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Un grupo de visitantes asiste a la comprobación del estado de uno de los cuadros.
Entre las bambalinas del Museo Ruso de Málaga

Entre las bambalinas del Museo Ruso de Málaga

El centro de Tabacalera abre al público el montaje de sus nuevas exposiciones en una iniciativa pionera

Antonio Javier López

Sábado, 23 de enero 2016, 01:58

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málaga. Un visitante pelo cano, ropa deportiva negra y pequeño bolso en bandolera apura su copa de balón con tres dedos de Baileys antes de la última llamada para comenzar el paseo. Forma parte del segundo grupo, que se cruza en el recibidor con el primero, en el que han participado María del Carmen Jiménez e Ignacio Gómez, un matrimonio de Melilla ya metido en eso que llaman la edad dorada que pasea por las salas de Tabacalera como dos adolescentes: cogidos de la mano.

«En el hotel nos han recomendado la visita. Ya conocíamos el Thyssen y el Museo Picasso, pero este no y, aunque los cuadros no están colgados, nos ha gustado mucho la experiencia», adelanta María del Carmen, fiel desde hace años a su cita con el alumbrado navideño de la capital y con las escapadas al otro lado del Mediterráneo. «La verdad es que es un privilegio ver el museo así», acota Ignacio, nieto de los fundadores de la Venta Galwey, donde pasó, allá por la infancia, «los mejores veranos del mundo».

María del Carmen e Ignacio apuran la primera visita guiada gratuita de la tarde por los montajes de las nuevas exposiciones del Museo Ruso, que hasta mañana domingo se marca con esta iniciativa una propuesta pionera entre los equipamientos culturales del país. «Hemos querido que el visitante vea la tramoya del museo, cómo se diseña una exposición, cómo se catalogan las obras, cómo se van sacando de las cajas y se va documentando su estado antes de colgarlas en las salas...», resume Javier González, coordinador del departamento de Gestión de Visitantes de la agencia municipal que agrupa el Centro Pompidou Málaga, la Colección Museo Ruso y la Fundación Picasso-Museo Casa Natal.

Y la llamada del Museo Ruso ha tenido una respuesta nada desdeñable: una docena de participantes en la primera visita, quince en la segunda de la tarde.Así, cada media hora, de cinco a ocho, hasta mañana domingo. Ya el jueves de la semana que viene llegarán las inauguraciones de Las cuatro estaciones en el arte ruso y Sota de diamantes, las nuevas propuestas de la filial del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo. La primera muestra permanecerá en Tabacalera un año; la segunda, hasta el próximo mes de julio.

Antes de eso, el equipo de montaje debe colgar en las salas de Tabacalera más de 150 cuadros. Todos deben quedar a unos 160 centímetros del suelo, la altura media estimada. Claro que, antes de eso, hay que hacer media docena de operaciones aritméticas, teniendo en cuenta la altura del cuadro, la posición de los cáncamos o soportes, la distancia con la obra más próxima (si la hay)... así que no extraña que el teléfono móvil de Pedro Ramírez tenga abierta la aplicación de la calculadora.

Pedro yJuan Miguel Crespillo se afanan en el montaje de uno de los cuadros de Sota de diamantes mientras los visitantes se arremolinan a su alrededor. «Si es difícil colgar un cuadro en casa, imagínense aquí», bromea la mediadora Alba Mateo, encargada de guiar el primer recorrido de la tarde por las salas del Museo Ruso, desde cuya central en San Petersburgo han llegado cinco representantes para participar en la instalación de las exposiciones.

Los cinco rodean Valle fluvial. Otoño, obra de Isaac Leviatan que lleva el código 9701100000, la clave 29-10, pesa 2,3 kilos y está valorado en 700.000 euros, según la documentación manejada por los especialistas que montan Las cuatro estaciones en el arte ruso. Uno de ellos repasa con un rotulador negro uno de los desconchones del marco, mientras otro pega los ojos a la obra con una linterna.

Llega el siguiente grupo de visitantes y los técnicos rusos detienen la tarea. Se miran todos entre sí, un poco incómodos, como si no estuvieran acostumbrados. Y es lógico. Algo así no sucede a menudo.

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