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El cuadro de Zuloaga permanecerá en el Museo Carmen Thyssen hasta el próximo 14 de febrero.
La enigmática condesa pasa el invierno en Málaga

La enigmática condesa pasa el invierno en Málaga

El Museo Carmen Thyssen exhibe una pieza emblemática de Ignacio Zuloaga procedente del Bellas Artes de Bilbao

Antonio Javier López

Viernes, 13 de noviembre 2015, 00:22

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Cuentan que la fascinación que ejercía era más intelectual que física. De hecho, en rigor, tampoco era demasiado agraciada. Por eso, cuanto el empresario José Ramón de la Sota compró el cuadro para cederlo al Museo de Bellas Artes de Bilbao, se llevó un mal rato considerable. Era el lienzo donde se veía más hermosa y lo quería para ella. El berrinche llegó a oídos de Eugenio DOrs, que, ni corto ni perezoso, espetó: «En lugar de enfadarse, debería darle las gracias al pintor». El pintor era Ignacio Zuloaga y ella, la protagonista de esta historia, Anna Mathieu de Noailles.

El director del Bellas Artes de Bilbao, Javier Viar, recuerda esta anécdota, una de las muchas que trufan la biografía de la mujer enigmática que protagoniza Retrato de la condesa Mathieu de Noailles (1913), la pieza procedente de la pinacoteca bilbaína que desde ayer puede verse en el Museo Carmen Thyssen Málaga. Una «obra invitada» que permanecerá en la institución de la calle Compañía hasta el próximo 14 de febrero gracias al patrocinio de Gómez-Villares, Álvarez y Atencia Abogados y SUR.

El retrato de la condesa cuelga ya en las paredes del palacio de Villalón junto a Corrida de toros en Eibar (1899), otra pieza de Zuloaga que representa uno de los títulos más destacados de la colección del Thyssen malagueño. «Se trata de dos piezas que complementan perfectamente. Con la corrida de Eibar, Zuloaga muestra un pueblo convertido en una plaza de toros en esa España negra y marginada que sirvió de asunto central a la Generación del 98. El retrato de la condesa es justo lo contrario, es el cuadro de la sofisticación, del cosmopolitismo y de los salones de la Belle Epoque parisina que conoció el artista», glosaba ayer el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

La directora artística del Museo Carmen Thyssen, Lourdes Moreno, abre la puerta a la intensa biografía de la condesa, que también fue retratada por Kees van Dongen, Philip de László y Auguste Rodin: «El cuadro de Zuloaga es el homenaje a una mujer apasionante. Una poeta de familia aristocrática de origen rumano que en París se casa con el séptimo conde de Noailles y entra así en la aristocracia. Era una mujer muy aficionada a la literatura y creó un salón literario en la calle Hoche, por el que pasaron autores como Valéry, Gide, Cocteau y Colette. Ejerció sobre ellos una gran fascinación intelectual».

Hilandera del lirismo

Y no sólo sobre ellos. Ortega y Gasset firmaba diez años después del retrato elaborado por Zuloaga el libro La poesía de Anna de Noailles (1923), donde escribe: «Tal vez no haya habido en todas las literaturas modernas otra mujer dotada de parejo ímpetu poético () es la hilandera mayor del lirismo francés». Un coro de voces laudatorias al que se sumó Jean Cocteau en una carta dirigida a la condesa, donde firmaba: «Es usted más exquisita que Ronsard, más noble que Racine y más magnífica que Hugo».

«De todos los retratos realizados por Zuloaga éste es uno de los que presenta un mayor magnetismo. La figura de la condesa aparece tratada con sensualidad y lirismo, evidenciando su personalidad y la fascinación que ejerció entre algunos de los miembros del prestigioso círculo literario e intelectual que la rodeaba», sostiene la directora artística del Museo Carmen Thyssen, refugio ahora de la condesa de Noailles donde olvidar los primeros rigores del frío norteño.

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