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George Gordon Byron
Lord Byron y Lyndon B. Johnson: del poeta cojo al presidente suplente

Lord Byron y Lyndon B. Johnson: del poeta cojo al presidente suplente

Tal día como hoy nacía George Gordon Byron, sexto barón de Byron en su totalidad aunque patihendido a medias, y moría Lyndon B. Johnson, que asumió la presidencia norteamericana después de que Oswald le volara la cabeza a JFK

maría teresa lezcano

Domingo, 22 de enero 2017, 01:38

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George Gordon Byron: 22-1-1788/19-4-1824

El veintidós de enero de 1788 nacía en Londres George Gordon Byron, sexto barón de Byron en su totalidad aunque patihendido a medias, ya que tenía en los dedos del pie derecho una deformidad que, superada la fase en que todos aseguraron que nunca andaría, suplió corriendo en lugar de caminar, como si tuviera siempre mucha prisa por llegar a todas partes.

Llegar, cojo y osificadamente frágil aunque raudo como una centella previctoriana, llegó lejos: a la Biblia y al sexo a los nueve años de la mano escocesa de su niñera calvinista o de la mano calvinista de su niñera escocesa , quien tenía además unas aficiones alcohólicas y orgiásticas que convirtieron al joven lord en un voyeur entusiasta; a la Universidad de Cambridge, donde al no ser admitidos ni perros ni gatos se presentó con un mono en calidad de mascota; a la Cámara de los Lores donde su escaño le inspiró la sátira Bardos ingleses y críticos escoceses; a la España de la Guerra de la Independencia donde se entrevistó con el General Castaños; a Grecia, donde atravesó el Helesponto a nado; a Turquía, donde quiso descubrir Troya; a los rumores de incesto con su hermanastra Augusta, cuya paternidad de su hija Medora cuestionaban al esposo oficial para atribuírsela al no menos oficial medio hermano; al ostracismo social por los poemas antipatrióticos, las reiteradas acusaciones de sodomía y las dudas sobre su estado mental; a la suiza Villa Diodati, donde, en una tormentosa noche de verano de 1816, Percy y Mary Shelley, así como el médico de Byron, John William Polidori, y el propio Byron, se reunieron para escribir relatos de terror, siendo engendrado Frankenstein por la pluma y la sangre de Mary Shelley y El Vampiro por las de Polidori; a la revuelta de los Carbonarios en Rávena; a la lucha por la independencia de Grecia, donde enfermó por sí mismo y murió devorado por unas sanguijuelas autóctonas y sedientas con las que unos médicos, no menos autóctonos aunque más simples que las propias sanguijuelas, le habían ataviado de pies a cabeza hasta desangrarlo por el festín que los anélidos se pegaron a costa de la hemoglobina nobiliaria. Oh, lord.

Lyndon B. Johnson: 27/8/1908-22/1/1973

Ciento ochenta y cinco años después del nacimiento londinense de Lord Byron moría, en la texana Stonewall y de un ataque al corazón, Lyndon Baines Johnson, trigésimo sexto presidente de los Estados Unidos. Johnson, que asumió la presidencia norteamericana después de que Oswald le volara en riguroso directo dalasita la cabeza a JFK, aprobó la ley de derechos civiles que prohibía la discriminación racial en establecimientos públicos, ya que hasta ese momento los estadounidenses de distinto color no se podían mezclar por si los negros desteñían como los jeans en la colada.

Tras un segundo mandato, no ya por magnicidio del titular sino por nominativo sufragio universal, Johnson se dedicó a luchar contra la ignorancia y la pobreza que imperaban en el Sur profundo de la América superficial, aunque a tenor de la educación creacionista que se sigue impartiendo en numerosos colegios la cual hilvana sin rubor alguno aseveraciones como que la tierra fue creada por Dios hace seis mil años, dejando los fósiles en meras calcomanías y sosteniendo la contemporaneidad de dinosaurios y humanos , no parece que tuviera mucho éxito. También firmó Johnson, en respuesta a los asesinatos de John F. Kennedy, Robert F. Kennedy y Martin Luther King, la Ley de Control de Armas de 1968, que la población de a pie y a puño se pasó por el forro de los coj... de los cañones, y descoj... descañonó de risa a los miembros de la Asociación del Rifle, que se fueron a brindar con champán y balas a la mansión hollywoodense de Charlton Heston, a la sazón aún no presidente de la sonora hermandad aunque ya riflador hasta la culata del cerebro que el Alzheimer tenía ya en en su punto de mira semiautomático. Lets go.

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