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El pintor Jorge Lindell.
Muere Jorge Lindell, el revolucionario apacible

Muere Jorge Lindell, el revolucionario apacible

Promotor del colectivo Palmo, el pintor se mantuvo siempre fiel a la abstracción. Lindell es una figura esencial para comprender el tránsito hacia la modernidad de las artes visuales en Málaga desde mediados del siglo pasado

Antonio Javier López

Domingo, 16 de agosto 2015, 13:07

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Hace diez, doce días, llamaron por teléfono a su casa. Sonaron varios tonos, pasaron los segundos y quien esperaba empezó a preocuparse. Por fin descolgaron y entonces, el que había marcado preguntó: «Jorge, ¿va todo bien?». Y él: «Sí, sí Es que estaba en el cuarto del fondo, en el estudio pintando, y he tardado en llegar». Quien llamaba era el pintor Eugenio Chicano y quien respondía era el también artista Jorge Lindell, fallecido en la noche del sábado al domingo.

Lindell (Málaga, 1930) estuvo al pie del bastidor hasta el final. Pionero en la renovación de la pintura malagueña de mediados del siglo pasado, melómano apasionado, promotor del colectivo Palmo, erudito y humilde, la amplia trayectoria de Lindell era resumida ayer con una misma palabra por parte de sus allegados: «coherencia». Tanto en la vida como en la obra.

«Fue el primero que rompió con la pintura tradicional que se veía en Málaga», rememoraba ayer Eugenio Chicano, antes de traer a la memoria la rompedora exposición que Lindell presentó en la sede malagueña de la Sociedad Económica de Amigos del País allá por 1952.

«Consistía en una serie de variaciones que, a partir de distintas composiciones, sobre todo de Beethoven, se iban convirtiendo en abstracciones. Recuerdo que en la parte alta de la sala presentó un friso de papel que era memorable», ofrecía ayer Chicano en la despedida de «un amigo, un compañero y un maestro».

«Siempre fue un pintor moderno, desde sus comienzos le interesó la abstracción y a ese lenguaje se mantuvo fiel, pese a lo complicado que era, sobre todo al principio, en aquellos años 50 en Málaga», apostillaba Enrique Brinkmann, compañero de Lindell en aquella aventura que fue el colectivo Palmo, esencial para comprender el tránsito hacia la modernidad de las artes visuales en Málaga. Entre finales de los años 70 y principios de los 80, Palmo se convirtió en el catalizador del afán de renovación de un grupo de artistas, docentes y profesionales liberales, primero desde la planta superior de la Librería Proteo y después desde su fugaz sede en la calle Alcazabilla. «Él fue en gran animador del grupo, uno de los más activos, junto con Stefan», aportaba ayer Brinkmann.

Dibujar con manchas

En aquella experiencia transformadora también participó el artista y abogado José Manuel Cabra de Luna, presidente de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, a la que también pertenecía Lindell. «Es un magnífico ejemplo de honradez artística a partir de una obra reconocible y personal» , glosaba Cabra de Luna.

El presidente de la Academia de San Telmo acotaba ayer, nada más conocer la noticia del fallecimiento del artista: «Lindell dibujaba a través de sus manchas de color. Tomó el camino del expresionismo abstracto con una gama de color muy particular, no hacia los colores puros y potentes, como suele ser habitual, sino que se fue sumergiendo en los tonos marrones, azules y grises más matizados», seguía Cabra de Luna, quien quiso reivindicar la vertiente pedagógica del autor: «Enseñó a muchos a pintar, pero sobre todo a grabar, y lo hizo siempre de una manera generosa y desinteresada».

Porque Lindell «fue un revolucionario, pero no un polémico», en palabras de Chicano, quien ayer lamentaba el hecho de que el autor haya sido «muy poco celebrado en Málaga». El propio Chicano, como director de la Fundación Picasso-Museo Casa Natal, promovió la retrospectiva que pudo verse en el Palacio Episcopal en 1997, el montaje más ambicioso realizado hasta la fecha en torno a la trayectoria del pintor.

El gran renovador

«En la renovación de la pintura malagueña de los años 50 fue uno de los miembros más activos», remataba el galerista Alfredo Viñas, en cuya sala encontró la pintura de Lindell uno de sus escaparates más fieles. Una fidelidad, en este caso a la abstracción, destacada también por Viñas a la hora de apuntalar la trayectoria de Lindell, «el primero en abrir el arte en Málaga hacia las corrientes de la modernidad», en palabras de la directora del Centro de Arte Contemporáneo de Vélez-Málaga, Mariluz Reguero.

Tanto Reguero como Viñas coincidían ayer a la hora de destacar la figura de Lindell como la de un gran renovador «casi un revolucionario» de la plástica malagueña de mediados del siglo XX tocado por un carácter apacible, por una serenidad muy alejada de la farándula cultural. Hoy a las 10.15 horas está previsto su último adiós en el Parque Cementerio de Málaga (Parcemasa). Se va Lindell, queda su obra.

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