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Antonio Javier López
Martes, 13 de enero 2015, 00:44
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Aquel gélido diciembre de 1915, mientras Petrogrado se desangraba en la guerra, Kazimir Malevich lanzaba en 0.10. La última exposición futurista un cuadro como un esputo contra las convenciones del arte, contra la propia capacidad de la pintura para narrar la historia. Cuadrado negro era justo eso, sin más, rodeado por un perímetro blanco y por el deseo febril de su autor de crear un arte nuevo para un hombre y un mundo nuevos.
La pieza pronto se convertiría en uno de los iconos de las vanguardias y su autor emerge justo un siglo después como uno de los principales argumentos en la carta de presentación de la sede planteada en Málaga por el Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo. Porque Malevich, junto a otros secuaces de las vanguardias como Marc Chagall o Alexander Rodchenko, brillan no sólo en el catálogo de la primera exposición de largo recorrido del centro, sino que también figuran como protagonistas de sus primeras muestras temporales.
Así lo avanzaban ayer el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y el director general del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo, Vladimir Gusev, durante la presentación en sociedad de las dos primeras propuestas expositivas de la sede malagueña, cuya inauguración en Tabacalera fijó De la Torre para dentro de apenas dos meses: «Todo va a estar listo para recibir obras en febrero y ofrecer la colección abierta al público a lo largo de marzo».
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El estreno tendrá como reclamo dos exposiciones: Arte ruso. Siglos XV-XX y La época de Diaghilev. La primera selección permanecerá en Málaga, en principio, hasta noviembre en virtud del contrato firmado entre ambas partes y repasará cinco siglos de arte ruso desde los iconos hasta las pinturas de mediados de la pasada centuria. Por su parte, la exhibición en torno a Sergei Diaghilev, fundador de los Ballets Rusos, podrá verse en Tabacalera entre marzo y septiembre.
Filonov, tercera muestra
Le tomará el relevo una exposición sobre otra figura, quizá menos conocida, de la vanguardia rusa: Pável Filonov. «Hay un estereotipo de que vanguardia es sólo Kandinsky, Chagall, Malevich y nada más y en realidad vanguardia es un periodo mucho más amplio. Creo que Filonov es un artista un poco complicado, pero que en España va a tener mucho interés», sostuvo ayer el representante de la institución rusa.
La filial ocupará durante una década un plazo prorrogable por idéntico periodo más de 7.000 metros cuadrados en dos pabellones de Tabacalera. El presupuesto para su primer año de funcionamiento está fijado en 3,69 millones de euros y de esa cantidad saldrán los 400.000 euros necesarios para poner en marcha las tres primeras muestras surgidas del ingente catálogo de la entidad rusa.
No en vano, Gusev destacó que la imagen corporativa del centro, obra del diseñador malagueño Antonio Herráiz, da protagonismo a estos fondos al bautizar la sede malagueña como Colección del Museo Ruso. Una identidad visual que protagonizaba ayer la anécdota de la jornada, ya que en la documentación entregada a los medios de comunicación, el nombre de la iniciativa aparecía escrito en español (sin tilde en colección), cirílico e inglés (con una errata también en collection, que figuraba con una sola ele).
El director de la Agencia Pública para la Gestión de la Fundación Picasso y Otros Equipamientos Culturales, José María Luna, explicaba después que la ausencia de la tilde en español obedecía a una «licencia de diseño» y que la errata en collection sólo aparecía en la documentación entregada a los medios y no en el dossier oficial del proyecto. Asimismo, Luna reiteraba que se trataba de una «propuesta de trabajo» que no se han impreso aún en ningún tipo de material promocional.
De vuelta a la presentación, Gusev detalló que la vastedad de la colección del museo permite a la entidad preparar «de 30 a 40 exposiciones al año, de ellas unas 10 en el extranjero». Así, el director del museo ruso repasó las iniciativas de la institución rusa en Brasil, Italia, Suecia, Holanda o Austria y apostilló: «Nos damos cuenta de que la gente tiene escaso conocimiento sobre nuestro museo, sobre todo en el extranjero».
Una circunstancia que la institución pretende revertir con esta creciente presencia internacional, si bien el representante del Museo de San Petersburgo matizó: «No estamos pensando en crear sedes en diferentes ciudades del mundo, porque tienen que coincidir diferentes razones».
En palabras de Gusev, esa confluencia se ha dado en el caso malagueño por las recomendaciones de la Embajada rusa en España, por el interés municipal en llevar a cabo el proyecto y por el hecho de contar con una sede, Tabacalera, lista para su uso: «En nuestra manera de trabajar en las exposiciones en el extranjero un año es un periodo muy habitual y aquí ya tenemos el edificio que casi está preparado para recibir la colección». «Este edificio es casi ideal para la exposición y podríamos lanzarlo ya mismo. Tenemos los vecinos del Museo Automovilístico con el que en el futuro podríamos hacer proyectos. Lo único que entiendo es que no está situado en el mismo centro, pero las cuestiones logísticas podríamos solucionarlas con promoción para que la gente llegue a visitarlo», estableció Gusev antes de que el alcalde ahondara en esa senda: «Tabacalera es un sitio ideal para ser el foco cultural más importante del oeste de Málaga».
No teme Gusev la lejanía del circuito expositivo ni la competencia con el otro gran proyecto cultural del alcalde: la sede del Centro Pompidou en el Cubo del puerto, cuya inauguración también está prevista para marzo. «Entendemos que va a crear una competitividad que nos parece muy positiva, porque eso nos llevará a enseñar nuestras mejores obras (... ) Ya hemos realizado colaboraciones con el Pompidou a través de Diaghilev y la presencias de sus ballets en París».
La casa rusa
Además, Gusev abrió la puerta a la llegada de fondos más allá de la institución que dirige: «Vamos a presentar no sólo las colecciones del museo ruso, sino también colecciones privadas o de otros museos (...) Queremos que el museo se convierta en una casa rusa, para crear un puente entre España y la Unión Europea y Rusia».
Un puente que, según los planes de Gusev, también encontrará sus pilares en la música y el teatro llegados del este del mapa continental. De allí donde, hace un siglo, en medio del helo, brotó una nueva forma de crear, de ver el mundo.
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