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El artista malagueño Rafael Alvarado.
Alvarado: la obesión artística por los refugiados

Alvarado: la obesión artística por los refugiados

El Convento de Santo Domingo de Ronda ofrece más de 70 piezas del artista en torno a la tragedia humanitaria de los migrantes

Antonio Javier López

Lunes, 10 de abril 2017, 08:35

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Desde que empezó en esto del arte hace ya varias décadas siempre ha tomado un asunto, lo ha explorado, luego lo ha dejado, con el tiempo quizá ha vuelto sobre él, o puede que no, y así, en ese avanzar en círculos, ha ido construyendo una carrera. Desde hace más de diez años, Rafael Alvarado se ha centrado en un tema: la tragedia de la inmigración.

«Nunca he estado tanto tiempo con un mismo tema. En este caso en concreto, ni yo mismo sé exactamente por qué está ahí durante todo este tiempo», ofrece Alvarado (Málaga, 1957), que ha reunido más de 70 piezas sobre el drama de los migrantes en la exposición El viaje: sombras que habitan 2006-2017, recién inaugurada en el Convento de Santo Domingo de Ronda.

«En cierto modo es continuidad de la que hice en el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga en 2013. Hay una parte de obra de gran formato que estuvo en aquella exposición. A esas obras se unen ahora muchas piezas sobre papel, montadas a modo de murales», detalla el artista malagueño sobre su nuevo proyecto, donde vuelve a poner en primer plano a Los condenados de la Tierra, como tituló Frantz Fanon su popular libro sobre los desmanes de la colonización, sobre todo en África, y algunas de sus consecuencias.

«El tema es el mismo desde hace tiempo, el mundo de la inmigración, pero aquí está planteada más la exposición para que la gente observe más el proceso de la obra: la obsesión por coger un tema, repetirlo y ese tema ya es un pretexto hasta el punto de que lo verdaderamente importante es trascender el tema; es decir, centrarse más en la cuestión puramente plástica», sigue el artista.

Premio del Colectivo Palmo, impulsor original de la reivindicación ciudadana para que el palacio de la Aduana se convirtiera en la sede del Museo de Málaga y uno de los autores más destacados del arte surgido en Málaga durante las últimas décadas, Alvarado reflexiona sobre la doble vertiente que ha mantenido en su trabajo: «Siempre ha habido una preocupación social en mi obra, pero al mismo tiempo hay una investigación en los recursos expresivos. Hay un mayor énfasis en lo pictórico y una mayor capacidad de abstraer, de interpretar».

«En principio añade Alvarado es una cuestión emocional. Lo primero que sucede es ese tema que te golpea la conciencia, ese es el leitmotiv. Es una cuestión que te conmueve y en base a esa emoción primera está el planteamiento de la obra, que es otra cuestión. Ya te vas olvidando y entras en que la obra tenga una validez por sí misma como resolución plástica, buscando al mismo tiempo que tenga un impacto visual, que funcione compositivamente, que sea fresca e inmediata, que de alguna manera refleje lo que yo siento, manteniendo la preocupación por el lenguaje pictórico».

Y en esa preocupación por el lenguaje plástico, la obra de Alvarado parece girar hacia una mayor economía de medios. «Viaja hacia una mayor abstracción en el sentido de síntesis, de resumir, del blanco y negro. Se trata de buscar el menos es más, huyendo de lo más anecdótico y yéndote hacia lo más esencial», abrocha el artista, que ha recibido la extinta Beca Picasso (1992)de la Fundación Picasso-Museo Casa Natal y ha sido finalista del XI Premio de Pintura LOreal, entre otros reconocimientos.

La idea de trascendencia

En cuanto al lugar donde su obra permanecerá hasta el día 30, el autor reflexiona: «Me gusta la idea de que se exponga en un convento, porque de alguna manera con mi obra intento también trascender. Desde ese punto de vista, hay algunas obras que podrían perfectamente recordarnos al Martirio de San Felipe, de Ribera, por ejemplo, en el sentido de ese trasfondo de trascendencia hacia lo sagrado, que en cierto modo se destila en algunas obras».

Lo sagrado y la muerte, la vida como un tránsito efímero y volátil: «La exposición gira en torno a la idea de la fragilidad. Tiene por un lado un aspecto más social, pero también otro de reflexión filosófica o poética sobre la existencia». Una existencia cruel para la mayoría de quienes habitan el planeta. Lo recuerdan cada día las noticias.

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