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Antonio Javier López
Sábado, 25 de marzo 2017, 00:55
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La cola partía del Patio de los Naranjos y llegaba hasta la plaza del Obispo. Algunos curiosos preguntaban a quienes guardaban turno qué sucedía y ante la respuesta, había incluso quien se animaba a esperar. En la Catedral aguardaban la Orquesta Filarmónica de Málaga con Salvador Vázquez a la batuta, el Coro de Ópera, la Coral Cármina Nova y los solistas Berna Perles (soprano), Luis Pacetti (tenor) y Luis López (barítono) para interpretar el Miserere de Eduardo Ocón en un recital organizado por la empresa de gestión cultural Esirtu, con la colaboración del Cabildo Catedral.
El concierto celebrado ayer en el primer templo de la ciudad (y completado con el Requiem del francés Gabriel Fauré) suponía además el regreso de Eduardo Ocón (1833-1901) a la Catedral, donde el compositor iniciaría su formación musical como miembro del coro infantil desde 1840 hasta 1848. «Bajo la tutela del maestro de capilla del primer templo de la Diócesis Mariano Reig y de José Joaquín Murguía organista que también lo forma en interpretación a piano, adquiere grandes conocimientos en composición, contrapunto, fuga y órgano», recordaban desde la empresa de gestión cultural.
Tras sus inicios en la Catedral, Ocón viajaría a París y, a su regreso, firmaría con el Miserere una de las composiciones más populares del repertorio a cargo de autores malagueños. Un salmo penitencial para tres solistas vocales, coro y orquesta que ayer reunía a cientos de personas en la Catedral en un Concierto extraordinario de Cuaresma como los que solía brindar el propio autor.
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