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HABLAR Y VIVIR

Los dichos

Antonio Garrido

Domingo, 28 de mayo 2017, 00:10

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La riqueza de nuestro léxico, que se extiende por todo el mundo, y que es usado por cientos de millones de personas, es inmensa. Lo que sigue es una pequeña, pequeñísima muestra. Pocas diversiones hay más agradables que saber cosas del instrumento que usamos a cada momento, esa lengua con la que fabricamos la realidad y el sueño.

Dádivas quebrantan peñas.

Viene muy al caso de la situación actual de España donde la palabra corrupción es la más usada. La corrupción es comprar voluntades y delinquir usando influencias, generalmente políticas. Se compran las personas por medio de regalos de todas clases y, por supuesto, por dinero. Una dádiva es una «cosa que se da gratuitamente» sin esperar nada a cambio, es un acto de generosidad pero la segunda parte de la frase es donde está la carga. El regalo destruye los más altos principios. Es una carga de dinamita en una montaña, todo salta por los aires y algunos se llevan beneficios no santos.

Su señoría está dormido

Un día en el que la sesión parlamentaria había sido especialmente aburrida, el político conservador, seguidor de Cánovas, Francisco Silvela, se quedó dormido en el escaño. Las señorías fueron saliendo sin hacer ruido y cuando estaba solo un ujier le llamó con delicadeza para avisarle. Silvela, académico de la RAE, se despertó y le dijo: No señor, no estoy dormido, estoy durmiendo. Cuide el idioma que no es lo mismo estar bebido que estar bebiendo. Cela la completó cuando dijo: No es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.

No es por el huevo, es por el fuero

Hay dos versiones de este dicho que tiene siglos y que aparece en textos medievales.

Una vieja tenía unas gallinas y vivía de los huevos que ponían. El cura del pueblo le reclamó el diezmo (un impuesto) que consistía en un huevo. La vieja se negó porque decía que ella tenía fuero, el derecho de no pagar. En aquella época un huevo era muy valioso.

El rey Alfonso VIII puso impuestos a la ciudad de Toledo. Los toledanos creyeron que eran excesivos y que iban contra el fuero de la ciudad, contra sus derechos reconocidos. Para demostrar que eran fieles vasallos ofrecieron al rey pagar más de lo que el rey pedía pero no como impuesto sino como contribución voluntaria. No es el valor material, es el derecho.

Otro loco hay en Chinchilla

Según la tradición en Chinchilla vivía un hombre muy violento que pegaba a sus vecinos con un palo. Una vez llegó al pueblo un forastero muy bruto que cuando el loco local fue hacia él, sacó un palo más grande y se lanzó con las peores intenciones. El loco salió corriendo y gritando: ¡Hay otro loco en Chinchilla! Siempre hay alguien que nos supera en cualquier terreno.

Voy a morir, muero

Es frase de un médico ilustre. Charles Robert Richet, Premio Nobel de Medicina de 1913. Estudió los jugos gástricos y la tuberculosis. Ya con bastante edad cogió una bronconeumonía pero conservó todas sus facultades. Reunió a su familia y a dos discípulos entorno al lecho y les fue describiendo con todo detalle la evolución de su agonía, con todo detalle y llegó un momento en el que dijo la frase. En efecto, murió.

Y trescientas cosas más.

Sí y fue muy popular en el Siglo de Oro. Se encuentra en el teatro de Lope de Vega y de Tirso de Molina, también en la novela La pícara Justina pero su origen es una canción para bailar:

Perió Marina en Orgaz / y tañeron y cantaron / y bailaron y danzaron / y trescientas cosas más.

Es decir, mucho y desordenado.

Los siete durmientes

Cuando una persona es muy dormilona se le dice: Anda, duermes más que los siete durmientes.

En emperador romano Decio inició una persecución contra los cristianos. En la ciudad de Éfeso vivían siete hermanos cristianos que se escondieron en una cueva. Fueron descubiertos y el emperador mandó que los emparedaran. Así se hizo pero Dios les mandó un sueño que duró ciento cincuenta y siete años. Despertaron, del emperador no quedaba ni el recuerdo y tan felices.

Risa de conejo

La risa de conejo es la risa de quien no quiere reír, que lo hace a la fuerza. Mira este ejemplo de Cervantes: «Y con la risa falsa de conejo / Y con muchas zalemas me hablaron». También influía en el que servía en la mesa al conejo con la cabeza y la vista de los dientes desnudos no tenía que ser muy agradable.

Tomar o coger las de Villadiego.

No está tan claro. Diego es un nombre de persona que se relaciona con ser hipócrita como en: «Yo me llamo Diego, ni pago, ni niego». Según esto, Villa Diego sería la ciudad de los mentirosos, de los rufianes. Ni más ni menos que en 'La Celestina', Sempronio le dice a Parmeno: «Apercíbete, a la primera voz que oyeres, toma las calzas de Villadiego». Las calzas es el caballo, no hay mejor manera de escapar y Villadiego es lugar donde puedes estar seguro.

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