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El hispanista Trevor J. Dadson, ayer, en la Diputación, antes de su conferencia sobre Cervantes.
Trevor J. Dadson: «Lo que salvó a Cervantes de la Inquisición fue su ironía»

Trevor J. Dadson: «Lo que salvó a Cervantes de la Inquisición fue su ironía»

El hispanista británico muestra la presencia morisca y judeoconversa en ‘Don Quijote’ en una charla del Aula de Historia de La Térmica y el Aula de SUR

Francisco Griñán

Viernes, 28 de octubre 2016, 00:56

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Leer entre líneas siempre ofrece visiones inesperadas e, incluso, sorpresas. Y eso ha hecho el hispanista británico Trevor J. Dadson con la novela escrita en un lugar de la Mancha de cuyo nombre se acuerda, Don Quijote. Lo que no recuerda es la de veces que la ha leído, aunque ayer quedó patente que son muchas. Tantas como para descifrar lo que el profesor de estudios hispánicos en el Queen Mary College de la Universidad de Londres definió como «pistas» de Cervantes a sus lectores al retratar la cultura morisca y judeoconversa tan presente en la España del siglo XVI frente a la imagen oficial cristiana. «España era un país forjado por las tres religiones y Cervantes no quiso ocultar esa realidad», señaló Dadson que expuso muchas de los excesos y visiones subversivas de la gran novela de la literatura española. Un retrato que hoy cuesta creer que superara la férrea censura de la época. «La iglesia queda bastante mal y lo que salvó a Miguel de Cervantes de la Inquisición fue su maldita ironía», apostilló el especialista.

En la conferencia que abrió temporada del Aula de Historia de La Térmica y el Aula de Cultura de SUR, con la colaboración de la Fundación La Caixa, Trevor J. Dadson realizó una lectura reveladora que apoya además la teoría de que el autor del Quijote procedía de una familia de conversos. El hispanista británico resaltó así que el ingenioso hidalgo no pisa una iglesia ni va a misa en todo el relato y, además, cuando el protagonista se encuentra con curas o religiosos de órdenes mendicantes «les da un paliza». «No hay momento en el que Cervantes deje de socavar la autoridad de la iglesia», sostuvo el profesor, que además realizó un minucioso retrato geobiográfico de Don Quijote y de su autor para demostrar que ambos compartieron las localidades citadas en el libro. Unos pueblos, particularmente los de La Mancha, en los que los moriscos y conversos que fueron expulsados de Granada se quedaron ya que allí ya existían comunidades de antiguos musulmanes que se habían convertido siglos atrás y que los acogieron.

Conocer a los enemigos

Esa España multicultural es la que refleja Cervantes en su gran obra, que además de ataques «sutiles» contra los sacerdotes ofrece una crítica encubierta a la Inquisición con la quema de libros. «Unos volúmenes se salvan y otros y el capítulo es una parodia de aquella Inquisición que actuaba arbitrariamente», señaló Dadson, que añadió además la idea de la novela de la «libertad de conciencia» que se adelantó varios siglos a la reclamación de este derecho. Un extremo que también se la pasó a la Santa Inquisición.

Trevor J. Dadson destacó la capacidad de Cervantes para novelar aquella España de finales del siglo XVI y la rapidez de la traducción al inglés del texto original, por lo que «probablemente Shakespeare leyó el Quijote». El profesor del Queen Mary College señaló que el teatro isabelino inglés incluía numerosa presencia de personajes cervantinos y españoles, que «solían ser roles muy ceremoniosos y el adjetivo lazarillo salía por todos lados». Una presencia hispana que el especialista considera normal, ya que «España era la misma potencia que hoy es Estados Unidos». «Y los ingleses siempre se han dado cuenta de que tenían que conocer la lengua de sus enemigos», concluyó con algo de flema británica, que bien la habría firmado el propio Cervantes.

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