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Las nuevas maderas del patio de butacas se colocarán sobre una solera con impermeabilización. :: francis silva
El Cervantes muda la piel en verano

El Cervantes muda la piel en verano

Las obras recuperan un escalón del edificio original cubierto en la rehabilitación de 1984 y elevan la pendiente para mejorar la visibilidad

REGINA SOTORRÍO

Viernes, 5 de agosto 2016, 00:48

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«Esto es como un cometa que pasa una vez cada cien años, no se verá más en varias generaciones», asegura el director del Teatro Cervantes, Juan Antonio Vigar, a pie de obra. La imagen de la que habla sorprende a cualquiera que se haya sentado alguna vez en sus butacas. Los 414 sillones del patio no están en su sitio habitual, ahora ocupan el escenario. No hay moqueta, ni siquiera suelo, y todo alrededor se protege con plásticos transparentes. El espacio central se ha vaciado por completo ofreciendo una curiosa estampa del coliseo que solo recuerdan quienes participaron en la rehabilitación del histórico edificio en 1984.

El teatro municipal se somete este verano a unas obras de mantenimiento que quizás no detecte el espectador que vuelva al recinto el 22 de septiembre -cuando comienza la temporada-, pero que aportarán «seguridad» y «estabilidad». El coliseo ha aprovechado el 'cierre por vacaciones' de la programación para reemplazar la madera del patio de butacas, muy deteriorada por los años y la humedad del terreno. «Funcionalmente ya no era operativo», explica Álvaro Mendiola, arquitecto director de la obra. El coste de los trabajos, adjudicados a la empresa Hermanos Campano, tiene un presupuesto de 172.425 euros.

Madera de roble

Se trata de la primera reforma que se acomete en el pavimento desde la rehabilitación integral ejecutada en 1984 por el arquitecto José Seguí, cuando el recinto cultural fue adquirido por el Ayuntamiento. En los últimos años, se habían detectado hundimientos y 'blandones' en la madera, que obligaron ya a una intervención parcial en 2013. Los tableros estaban sustentados por un entramado de vigas colocadas directamente sobre el terreno, lo que los dejaba muy expuestos a la humedad. Ahora, los nuevos paneles de madera maciza de roble -«equivalentes a los originales»- se apoyarán en rastreles sobre una solera con impermeabilización. Después, se renovará la moqueta y volverán a su espacio natural las clásicas butacas azules.

El público apenas notará cambios cuando cruce de nuevo sus puertas a finales de septiembre. «Va a pensar que no ha pasado nada, pero sí ha pasado», apunta el arquitecto. De hecho, se ha aprovechado la obra para elevar levemente la pendiente del patio de butacas (entre 15 y 17 cm. de la rasante de la parte trasera) para mejorar la visibilidad. Y, además, una pequeña intervención el acceso ha sacado al descubierto solería de la construcción original del XIX.

El objetivo era eliminar un escalón curvo del interior del hall que se añadió en la rehabilitación de 1984 y que ha provocado algún que otro traspiés de espectadores. «Estéticamente quedaba muy bien, pero funcionalmente ha dado problemas», dice el arquitecto. «Se han producido pequeños accidentes. Las personas salen en grupo del teatro y al terminar la escalera pensaban que ya estaban en suelo plano y no tenían visión real de que existía otro escalón. Durante años, hemos tenido aquí personal de sala advirtiendo al público», añade Vigar. Al retirarlo, los trabajadores se han encontrado con el escalón original de finales del siglo XIX, que ahora se restaurará y recuperará su uso. «El tiempo viene a decirnos que ese escalón estaba bien puesto donde estaba», concluye el arquitecto.

Quince operarios, más el equipo de mantenimiento del teatro, trabajan desde el lunes en esta «obra exprés» que prevé estar finalizada el 19 de septiembre, tres días antes del primer concierto de la temporada de la Orquesta Filarmónica de Málaga. Porque el espectáculo debe continuar.

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