Borrar
El ilusionista Antonio Díaz muestra su baraja, ayer en la plaza de la Constitución.
El Mago Pop, ¿quién dijo imposible?

El Mago Pop, ¿quién dijo imposible?

El ilusionista, que se confiesa tímido, optimista y adicto a las caras de asombro, actuará en junio en el Alameda

Regina Sotorrío

Sábado, 14 de mayo 2016, 00:10

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Será simple casualidad, pero lo cierto es que, después de casi una semana de lluvia en Málaga, a la hora concertada sale el sol en la calle Larios. ¿Magia? Quién sabe... Antonio Díaz, el Mago Pop, está de visita en la ciudad unos días antes de «demostrar que se puede viajar en el tiempo» en el Teatro Alameda. Lo hará del 2 al 5 de junio con La gran ilusión. Después de sorprender al mismísimo Stephen Hawking y de teletransportarse a Tokio en un programa de televisión, parece que este ilusionista «extraordinariamente tímido» y apasionado del escenario lo puede todo.

Para comprobarlo le pedimos una prueba, un truco aquí y ahora, en plena calle. No viene preparado y admite que está algo cansado tras un viaje reciente a Los Ángeles donde ha actuado en el Kodak Theatre, pero acepta. Saca de su bolsillo una baraja, invita a quien escribe a elegir una carta, firmarla y volverla a colocar en cualquier punto del mazo de naipes. Hecho: el dos de corazones con la rúbrica está ya escondido en medio de las demás cartas.

O eso parecía: de repente se ha colocado la primera de la baraja. Sorprendente, pero la increíble agilidad del mago o un despiste de quien observa podría explicarlo. Entonces dobla ese dos de corazones firmado en cuatro partes y pide que lo sostenga con los dientes. Mientras tanto, él toma otra carta, el dos de picas, lo firma con su nombre (Toni) y se lo coloca también entre los dientes. Se acerca poco a poco para que carta con carta choquen sin que haya ninguna mano de por medio. De repente, mi carta es la suya y la suya es la mía.

¿Cómo lo hace? «La magia sobrevive por el secreto y hay que seguir manteniéndolo», explica este barcelonés del 86 mientras pasea por la calle Larios. Unos le miran pensando de qué me suena este chico, otros toman fotos desde lejos y hay quien le confiesa directamente que su hijo está enganchado a su programa. A ese que se ve ya en medio mundo a través de Discovery Max y que le ha convertido en una especie de rockstar capaz de llenar auditorios, de actuar en festivales como Starlite y de codearse con los números uno del star-system. Hasta Antonio Banderas, a quien también dejó boquiabierto, le invitó a una de sus fiestas. Su referencia es David Copperfield, «el que más ha hecho por la magia al llevarla a los grandes escenarios compitiendo con Madonna y Michael Jackson, incluso vendiendo más entradas que ellos».

Años de trabajo

Hasta aquí no ha llegado por arte de magia. Detrás hay muchos años de trabajo y de investigación desde ese momento en el que con cuatro años hizo desaparecer el peine de su hermana. «¡Y estaba en trance! Lo tiré debajo de la mesa, no sé lo que hice, pero ella no lo vio y se quedó flipada», recuerda. Y esa cara de asombro que entonces vio en ella y que ahora ve en todas partes es «adictiva». Con 10 años hizo su primer espectáculo, con 17 montó su propia compañía con dos colegas y ahora dirige a más de 30 personas haciendo televisión y teatro. La gira de La gran ilusión, por ejemplo, llegará a una treintena de ciudades. Defiende que la magia es «un arte escénico» con una fuerza «arrolladora» en el directo: «Porque lo estás viendo y sabes que no es posible lo que ves. En cambio, en televisión siempre puedes pensar que ha habido un corte, que hay algo más».

El escenario es el lugar en el que deja atrás la timidez y se impone el mago, pero admite que es «agotador». «Lo es porque me complico mucho la vida. Los juegos de magia que se ven en el espectáculo son técnicamente complejos. Hacerlos cada día dos veces, o incluso tres, requiere de una gran concentración y de un gran entrenamiento», explica. Cuenta que hay juegos que le han llevado un año de su vida y otros con efectos «tan realmente ingeniosos que si la gente supiera cómo los hacemos aún alucinaría más». En cualquier caso, por muchas nuevas tecnologías «alucinantes» que se empleen, «seguimos soprendiéndonos con una moneda que aparece y desaparece».

Y todo, todo, «tiene truco». Algunos espectadores se afanan por descubrirlo como si fuera «un reto intelectual», como si pillar al mago fuera el mayor premio. «Y me hace mucha gracia porque siempre pierden», sentencia. Ni un mago como él es infalible, pero quien cuenta con un bagaje detrás tiene ya «un plan B, un plan C y un plan D, y es muy difícil que todo falle». No se lo puede permitir: «Alo mejor un cantante desafina un instante y puede salvar el concierto; pero en la magia puedes hacer un espectáculo de 10, que como en un juego la hayas cagado, la gente se va a ir con eso».

Aplica la ciencia, la tecnología, la técnica, la habilidad y el ingenio en la creación del truco más sorprendente todavía. En su cabeza dan vueltas muchos que aún no sabe cómo llevar a escena. Pero resulta que Antonio Díaz además de mago es optimista: «Y así lo ves todo posible».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios