Borrar
Mariano Vergara, Manuel Alcántara, María Ruiz de Castañeda, Francisco de la Torre y Salvador Moreno Peralta.
El último regalo de Pedro Aparicio

El último regalo de Pedro Aparicio

La presentación de su obra póstuma se transforma en un sentido homenaje

Regina Sotorrío

Miércoles, 13 de julio 2016, 21:44

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Tenía que haberlo presentado él. Pedro Aparicio había recopilado y ordenado los artículos para entregarlos al sello Esirtu y publicarlos. Iba a ser su «último regalo», recordó Mariano Vergara, quien le tendió la mano de la editorial para que sus palabras no se quedaran sólo en papel de periódico. El exalcalde quería reunir «para sus amigos» esos textos en los que durante años volcó en las páginas de diario SUR sus pensamientos y sus experiencias. No ha podido presentarlos él, la muerte le sorprendió antes de tiempo en septiembre de 2014. Pero ayer sí estaban aquellos amigos en los que pensaba cuando inició el proyecto, decenas de compañeros de profesión, de tertulia y de vida que abarrotaron el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga.

La presentación de La última instancia, su obra póstuma, se transformó en un sentido homenaje a quien todos recuerdan como «gran alcalde, gran persona y, también, gran articulista». Se habló de su prosa «Nostálgica, brillante, ensoñadora y didáctica», dijo Vergara y de sus logros políticos,pero también de esos encuentros con sus amigos Salvador Moreno Peralta y Manuel Alcántara, de los «sagrados» Dry Martini que compartía con el poeta y articulista de SUR, de la especial relación que mantenía con su padre, de su carácter de «viajero solitario» en palabras de Moreno Peralta y de su forma de ser «cortés y minuciosa», dijo Alcántara. «Nos dejó la Málaga que le gustaba mucho y la que no le gustaba nada. Amaba las librerías y los verdiales, la plaza de la Merced y la del General Torrijos, la libertad y el invierno. No sé cómo explicar cómo era una persona tan fácilmente explicable y tan difícil», reconoció Alcántara, que quiso recordar a su amigo «para que vuelva a estar en este Salón de los Espejos».

Y todo eso formaba parte de sus artículos. «Ponía un punto de cordura y de altura de miras en medio de este mundo que muchas veces se mira su propio ombligo», declaró el escritor Antonio Soler. «Eran artículos muy vivenciales. Lo típico de alguien que no está en política es apegarse al terreno, al problema del día y sacarle punta, es lo que hacen los articulista, pero él se elevaba», analizó el exalcalde Luis Merino. «Mezclaba la política con sus recuerdos, era un género casi nuevo», añadió Rafael Illa, exjefe de Protocolo del Ayuntamiento de Málaga.

Las casi 850 páginas de La última instancia que toma el título de un artículo se convierten así en una especie de memorias, en una «edición de su extraordinaria vida por entregas», dijo Moreno Peralta, uno de los amigos que le animó a escribir cuando «le postergaron a ese Parlamento Europeo que él dignificó durante diez años con su presencia». «No imaginábamos que Pedro el imponente, el reservado y el enigmático iba a desgranarnos semanalmente pequeñas notas de una biografía discreta, subrepticia y pudorosa, pero a la vez brillante», apuntó el arquitecto.

Demostró ser un «magnífico periodista». «Tenía mucha vida detrás de las letras, mucho pensamiento y estaban hechos con muy buena técnica», explicó el exdirector de SUR JoaquínMarín. De hecho, como recordó su hijo Germán, él estudió Periodismo tras Medicina. «Y cuando empezó con los artículos lo convirtió en una profesión. Le daba mucho gusto cuando alguien le reconocía por la calle por ellos», contó. Fue la familia quien continuó la tarea que había empezado Aparicio para saldar así una cuenta pendiente. «Estaban metidos en la cartera, sólo tuve que llevárselos a Mariano», dijo su viuda María Ruiz de Castañeda.

Escuchaban sus palabras compañeros de profesión de hoy, como el delegado de Gobierno de la Junta, José Luis Ruiz Espejo;el presidente de la Diputación, Elías Bendodo, y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que le definió «como gran médico, gran persona, gran alcalde y gran escritor que sabía dominar las palabras». Pero también aquellos que le acompañaron en su etapa en el Consistorio, desde el entonces secretario del Ayuntamiento Federico Romero a su secretaria personal Asunción García-Agullón. Y, además, escritores, gestores culturales y numerosos representantes de la vida cultural de la ciudad que él impulsó. Por eso abrió y cerró el acto la música interpretada al chelo por Carlos Cardinal, amigo y exmiembro de la Filarmónica de Málaga. Como dijo Alcántara, Aparicio «era un músico que cambió la batuta por el bastón de alcalde».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios