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Dos mujeres trabajan el grabado.
El arte se va este verano de casa rural

El arte se va este verano de casa rural

Gravura combina formación y convivencia artística en una nueva edición de su taller estival

Antonio Javier López

Sábado, 25 de junio 2016, 00:26

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Desde una de las ventanas del salón de la casa se divisa El Torcal. Afuera esperan la barbacoa y la piscina, la buena sombra de un par de árboles y la quietud de una casa de paredes blancas a la distancia necesaria para estar alejada sin parecer desierta. Aunque lo que allí aguarda, sobre todo, es la sapiencia de Paco Aguilar, maestro grabador y maestro de grabadores, en cuya residencia de Arroyo Coche organiza desde hace siete años un taller de estampación que mezcla la formación artística con la convivencia.

Cada año cambiamos la técnica sobre la que se centra el curso, adaptándonos a las necesidades de la gente. En los últimos tiempos hemos visto nos estaban demandando de técnicas tradicionales, así que hemos decidido centrarnos en dos de ellas, avanza Aguilar, alma máter del Taller Gravura. Así que este verano las técnicas centrales del taller serán la punta seca y el aguatinta.

Hemos compartido procesos que hemos desarrollado nosotros mismos, como el grabado en piedra, pero hay mucha gente que quiere desarrollar los procesos básicos: la punta seca, por ejemplo, que consiste en incidir con una punta metálica sobre la plancha, y el aguatinta, que es un proceso indirecto que produce gama tonal que se combina muy bien con el anterior, explica el artista, que, eso sí, recuerda la vocación abierta del taller. Siempre nos adaptamos, no es algo cerrado y está abierto a la experimentación, acota.

Organizado del 8 al 22 de julio, los participantes pueden elegir entre la asistencia a las clases, repartidas en turnos de mañana y tarde, o la posibilidad de pasar unos días de 'vacaciones artísticas'. El precio de la matrícula es de 300 euros, a los que se añaden 100 más en caso de elegir la opción con hospedaje. Lo importante es la convivencia del grupo. Es gente que se encuentra, comparten esta experiencia y a su vez viven en un entorno natural. Se plantea también como un periodo de descanso, aunque aprovechando para formarse, relata Aguilar, acompañado este año, como todos desde que puso en marcha la iniciativa, por Mariana Martín y Juan Carlos C. Laínez como asistentes en las clases.

Hemos abordado -recuerda Aguilar- procedimientos donde partimos de un archivo digital que hemos llevado al grabado, eso mismo lo hemos desarrollado en la piedra, hemos creado talleres alternativos al grabado como el año pasado con un curso de papel maché que lo inició Chema Lumbreras y que fue una delicia. Hemos hecho cosas bastante atrevidas, pero cada año vamos haciendo nuevas aportaciones, basadas en la propia demanda de los alumnos. Ahora, les interesaban las técnicas más tradicionales y nos hemos decantado por eso.

Siempre hay que volver a la tradición. Y, si es posible, al campo. Aunque sólo sea unos días. Más información: www.gravura.es

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