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«Vivimos un hastío de violencia y corrupción»

El editor de 'El Espectador' abrazó su profesión para «vivir parado en la historia», en la Colombia «del eterno retorno»

SERGIO MORENO

Jueves, 27 de octubre 2016, 00:55

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Rutinario, de una disciplina obsesiva, curioso en su silencio, consume -según sus compañeros- al menos una hora leyendo notas de prensa que para la mayoría carecerían de relevancia por no pertenecer a la inmediatez con que se producen los diarios. Va, dicen en 'El Espectador' colombiano, pasando con delicadeza las páginas de los tomos de un periódico con 129 años de historia. Cuando los termina comienza de nuevo, insatisfecho o quizá entendiendo que volver a la historia es la única forma de revivirla. Él es Jorge Cardona, comenzó a trabajar en 'El Espectador' en 1993 como redactor de tribunales y en menos de diez años se convirtió en su editor general. El 29 de septiembre recibió el premio Clemente Manuel Zabala como el mejor editor colombiano por su disciplina, rigor y pasión en el periodismo. Hoy participa en Logroño en las Jornadas del Futuro en Español, organizadas por Vocento y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

¿Qué le llevó a ser periodista?

La vocación por escribir. Parecía destinado a la economía por estudios universitarios, pero sentía que no encajaba en ese mundo financiero. Huyendo de ese camino apareció el periodismo en el que entendí el significado de vivir parado en la historia.

¿Qué es realmente un editor?

Es una suma de corrector, gestor de ideas, forjador de intenciones o periodista especializado, pero básicamente el que tiene el deber de blindar la información para que se ajuste a unos principios de responsabilidad con los hechos, las personas y los contextos.

La periodista mexicana Alma Guillermoprieto dice que «la figura del editor es la gran pérdida de internet». ¿Coincide con ello?

Lo comparto. Sin embargo creo que internet es un campo de experimentación para todos y con el tiempo se van a consolidar aquellas propuestas que sepan combinar actualidad con el trabajo planificado y las nuevas herramientas de la tecnología.

¿Cuál sigue siendo el error más común del periodista?

El afán. A veces se deja de lado la premisa de que es preferible no tener la primicia a verse forzado a rectificar.

Al calor del complejo conflicto armado colombiano surgió como respuesta periodística la crónica roja, un término que en Europa no se conoce. ¿Qué es?

La crónica roja fue un estilo narrativo que impusieron los periodistas judiciales de los años 50, a través del cual se contaban los hechos de violencia urbana con factura literaria y tono de detectives. En los 60, los periódicos hicieron un pacto para limitarla en un desesperado intento frente a un conflicto que crecía. De los 70 hacia adelante se perdió el método por exceso de horrores.

¿Qué papel jugó la crónica roja de dentro del complejo conflicto?

En los años 50, los cronistas judiciales llenaron páginas con fabulosas historias. En los 60, el tema ya estaba asociado a una violencia política que se quería superar. Después de los 70, las guerrillas se volvieron maquinarias de guerra, el paramilitarismo dejó saber hasta dónde podía llegar la barbarie, el Estado permitió que sus fuerzas legales practicaran la guerra sucia, y los carteles de la droga lo corrompieron todo. El periodismo judicial registró esa borrasca y con ella su peor secuela: un largo lastre de impunidad.

¿Qué papel tuvo el periodismo para que la sociedad colombiana pudiera comprender lo que estaba pasando a su alrededor?

El periodismo, como el resto de la sociedad colombiana, puso una alta cuota de sacrificio. La memoria de héroes como Guillermo Cano, Raúl Echavarría, Silvia Duzán, Julio Daniel Chaparro, Amparo Jiménez u Orlando Sierra, entre otros, demuestra hasta donde llegó el coraje de los periodistas para contar la verdad de lo que vivió el país a costa de su propia vida y el dolor de sus familias.

¿Qué papel tiene el periodismo tras la firma de paz?

Primero tengo la esperanza de que esa paz anhelada se consolide. La tarea es seguirla documentando. Hacia adelante se erigen muchas misiones para el periodismo: capítulos territoriales de la memoria, la cobertura de la justicia de paz que constituye una prueba mayor, la voz de las víctimas hasta que ellas decidan su límite y la inclusión de muchas voces que han sido ausentes en la construcción de Colombia.

En España sorprendió el 'no' en el plebiscito sobre los acuerdos de la paz. ¿Le sorprendió a usted?

La victoria del 'no' sorprendió hasta a los que ganaron. Nadie la esperaba, pero demuestra lo dividida que sigue Colombia frente a la forma como se debe encarar una nueva historia. Confío en el diálogo, en la sensatez de quienes tienen la responsabilidad de pasar una página dolorosa con demasiadas víctimas, y en las nuevas generaciones que tienen el derecho a crecer en un país distinto en el que no tengan que contar a sus hijos y nietos relatos de horror.

¿Sabrá salir Colombia de lo que parece una nueva encrucijada?

Hemos tocado fondo tantas veces que creo que seremos capaces de cambiar el rumbo. Soy de una generación que creció escuchando a padres y abuelos historias espantosas y que después tuvo que manifestar a sus hijos secuencias peores. Colombia vive un hastío de violencia y corrupción tan enorme como el deseo de salir de ese círculo de una vez por todas. No será fácil, nunca lo ha sido, pero confío en el vigor y talento de los que llegan a consolidar una sociedad incluyente.

Afirma que Colombia es un continuo retorno. ¿Cómo afecta este hecho al proceso de reconstrucción postconflicto armado?

La impunidad es la razón por la que muchas heridas continúan abiertas. La justicia ha sido mancillada, incluso en su propio templo, como ocurrió en el holocausto del Palacio de Justicia en 1985 en el que murieron 11 magistrados de la Corte Suprema de Justicia entre casi 100 víctimas mortales, y tres décadas después nadie sabe aún que pasó con 12 personas desaparecidas cuyo rastro es memoria.

¿Cómo será el periodismo en 20 años?

Tecnológico, pero igual de vibrante. El periodismo es vida en desarrollo. El sabio Solón decía que en los casi 25.000 días que vive un ser humano en unos 70 años no hay un día igual a otro. Eso es lo maravilloso del periodismo, cada día es una revancha.

¿Qué papel debe jugar el español como idioma que permite contar historias?

Además de España y de algunos otros lugares del mundo que no tengo muy claros, nuestro idioma tiene millones de hablantes y escritores en «ese inmenso jardín», como cantaba Nino Bravo para referirse a América, y en la mayoría de ella nos une la expansiva y maravillosa lengua de Cervantes, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Rubén Darío, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa...

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