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HABLAR Y VIVIR

Tres burladeros, tres

Antonio Garrido

Domingo, 21 de mayo 2017, 09:46

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El responsable del estudio donde se celebró el debate entre los tres candidatos a la secretaría general del PSOE no se ha cubierto de gloria; antiguo, pesado. Tres burladeros, esa es la mejor definición, detrás de los que se atrincheraron los candidatos. Es que el mundo del toro, guste o no, está presente hasta en detalles como el que señalo. La ventaja de los tres armatostes es que los contendientes disponían de bastante espacio para tener el material que desearan y hasta poner patas de conejo, medallas y otros objetos que fueran propicios a la suerte.

Por casualidades del sorteo a Patxi López le tocó estar en el centro, toda una premonición de lo que sería su papel. Con chaqueta pero deportivo, contrastaba con el &lsquocamisado&rsquo Pedro Sánchez, que eligió una estética informal, en la línea de otro partido que la tiene como uniforme. Susana Díaz, de rojo socialista. Los tres sobrios en los atuendos.

El debate, en teoría, tenía como público a los militantes del partido que deben votar pero, es evidente, que su interés era general y había una expectación que no fue defraudada.

Como analista de textos me gustó mucho. Un debate es una controversia, una discusión y ya estamos cansados, al menos el que esto escribe, de tanta política correcta, inane, aburrida, de guante blanco. En este caso el debate retrató, como debe ser, los propósitos y también aspectos de la personalidad de cada uno. Tuvo mensajes, aunque fueran de desautorización más que de proposición y también su poquito de espectáculo; que, entre otras cosas, esa es la política, una representación porque en la eficacia del mensaje intervienen muchos factores.

Se dividió en tres bloques. El tercero sí era específico para los militantes porque se refería a la organización del partido y sus procesos de elección. Este apartado, no obstante, tiene también interés general. Ya sabemos que hay partidos que aceptan, a regañadientes y siempre que les venga bien, la democracia representativa. Son partidarios de la idea totalitaria de la conexión directa del que tiene el poder con las bases sin mecanismos reguladores. En lenguaje llano, las estructuras de partido y de organización política no sirven. El líder supremo habla directamente con los militantes sin nada que perturbe tan exquisito diálogo. No se olvide, es el modelo del referéndum como origen del poder. ¡Qué lo pregunten en Venezuela!

Después de los saludos y cortesías de rigor se inició el primer bloque, el de política general. Díaz hizo un canto al PSOE, a su historia y a su fuerza. López destacó como objetivo derrotar a la derecha y recuperar la unión. Sánchez, desde el primer momento, enunció las dos únicas ideas claves de su intervención que fue repitiendo hasta llegar al cansancio. Todos los males del PSOE vienen de la abstención que ha permitido gobernar a Rajoy y, ahora entró en lo personal, ámbito que nunca abandonó, yo, por negarme a la abstención he sido víctima de una conspiración; en consecuencia, soy un mártir y estoy en paro.

Desde el primer momento López quedó en una posición casi irrelevante desde un punto de vista comunicativo. Hizo un buen debate pero el contexto no le ayudó. Todos sabemos que el enfrentamiento era entre dos. López podrá unir sus menguadas fuerzas, una vez acabadas las votaciones, a quien le parezca mejor. No sé pero tengo la intuición de que aterrizará en un magnífico puesto en Europa.

Para los tres candidatos, en esto no hubo fisuras, Rajoy y el PP son la bicha, son la corrupción, son el mal encarnado. Rajoy es la manzana podrida que ha fracturado social y políticamente España. Los adjetivos tóxico e infame son los que se aplicaron más veces. Lo interesante es que salvo esas gruesas descalificaciones y referencias a la derogación de todas las medidas del PP, especialmente a la reforma laboral, no hubo contraste de modelo entre partidos, lo hubo entre candidatos.

López quiso ser el pacificador pero sin éxito. Sánchez se aferró a la teoría de la conspiración y se lanzó contra Díaz como la candidata de la abstención y representante de lo antiguo. La fecha de su particular Idus de marzo, el comité de Octubre, apareció una y otra vez. En otros artículos he señalado, y el debate lo confirmó, que Sánchez, como Zapatero, rechazan la realidad como algo objetivo: Una silla es una silla, para ellos depende de cada momento.

La terrible evidencia de las derrotas electorales, la patética cifra de 85 escaños y el cambio de criterio cada cinco minutos fueron aprovechados por Díaz que recurrió a la argumentación &lsquoad hominem&rsquo desde el primer momento. La andaluza quiso transmitir que su candidatura es de izquierdas, hasta en «mi vida privada», que hay que destruir al PP pero con los valores que hicieron al PSOE ganar y gobernar muchos años.

Díaz se mostró firme en el tema de la nación y Sánchez afirmó que nación era un «sentimiento». Está claro que el candidato Sánchez tenía más puntos débiles y tuvo un lapsus terrible. Defendió el modelo portugués y olvidó que los presupuestos del país vecino los aprobó la derecha.

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