumina los detalles, y el barrio de Mangas Verdes parece tornarse en la creación de un pintor cubista. El conjunto se percibe como una acumulación de formas abstractas modeladas por la luz de la tarde, un conjunto de prismas dejados caer al azar sobre una colina; su plasticidad queda realzada por las nítidas sombras que se proyectan en planos sucesivos. Sólo los bloques de viviendas setenteros situados más abajo proporcionan una referencia más concreta a esta escultura urbana.
Es entonces cuando un autobús de la EMT la línea 17 es la que llega hasta aquí, donde las calles tienen nombre de compositor- rompe la ensoñación al situarse en el centro del campo visual.
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