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Romero y Vicens a hombros de los capitalistas camino de la puerta grande.
Andrés Romero y Lea Vicens salen a hombros en el cierre de la feria de Ronda

Andrés Romero y Lea Vicens salen a hombros en el cierre de la feria de Ronda

Ambos cortaron dos orejas a los dos últimos de la tarde en un festejo en el que Manuel Manzanares, sustituto de Moura, logró un trofeo

Antonio M. Romero

Lunes, 12 de septiembre 2016, 00:07

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Por tercer festejo consecutivo la puerta grande Pedro Romero de Ronda se abrió para que cruzaran su dintel a hombros los rejoneadores Andrés Romero y Lea Vicens tras cortar dos orejas en los dos últimos toros de una tarde en la que Manuel Manzanares, que entró por la vía de la sustitución de Joao Moura hijo, logró un trofeo.

El primero de Manuel Manzanares fue un toro distraído de salida y sin fijeza al que puso un rejón de castigo trasero y caído que el burel acusaría a lo largo de la lidia. En banderillas, a lomos de Príncipe y Chapeau, el alicantino estuvo voluntarioso y más metido en la faena que la tarde anterior cuando abrió la Goyesca. Aún así el passanha le tocó mucho la grupa de las cabalgaduras y las banderillas siempre las colocó a toro pasado. Cuando fue a cambiar de caballo para sacar a Chavela uno de los auxiliadores, con un capotazo, tiró al toro al albero y el animal tardó en incorporarse. Cuando lo hizo, Manzanares le colocó tres banderillas cortas pero el público ya se había enfriado. Esta circunstancia junto al hecho de que estuvo mal con los aceros, dejó seis pinchazos antes de cobrar un rejón trasero y contrario, hicieron que su labor se viera silenciada.

En el cuarto, Manzanares salió enrabietado viendo que las oportunidades de triunfo se le acababan. Puso dos rejones de castigo a un toro más manejable y colaborador. En banderillas estuvo más entonado tanto en la preparación como en la ejecución de las suertes y brilló con Farruquito. Remató con las cortas y una rosa a lomos de Chavela. Dejó un pinchazo antes de un rejón caído, trasero y atravesado.

Desde la salida de chiqueros el primero del lote de Andrés Romero demostró su mansedumbre buscando en todo momento las tablas y rehuyendo la pelea. El onubense no calibró las fuerzas del animal y le dejó dos rejones de castigo que el burel terminó acusando a lo largo de la lidia, lo que unido a las querencias del animal hizo que la actuación fuera lenta, tediosa y carente de emoción. Romero, además, adornó en exceso los cites y hubo numerosas pasadas en falso y caballazos innecesarios a lomos de Cheke, Odiel y Bambú lo que deslució la faena. Dejó un pinchazo antes de cobrar un rejón contrario y caído. Cuando el toro fue arrastrado y la plaza en silencio salió al tercio a provocar los aplausos y luego, sin que nadie lo pidiera, dio una vuelta al ruedo por su cuenta.

Espoleado por la oreja cortada por Manuel Manzanares, Andrés Romero salió a por todas en el quinto de la tarde. Montando a Perseo lo recibió a portagayola con el marsellés en la mano, prenda con la que, con temple y mando, logró encelar al burel. En esta ocasión, midió más el castigo de su oponente y le puso un solo rejón de castigo. En banderillas tuvo una actuación más entonada con un rejoneo alegre y vistoso brillando especialmente con Farruquito a lomos de quien colocó tres banderillas adornadas con piruetas en la salida de la suerte que entusiasmaron en los tendidos. Con Bambú, caballo que puso en un par de ocasiones las manos en el estribo de piedra de la Maestranza rondeña, colocó tres buenas banderillas cortas. Dejó un rejón trasero, caído y contrario, se echó el toro y lo levantó el puntillero por lo que tuvo que descabellar dejando un golpe de verduguillo.

Desde el paseíllo se evidenció que el público estaba con Lea Vicens y así lo manifestó cuando salió a lidiar el tercero, a lomos de Bach, tributándole una gran ovación. La rejoneadora francesa, que brindó la actuación a su compañero herido Joao Moura deseándole una pronta recuperación tras el accidente de tráfico que le impidió comparecer en Ronda, paró muy bien a su primero encelándolo con la cola y templando su embestida llevándolo prendido al estribo galopando de costado. Fue este un toro con más celo que los dos primeros y lo dosificó con un solo rejón de castigo. En banderillas, con Bético y Bazuka, Vicens dio una lección de buen hacer torero a caballo con elegancia, clasicismo, mucha expresividad haciendo la suerte con gran pureza. El animal, poco a poco, se fue apagando y cerrándose en tablas donde la francesa le puso dos rosas montada en Espontáneo. Perdió el triunfo por el fallo con los aceros. Dejó dos pinchazos y el toro se echó, cuando el auxiliar fue a apuntillarlo lo cogió; volvió a entrar a matar y dejó un rejonazo. Dio una merecida vuelta al ruedo.

El sexto fue un toro menos colaborador y que buscó constantemente las tablas denotando su acusada mansedumbre. La raza que le faltó al burel se la puso la rejoneadora francesa con una actuación menos espectacular que en su primero pero donde volvió a dejar constancia de su buen hacer y gusto torero. Le puso un sólo rejón de castigo y en banderillas Vicens lo hizo todo la rejoneadora, a quien le faltó toro. Mató de un rejonazo muy trasero y contrario.

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