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Ian McShane, Pablo Schreiber, Emily Browning, Ricky Whittle, Bruce Langley y Yetide Badaki protagonizan la serie.
‘American Gods’: el espectáculo de la violencia

‘American Gods’: el espectáculo de la violencia

En Amazon puede verse la adaptación del ‘best seller’ de Neil Gaiman, una propuesta contundente y exuberante

miguel ángel oeste

Lunes, 22 de mayo 2017, 00:52

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La esperada adaptación de la novela de Neil Gaiman, American Gods, ya puede verse en Amazon. La serie homónima de Starz creada por Bryan Fuller (creador entre otras de Hannibal o Criando malvas) y Michael Green abraza el exceso y la violencia de la obra de Gaiman, pero los contrastes entre los mundos y transformaciones que plantea se desvanecen en una propuesta estilística y narrativa manierista, barroca, efectista, a la que únicamente parece preocuparle el espectáculo, no el subtexto que retrata el original. American Gods tiene un prólogo que puede adecuarse a series como Spartacus, en el que se amputan miembros y la sangre lo salpica todo. Sin embargo, la realidad, o la sensación que uno tiene después de ver los dos primeros episodios, es que pretende moverse entre claves (para entendernos) cercanas a Juego de Tronos, en el uso de la violencia y en la exaltación de un espectáculo en el que todo vale para sobrepasar al espectador. Ahora bien, lejos de lograrlo, la capacidad es la contraria. Por lo demás, su comparación con Juego de Tronos resulta demasiado tangencial, porque si bien se apuesta todo a la potencia visual de la serie, la forma y estilo de hacerlo se contrapone en más de un elemento. David Slade, director de películas como Hard Candy o 30 años de oscuridad y de series como la citada Hannibal, despliega su gusto por la desproporción mediante ralentizados y una narración sincopada y fragmentaria sustentada en un aparato visual barroco y la remarcada banda sonora. Más que referencias a una puesta en escena cinematográfica, las referencias pueden rastrearse en los videojuegos, narración gráfica y una explicitud en la que casi todo se muestra por acumulación y exceso. Los matices se reducen a la esclavitud del espectáculo de la violencia como si se tratase de la lucha en el circo romano y el público jaleara con ardor sangre y muerte.

Los que conozcan la novela de Neil Gaiman sabrán que plantea la lucha entre Sombra Moon (Ricky Whittle), Miércoles (Ian McShane) y otros dioses antiguos contra los dioses modernos que representan los avances tecnológicos y lo ominoso de nuestra cultura occidental. Tras el prólogo de la expedición vikinga, la serie se centra en el desconcierto que también es la del telespectador de Sombra Moon ante lo que le va sucediendo al salir de la cárcel después de que le informen de una tragedia que le afecta y le hace replantearse su presente (no desvelo nada para quien no haya leído el libro). American Gods adopta así una forma itinerante apoyada en ese desconcierto de saber qué pasa y que aspira a ser épica, pero que se configura como mera distracción, semejante a las pruebas de un videojuego.

Lo mejor, no obstante, son los momentos con el estupendo Ian McShane, que dotan a la serie de ironía, desvergüenza y humor, un tono que podría potenciarse pero que resulta minoritario. El problema de esta ficción especulativa es que se vea como un deleite para los sentidos y se confunda con una elaborada narración cinematográfica cuando en realidad es otra cosa: un juego de anulación visual que se camufla como algo atrevido. Pero, ¿realmente lo es? Slade se afana en ralentizar la imagen, en impostar el tono sombrío de la novela, en pseudo estilizar la violencia, el sexo, la provocación o hipotético desafío de la serie cuando todo se reduce al más gratuito de los excesos y acumulaciones y desconciertos de la evanescente narración posmoderna disfrazada de potente narración audaz.

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