Borrar
Visitantes en la muestra de la Caixa.
Napoleón y la lata de atún

Napoleón y la lata de atún

Una exposición de La Caixa recupera la historia de objetos cotidianos como una pinza de tender o un clip que también han cambiado la historia de la humanidad

Álvaro Soto

Viernes, 25 de marzo 2016, 02:11

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

¿Qué tiene que ver Napoleón con la lata de atún? Pues bastante más de lo que parece. Durante su imperio, Napoleón organizó un concurso para encontrar una manera de conservar durante más tiempo los alimentos perecederos. El premio lo ganó su compatriota Nicolas Appert, que utilizaba frágiles botellas de vidrio que luego eran esterilizadas en agua hirviendo. Partiendo de esta idea, un inglés, Peter Durand, pensó que más eficaz que el cristal (y más barato) era utilizar finas planchas de hierro revestidas de estaño. El rey Jorge III le concedió la patente en 1810 y el resto, decenas de latas en cualquier despensa, es ya historia.

La exposición

  • Fecha Del 18 de marzo al 18 de abril de 2016

  • ¿Dónde Carpa instalada en la Plaza de Salvador Dalí de Madrid, Avenida de Felipe II

  • Horario De lunes a viernes, de 12.30 a 14 h y de 17 a 21 h. Sábados, domingos y festivos, de 11 a 14 h y de 17 a 21 h

La Obra Social 'La Caixa' ha organizado en Madrid la exposición 'Héroes ocultos. Inventos geniales. Objetos cotidianos', una muestra que busca reivindicar el legado de los inventores desconocidos. Porque la rueda o la penicilina hicieron evolucionar a la humanidad, pero ¿no cambiaron también el mundo las tiritas? Que se lo pregunten a cualquier padre o madre...

"Los héroes ocultos son objetos fabricados millones de veces, pero que siguen siendo indispensables en el día a día. Han demostrado su valía una y otra vez y, en esencia, han permanecido inalterables durante décadas", explican los organizadores de la muestra.

Cierto es que una pinza de tender, un clip, un post-it o un archivador de anillas tienen poco glamour, pero cualquier diseñador habría dado su brazo derecho por ser su inventor. "En tanto que productos industriales, encarnan ideales de la modernidad que aún hoy son relevantes: economía de materiales, funcionalidad y durabilidad. El deseo de cualquier diseñador es crear productos perdurables como estos", cuentan los promotores de la exposición, que también han reservado un espacio para los objetos españoles que han transcendido: el botijo, la fregona, las aceiteras antigoteo y el abanico.

Algunos 'inventos geniales'

Archivador de anillas: El mecanismo de palanca que sigue siendo universal en los archivadores de anillas de la actualidad apenas ha cambiado desde que lo inventara Louis Leitz en 1896. Este invento respondía a la creciente cantidad de correspondencia que supuso el inicio de la industrialización. Si bien la digitalización ha provocado el declive del archivador de anillas, sigue siendo el método más generalizado de archivado analógico y mantiene su importancia como símbolo por excelencia del trabajo de oficina.

Lápiz: El lápiz es el primer instrumento de escritura que utilizamos de niños, ya que permite borrar los errores. Es también el más antiguo: sus orígenes se remontan al siglo XVI, cuando fue descubierto un depósito de grafito en el norte de Inglaterra. Nicolas Jacques Conté ideó el método que sigue usándose en la actualidad para fabricar los lápices: una mina de arcilla y grafito endurecida en un horno y revestida de madera.

Plástico de burbujas: A finales de la década de 1950, los ingenieros Al Fielding y Marc Chavannes investigaban el desarrollo de un nuevo tipo de papel pintado de material plástico con textura. Durante un viaje en avión, Chavannes tuvo la impresión de que las nubes amortiguaban el descenso del aparato antes del aterrizaje: de esa anécdota surgió la ingeniosa idea de utilizar aire, sellado dentro de una película de plástico, como material de embalaje.

Tirita: A principios del siglo XIX sus usos aún no estaban bien definidos. Citoplast, una de las primeras cintas adhesivas comercializadas, se vendía tanto para tratar heridas leves como para reparar neumáticos de bicicleta. Esas dos aplicaciones no tomaron caminos separados hasta 1920, cuando Earle Dickson, para tratar las heridas de su esposa, decidió pegar un pequeño trozo de gasa a una tira de cinta adhesiva y protegerla con un pedazo de tela. Poco después, Johnson & Johnson empezó a fabricar su invento con el nombre de Band-Aid.

Cremallera: Para muchos adultos, el funcionamiento de la cremallera sigue siendo un misterio. La solución se oculta dentro del cierre: a ambos lados de la tira unos dientes idénticos con punta convexa y base cóncava van uniéndose alternativamente para formar una columna. La estructura de interbloqueo impide que se desplacen hacia los lados. Para abrir la cremallera, el cierre los levanta ligeramente y se separan. A principios del siglo XX, el ingeniero Gideon Sundbäck dedicó siete años a perfeccionar este mecanismo.

Clip: Los conservadores y críticos de diseño han hablado de «humilde obra maestra» o «maravilla utilitaria y estética» para referirse al clip o sujetapapeles, cuyos orígenes se remontan a finales del siglo XIX, cuando se crearon las primeras máquinas capaces de doblar y cortar alambre de acero. La función del clip está basada en el principio de la elasticidad, formulado por el físico británico Robert Hooke ya en 1678.

Cinta adhesiva: Pega cosas que tienen que estar pegadas, permite reparar pequeñas rasgaduras y roturas, y es indispensable para manualidades y embalajes: la cinta adhesiva se inventó casi simultáneamente en Estados Unidos y Alemania. En la actualidad existen miles de tipos de cintas adhesivas para usos específicos.

Velcro: El velcro es el ejemplo típico de la biónica, la aplicación de principios biológicos naturales a la creación de sistemas técnicos. En este caso, la dificultad de arrancar las espinas de cadillo del pelo de su perro fue lo que inspiró al ingeniero suizo Georges de Mestral para inventar este sistema de cierre en 1941. Creó dos tiras de nailon, una con ganchos rígidos y la otra con bucles blandos, y fue mejorando su creación hasta que a mediados de los años cincuenta estuvo lista para la producción en serie.

Taco de pared: En 1910, el British Museum contrató al ingeniero John Joseph Rawlings para realizar unas instalaciones eléctricas con la condición de que dañara lo mínimo las paredes. La solución hallada por Rawlings consistió en un taco que funcionaba según el principio de «agarre mediante expansión». Estaba hecho con fibras de yute saturadas con cola. Casi cincuenta años más tarde, el inventor suabo Artur Fischer concibió el taco de expansión de plástico que hoy se utiliza prácticamente en todo el mundo.

Mosquetón: En los deportes de montaña, la vida del deportista depende del mosquetón, que recibe su nombre de un arma de fuego similar a un fusil que los soldados de caballería se colgaban de la bandolera con un gancho. En 1909, Otto Herzog introdujo ya el mosquetón como sistema de seguridad para alpinistas. En 1957, Yvon Chouinard, pionero estadounidense en deportes alpinos, empezó a producir modelos especiales de mosquetón para escaladores. Aunque originalmente eran de acero, hoy en día la mayor parte se fabrican en aluminio.

Paraguas: El paraguas es el heredero de la sombrilla, concebida para protegerse del sol y no de la lluvia, como su nombre indica. Durante mucho tiempo fue un elemento exclusivamente femenino, hasta que en el siglo XIX se convirtió en atributo habitual del caballero inglés. En 1928, Hans Haupt inventó en Berlín el primer paraguas plegable de bolsillo. En una sociedad cada vez con mayor movilidad, el paraguas compacto pasó a convertirse rápidamente en un práctico accesorio.

Portalatas: ¿Cómo transportar seis latas de bebidas con el mínimo gasto, esfuerzo y material de embalaje? El ingeniero investigador Ougljesa Jules Poupitch decidió dar respuesta a esa pregunta a finales de los años cincuenta. Fue la primera persona en descubrir las posibilidades del plástico como material elástico que podía ser utilizado para crear una solución de embalaje minimalista para las latas de bebidas, con una cinta que permitía cargar seis de ellas. En la actualidad se fabrican miles de millones con formas y tamaños muy variados.

Tetrabrick: La invención del tetrabrik supuso un golpe maestro en el terreno de los envases y una revolución en el del transporte y la logística. Impresionado por los avances de la industria de envases estadounidense en los años cuarenta, el empresario sueco Ruben Rausing empezó a investigar posibles sustitutos de la botella de leche. Inventó un sistema que permitía dar forma de tubo a un cartón revestido, llenarlo de leche y sellarlo en envases individuales en forma de tetraedro.

Goma elástica: Thomas Hancock fundó la industria británica del caucho a mediados del siglo XIX. Descubrió el proceso químico y tecnológico que permitía fabricar goma a partir de caucho endurecido al añadirle sulfuro. En 1844, Steve Perry inició la comercialización de la primera goma elástica. Desde entonces representa la elasticidad con una mezcla de sencillez y atractivo estético.

Pinzas para tender: Las primeras pinzas para tender la ropa fueron fabricadas con largas varillas. Posteriormente hubo modelos tallados o modelados artísticamente en un torno. En 1853, el estadounidense David M. Smith ideó el prototipo de la pinza moderna: dos partes idénticas unidas por un muelle de alambre. Aunque a menudo se las considera obsoletas, las pinzas siguen existiendo, en parte porque facilitan el método más económico y ecológico de secar la colada.

Sacacorchos: El sacacorchos nació a finales del siglo XVII. Para poder almacenar vino durante más tiempo, la búsqueda de alternativas a las barricas de roble condujo a la utilización de botellas de vidrio que se sellaban con un tapón de corcho. La primera patente de sacacorchos fue concedida en 1795 al clérigo británico Samuel Henshall. Se calcula que en la actualidad existen aproximadamente 50.000 modelos distintos.

Bombilla: Su invención se atribuye a Thomas Alva Edison en 1879, aunque hubo importantes precursores en las décadas anteriores y, de hecho, el inglés Joseph Wilson Swan se le adelantó. Sin embargo, Edison mejoró los tipos de lámparas incandescentes existentes y sentó las bases de un sistema eléctrico funcional que acabó posibilitando que la bombilla pudiera competir con las lámparas de gas. En la actualidad existen fuentes lumínicas más eficaces, pero difícilmente pueden alcanzar el atractivo estético de la bombilla incandescente.

Bolígrafo: El bolígrafo es sinónimo de posibilidad de escribir kilómetros y kilómetros fluidamente y por poco dinero. En la actualidad poca gente sabe que numerosos ingenieros dedicaron mucho tiempo y mucha energía al problema de cómo obtener un flujo uniforme de tinta. Colocando una bola en la punta del bolígrafo, el inventor húngaro László József Bíró halló por fin una solución satisfactoria, en la que se basa el modelo presentado por Marcel Bich en 1950, el BIC Cristal.

Notas adhesivas. A finales de los años sesenta, Spencer Silver, científico del laboratorio de investigación de 3M, trabajaba en la creación de un nuevo adhesivo extrafuerte. Sin embargo, dio con una cola de escasa potencia que permitía pegar cosas, pero también despegarlas a continuación. Un compañero de Silver, Arthur Fry, molesto porque el punto de libro del cantoral que utilizaba en los ensayos del coro se le caía constantemente, tuvo la idea de recubrir el papel con aquel nuevo adhesivo para crear puntos de libro de quita y pon. Las notas adhesivas Post-it fueron comercializadas en 1980.

Cerillas: En 1848, el químico alemán Rudolf Christian Boettger inventó las cerillas modernas al sustituir el fósforo blanco tóxico que había sido utilizado hasta entonces para las cabezas por el fósforo rojo de la tira de fricción de la caja. Así se eliminaba el peligro de que la cerilla se encendiera sola. Ya en 1896, una cervecera encargó 50.000 unidades para anunciar su producto, lo que impulsó la creación de máquinas para la producción industrial de cerillas.

Lego: El nombre comercial Lego, con el que el fabricante de juguetes Ole Kirk Christiansen bautizó su empresa en 1934, deriva de las palabras danesas leggodt (juega bien). En un principio, Christiansen producía juguetes tradicionales de madera, pero empezó a investigar nuevos materiales y, en 1947, adquirió la primera máquina de modelado por inyección de Dinamarca. El primer ladrillo Lego fue fabricado dos años más tarde, y en 1958 ya había adquirido la forma definitiva que posee en la actualidad. La Asociación Británica de Jugueterías eligió las piezas de Lego como «juguete del siglo XX».

Bolsa de té: La invención de la bolsa de té fue supuestamente producto de la casualidad: a principios del siglo XX, el comerciante de té estadounidense Thomas Sullivan decidió enviar muestras de sus productos en pequeños paquetes de seda. Algunos de sus clientes los introducían en agua caliente sin abrirlos para probar su calidad. En 1913, dos empresarios alemanes, Eugen Nissle y Rudolf Anders, registraron el nombre Teefix como marca de una bolsa de té de muselina. Las confeccionadas con fibra de papel no se generalizaron hasta después de 1930, cuando apareció la posibilidad de sellar el papel con calor.

Botijo: Esta vasija de barro poroso es conocida en todo el Mediterráneo. Se usa para almacenar y refrescar el agua hasta diez grados. El botijo no tiene inventor, sino que se trata de un objeto genérico basado en el conocimiento acumulado a lo largo de los siglos. El principio es sencillo: barro sin esmaltar con poros abiertos. A través de dichos poros la vasija exuda pequeñas cantidades de agua que, al entrar en contacto con el aire mediterráneo, cálido y seco, se evapora en la superficie del recipiente y lo enfría.

Fregona: Manuel Jalón, un ingeniero aeronáutico español, diseñó en 1964 un artilugio que sustituiría al trapo de fregar ordinario: una escoba con flecos de tela con su correspondiente escurridor en forma de cono insertado en un cubo, ideado para escurrirla retorciéndola y ejerciendo presión. Este invento permitía escurrir el agua sucia sin mancharse las manos y fregar sin necesidad de ponerse de rodillas.

Aceiteras antigoteo/span>: El problema de la aceitera tradicional era que, al gotear el aceite por su cuello, se hacía pegajosa o resbaladiza y, además, manchaba los manteles. Buscando una solución para evitar el goteo y el vuelco, Rafael Marquina se inspiró en los recipientes y matraces de laboratorio, los instrumentos más precisos que existen para almacenar y manipular líquidos. El resultado fue una aceiteravinagrera de forma cónica que permite que el aceite vuelva a fluir hacia el contenedor. Marquina recibió el premio Delta de oro por este invento en 1961.

Abanico: En el siglo XVI los marineros portugueses trajeron el abanico a Europa desde Asia. Hasta el siglo XX fue un símbolo de estatus social y un accesorio indispensable para las damas distinguidas. Con el cambio de los modelos tradicionales y la emancipación de la mujer, en la segunda mitad del siglo XX se convirtió más bien en un souvenir y un popular medio publicitario. No obstante, el abanico sigue siendo un elemento característico de la cultura española. En la actualidad, la mayor producción de abanicos de España se concentra en Valencia.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios