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El faro de Marbella.
El faro que ilumina Marbella

El faro que ilumina Marbella

El pasado jueves en el Museo del Grabado de Marbella se celebró el primer aniversario del proyecto cultural ‘Marbella Capital Cocteau’ con Luis Alberto de Cuenca

Txema Martín

Sábado, 27 de mayo 2017, 00:19

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Parece mentira, pero el único artefacto para controlar la temperatura de la sala del Museo del Grabado de Marbella en la que nos reunimos el jueves para escuchar a Luis Alberto de Cuenca era un ventilador. Este pequeño detalle ilustra a la perfección la situación de la cultura en una ciudad en la que el único recinto dedicado a estos menesteres de las artes y del pensamiento en muchos años ha sido este museo, abierto en 1992 y ahora envuelto en cierta decadencia. Por estas cosas y durante todo este tiempo, la cultura en Marbella ha quedado reducida a subterfugio de ciertas élites y la literatura ha estado relegada a la intimidad doméstica. Con la excepción de la música, el resto de las artes sobreviven de forma clandestina. Obviamente no siempre fue así; las tres visitas que Jean Cocteau realizó a Marbella, donde le habría gustado morir, fueron verdaderos acontecimientos en la vida cultural malagueña del momento. Por eso es una esperanzadora noticia para el municipio que el Ayuntamiento de Marbella formalice sus buenas intenciones con Marbella Capital Cocteau, una institución que codirigen con entusiasmo dos buenos conocidos de la cultura como son J. Óscar Carrascosa y Alfredo Taján. Después de un prometedor anuncio del que se hicieron eco todos los grandes medios nacionales, Capital Cocteau ha invitado a especialistas como Estrella de Diego, Juan Manuel Bonet o Antonio Jiménez Millán, entre muchos otros, y durante sólo un año de andadura ha organizado, además de ponencias, cursos de verano, exposiciones y ciclos de cine. Y aunque esto no sea imprescindible también debemos decirlo: sus convocatorias han contado con una asistencia que ha sobrepasado el aforo y las expectativas, lo cual arroja algo de luz a la avidez por la cultura que tienen muchos de los ilustres habitantes de Marbella, cómplices de todo esto.

Esta semana, Capital Cocteau celebró su primer aniversario con otra primera espada de las letras, Luis Alberto de Cuenca, un intelectual moderno que como dijo Taján en su presentación supone una institución cultural en sí mismo. El hilo de su intervención fue un tema que merece una tesis si es que no se ha escrito ya: la relación mantenida entre los mitos clásicos y la obra y la personalidad de Jean Cocteau, un personaje huidizo pero absolutamente indispensable para el siglo XX que nunca encontró su lugar en su mundo y en su tiempo, pero que mantuvo siempre su querencia por la cultura grecolatina.

El faro de Marbella

El proyecto Capital Cocteau, que se ha materializado en forma de asociación cultural sin ánimo de lucro, tiene una amplitud de miras extensa como el universo del poeta.

Taján, que después de dirigir durante más de diez años un Instituto Municipal del Libro sin sede está acostumbrado a cierta forma de nomadismo institucional, desgranaba junto a Carrascosa algunos de los proyectos pendientes, todos ilusionantes, entre los que destacan un centro de ediciones o una biblioteca especializada. Ahora que la ciudad de Málaga acaba de anunciar que transformará su Farola en un centro expositivo, sería precioso que esa misma mecha se extendiera a otros municipios costeros para preservar los faros marítimos que hoy día tienen una utilidad más simbólica que otra cosa. Ahora el faro de Marbella es un auténtico arrabal pero podría convertirse en la sede de este proyecto, tal y como se anunció al principio. La línea oblicua que adorna el faro marbellí, exponente de la arquitectura del Relax, podría sustituirse pronto por el mítico dibujo del ojo de Cocteau, un autor obsesionado con la mirada, para promover una postal nueva y elevada de la ciudad que sólo va a costarle un par de botes de pintura. El faro y su edificio es una sede idónea para este proyecto que puede poner a Marbella a la altura de otras villas mediterráneas de la Costa Azul francesa, lugares paradisíacos para el ocio bien entendido. Marbella tiene aquí una gran oportunidad para dejar de oler a after-sun impregnando su atmósfera con otros aires. Las intenciones son buenas, sólo falta el apoyo institucional.

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