Secciones
Servicios
Destacamos
maría teresa lezcano
Domingo, 20 de noviembre 2016, 00:12
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Tal día como hoy nacía Selma Lagerlöf, quien cincuenta y un años más tarde se convertiría en la primera mujer en obtener el Premio Nobel de Literatura, y moría León Tolstoi, que al filo del medio siglo de vida había creado los tolstovsti, un movimiento ascético contrario a la propiedad privada de la tierra.
Selma Lagerlöf. Del 20-11-1858 al 16-3-1940
El veinte de noviembre de 1858 nacía en la Suecia meridional Selma Lagerlöf, que cincuenta y un años más tarde se convertiría en la primera mujer en obtener el Premio Nobel de Literatura en reconocimiento al altivo idealismo, la vívida imaginación y la percepción espiritual que caracterizan a todas sus obras, y el único miembro galardonado por la academia sueca en subastar la, no novelesca sino nobelesca medalla de oro, con el fin de obtener fondos destinados a la resistencia, finesca que no finada, durante la Segunda Guerra Mundial. La obra más conocida de Lagerlöf es El maravilloso viaje de Nils Holgersson, y viene a resumirse de la siguiente manera: Nils es un adolescente cuyas ocupaciones esenciales son las de comer, dormir e incordiar a los animales de la granja familiar. Un buen día, mientras sus padres se han marchado a la iglesia, dejándole en casa para que, entre bocados de lutfisk y reflujos de chokladboll memorice capítulos de la Biblia, Nils captura con una red un duende, que le propone al cazador darle una moneda de oro si lo libera. Como Nils, que nej y que nej, se niega obstinadamente, el duende aduenda al propio Nils, reduciendo su tamaño escandinavo al de un nabo y otorgándole el don del entendimiento animal. A todo esto un grupo de gansos salvajes sobrevuela la granja en tránsito migratorio y uno de sus coetáneos domésticos decide unirse a la aventura, rebelión que intenta en vano evitar el menguado Nils, quien acabará, parasitado en el cuello del ave rebelde, volando sobre las provincias históricas suecas mientras aprende costumbres locales y se redime de su anterior egocentrismo. Claro que,
como nunca llueve a gusto de todos, Lagerlöf no incluyó la provincia de Halland en sus etapas nilsholgerssonianas y sus habitantes se rebotaron como corchos suecos, hasta el punto que en posteriores ediciones Nils y sus gansos comienzan a pernoctar en Halland y a loar sus salmones y sus genistas como si no hubiera un mañana. O en este caso un morgon.
León Tolstói. Del 28-8-1828 al 20-11-1910
Cincuenta y dos años después del nacimiento sueco de Selma Lagerlöf, moría León Tolstói en la estación rusa de Astápovo, donde se interrumpió de modo irremisible la fuga doméstica cuyos motivos nunca han sido del todo esclarecidos: que si una pelea conyugal; que si el autor de Guerra y Paz era más pacifista que guerrero y quería visitar a Gandhi y hasta a Thoreau, aunque este último sería ya en calidad etérica; que si León había leoninamente enloquecido y andaba buscando a Ana Karénina entre la niebla de los andenes; que si un vaticinio mortuorio le había iluminado el sueño y había acudido raudo e impaciente al encuentro de la parca por si esta no hallaba el camino entre los campos nevados... Tolstói, que se había vuelto contestatario al filo del medio siglo de vida, acabó creando un movimiento, los tolstóvsti, cuyo ascetismo contrario a la propiedad privada de la tierra y defensor de la liberación del campesinado convirtió a sus miembros en sujetos de persecución estatal, mientras los artículos de su líder en contra del gobierno y de los zares provocaban el secuestro de tiradas enteras de los rotativos en los que escribía. La Iglesia Ortodoxa rusa, para no quedarse rezagada, se apresuró en excomulgarlo ya que, a pesar de su profunda religiosidad, León seguía empecinado en que Jesucristo no era hijo de Dios, y que nyet y que nyet, y la iglesia que sí y que sí, o sea que da y que da, y así hasta que el Santo Sínodo le dijo al escritor ahí te pudras moscovitamente despratiarcado aunque al parecer cuando esto sucedió Tolstói se había anticipado al Patriarca de Moscú y había apostatado por su cuenta, no sabemos si en ruso o en esperanto, ya que el escritor era un entusiasta defensor de la llamada lengua internacional. En este caso bien podría haberle dicho gis stultulo, que viene a ser hasta la vista estúpido.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.