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Doce de los escritores emergentes malagueños, marcados por su carácter multidisciplinar, posan delante del Cubo del Museo Pompidou, en Muelle Uno.
Los nuevos escritores del paraíso

Los nuevos escritores del paraíso

La adaptación a otras disciplinas artísticas y la abundancia de poetas define a la generación emergente de la literatura malagueña

Alberto Gómez

Domingo, 10 de abril 2016, 20:16

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Una heterogénea hornada de escritores emergentes comienza a abrirse paso en las iniciativas culturales y las editoriales malagueñas. Su concepto de la juventud se acerca más a Pizarnik y su «Recuerdo mi niñez / cuando yo era una anciana» que al «divino tesoro» que prometió Rubén Darío. Tienen menos de treinta y cinco años, no están dispuestos a conformarse con un solo lenguaje artístico y han sustituido la tradicional soledad del escritor por trincheras comunes y urbanas. El corsé de los géneros literarios les aprieta y beben de la pintura, el teatro, la música, la danza y la fotografía. SUR ha reunido en abril, el mes del libro, a parte de esta nueva cosecha, que ha levantado un puente que cruza las generaciones anteriores, sin obviarlas, para retomar la tradición poética de la ciudad del paraíso que describió Aleixandre.

La abundancia de poetas es lo primero que llama la atención. «La novela requiere un trabajo funcionarial que, en este tiempo tan acelerado, no todos quieren asumir», explica Alejandro Simón, autor de 'Nódulo noir' y una de las voces más poderosas de esta nómina de escritores nacidos entre los ochenta y los noventa. Simón participó hace algunos años en un montaje experimental con la cantante Christina Rosenvinge en el que poesía y música funcionaban como interlocutores de un mismo diálogo. Como él, muchos otros miembros de su generación han buscado nuevas vías de expresión.

El director del Centro Andaluz de las Letras, Juan José Téllez, reconoce esa tendencia multidisciplinar como una de las características comunes entre los escritores emergentes: «En la poesía malagueña más joven destacan la inexistencia de un canon estético y el hecho de que quienes incurren en este género no excluyen otras actividades». Bajo esas premisas se mueve Violeta Niebla, que encuentra en la fotografía y el teatro canales de expresión que frecuenta tanto como la poesía, cuando no más. Nacida en 1981, acaba de publicar 'No serás mi baby', un libro sobre los primeros amores fallidos: «Sentía que necesitaba comunicarme de otra forma distinta al diálogo y que además no esperaba respuesta. Entonces vi que no necesitaba comunicarme, necesitaba escribir».

A diferencia de generaciones anteriores, los escritores más jóvenes no ven supeditada al papel la difusión de su obra. «Publicar no es imprescindible, aunque es un caramelo», reconocen. Algunos de ellos comenzaron escribiendo en blogs y portales de Internet. El interés de las editoriales suele llegar de la mano de los cientos de concursos literarios que cada año se convocan en España. A pesar de sus veinticinco años, Cristian Alcaraz ha recibido numerosas distinciones y ha publicado poemarios como 'Turismo de interior' o 'La orientación de las hormigas'. Es, junto a David Leo, el único malagueño que figura en la genial antología nacional 'Tenían veinte años y estaban locos', una recopilación de «autores que luchan en la calle, en la Red y en el papel con la poesía como estandarte».

La admiración por generaciones anteriores constituye otro de los hilos comunes de esta nueva cosecha. Les pedimos que nombren a algunos referentes y citan a autores malagueños ya consagrados como Chantal Maillard, Antonio Soler, José Infante, María Victoria Atencia, Francisco Cumpián, Manuel Alcántara o Isabel Bono. De nuevo ganan por goleada los poetas, por lo general acostumbrados a perder. Ángelo Néstore, italiano de nacimiento pero residente en Málaga desde hace años, llegó a traducir a su idioma natal 'Cuánto dura cuanto', de María Eloy-García: «Se trató casi de una purga poética, necesitaba plasmar por escrito la pequeña revolución de que sus versos habían provocado en mí». La influencia de generaciones anteriores, potenciada por la cercanía, ha resultado fundamental en las primeras obras de muchos de estos jóvenes escritores, que huyen de la cruel tradición literaria consistente en matar, de forma figurada, al 'padre', tan bien escenificada por Gombrowicz, al que una leyenda atribuye haberse despedido de Buenos Aires al grito de «¡Maten a Borges!».

Álvaro Campos es el 'veterano' de esta generación. Ha coordinado la antología 'Una nueva nostalgia', que recoge textos de dieciséis poetas malagueños menores de treinta años. «Vivir en esta ciudad es una suerte para cualquier escritor, es una potencia cultural», asegura. Algo parecido opina Alejandro Robles, que destaca el apoyo institucional que numerosas iniciativas artísticas reciben en la provincia: «Hay que valorar que las actividades no sean clasistas y que incluyan a escritores de todo tipo en espacios como La Caja Blanca». Jesús Baena y Jorge Villalobos son dos de los benjamines del grupo, aunque ambos han sido premiados ya en varias ocasiones. Algunos de sus poemas aparecen en la antología de Campos, donde también están presentes Beatriz Ros y Mar López.

Pese a su precocidad, ninguno aspira a vivir de la literatura. «Es como aspirar a ganar la lotería. Hay que ser realistas. Yo aspiro a tener una casa con un poco de césped y a llegar a fin de mes comiendo sushi de vez en cuando», dice Cristian Alcaraz. La mayoría tiene 'minijobs' «que sirven para pagar el alquiler puntualmente», aunque sus cabezas «están en los proyectos artísticos», como confiesa Violeta Niebla. Caso aparte es David Leo, uno de los poetas más destacados de su generación (autor de 'Urbi et orbi' o 'Dime qué') y que ha encontrado en concursos televisivos como Saber y Ganar, Pasapalabra o Avanti su peculiar modo de financiación. «Al principio buscaba una fuente de diversión, pero con el tiempo se ha convertido en una buena forma de conseguir dinero», afirma.

El escritor y director del Aula de Cultura de SUR, Pablo Aranda, asegura que, aunque la poesía ha sufrido cierta histórica marginalidad con respecto a la novela, esta nueva generación «está dando la vuelta a esa tendencia, y para ellos quizá sea la prosa el género situado más al margen». Entre los prosistas más prometedores destacan Jesús Nieto o Cristian Crusat, cuyos relatos han generado grandes expectativas entre la crítica nacional. Téllez sostiene que los narradores malagueños emergentes «son al mismo tiempo formidables lectores que están al tanto de las últimas corrientes literarias y comparten la complicidad con sus lectores y una clara pesquisa en busca de nuevas formas narrativas».

Aranda descarta la juventud como valor literario en sí mismo: «Busco leer algo que estremezca, y eso no depende de la edad». Más radical se muestra Alejandro Simón, que aboga por «prohibir publicar antes de los treinta años, por esa celeridad que hay entre los jóvenes por trascender». Iniciativas como el espacio artístico Cienfuegos o la editorial independiente Mitad Doble dan salida a las necesidades de expresión de los autores emergentes. Santos Moreno ha lanzado bajo este último sello los libros 'Melodía para insomne' y 'Las mujeres que fui'. También Daniel Henares y María Luisa Porras prevén publicar sus relatos de la mano de esta editorial. Quien ya tiene varias novelas en las librerías es Tania López, que con dieciocho años escribió 'El portal de la Tierra', una narración inspirada en episodios mitológicos, y que recientemente ha publicado 'Recuerdos de un instante'.

Los doce escritores que aparecen en estas páginas, inevitablemente incompletas, y otros muchos que no pudieron acudir al Cubo del Pompidou el pasado miércoles componen la foto fija de la creación literaria malagueña, que apuesta por la ironía pero no se despoja de la sentimentalidad, que juega con las formas pero respeta a los clásicos, capaz de hacer de su eclecticismo bandera y a la vez obstáculo. Para todos los gustos.

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