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Antonio Javier López
Sábado, 25 de febrero 2017, 12:54
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Este ciprés No se me ocurre mejor manera de recordar a mi padre, porque este árbol podría estar en cualquiera de sus cuadros. Las palabras de Teresa, hija de Dámaso Ruano, cerraban esta mañana el acto que ha servido para depositar las cenizas del artista malagueño a la sombra de un ciprés en El Jardín del Recuerdo de Parcemasa.
Familiares, amigos y una escueta representación municipal encabezada por el alcalde Francisco de la Torre han acudido a dar el penúltimo adiós al pintor fallecido el 1 de julio de 2014. El arquitecto Salvador Moreno Peralta y el abogado y artista José Manuel Cabra de Luna han tomado la palabra para recordar al pintor inscrito en aquella Generación del 50 que transformó las artes plásticas malagueñas de la mano de autores como Manuel Barbadillo, Enrique Brinkmann, Francisco Peinado, Gabriel Alberca, Eugenio Chicano, Stefan von Reiswitz, Jorge Lindell y el propio Ruano.
A ese grupo de autores ha aludido esta mañana Moreno Peralta, para luego dirigirse a su amigo fallecido: No te preocupes por nada, Dámaso. La casa está guardada por Pilar y tus maravillosos hijos. Los amigos, por nuestra parte, nos pelearemos por ver quién te quiere más, pero de esa trifulca la culpa es tuya, porque nunca te has contentado con ser un pintor mágico: tenías que ser, además, un hombre machadianamente bueno.
Por su parte, Cabra de Luna ha recordado: Había mucho de ordenación en sus composiciones y mucho de elegancia; me atrevería a decir que de elegancia moral por encima, incluso, de la formal. En ésta se ocultan muchas veces carencias que Dámaso nunca tuvo.
Ahora, Dámaso Ruano ya forma parte del paisaje que tantas veces pintó.
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