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Diego Santos posa junto al cuadro que da título a la muestra, ‘Picasso on the Beach’.
Diego Santos se apropia de su vecino Picasso

Diego Santos se apropia de su vecino Picasso

El artista sigue los pasos del genio y toma prestadas sus obras para crear piezas nuevas en una exposición en la Casa Natal

Regina Sotorrío

Martes, 30 de septiembre 2014, 17:56

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El arte se alimenta del arte. Sucede hoy cuando los músicos de hip hop samplean los temas de otros artistas para crear un remix. Ocurría ya el siglo pasado cuando Picasso tomó prestadas las Bañistas de Matisse o Las Meninas de Velázquez. Y se repite ahora en la exposición de Diego Santos. El artista se apropia de Picasso en la propia casa del genio con la colección de 23 obras que desde ayer cuelgan de la Fundación Picasso-Casa Natal. «Esto no es una broma de mal gusto con Picasso, porque lo trato con mucho respeto. Para mí es una excusa conceptual para hacer mi trabajo», matizó Santos en la presentación de Picasso on the Beach. Él es un eslabón más de esa cadena del arte y por eso lanzó el guante: «Yo propongo que los artistas emergentes hagan un sampleado con mi obra, así continúo la historia», apuntó.

Santos es un experto en releer las vanguardias lo lleva haciendo desde los 90, pero con Picasso es diferente. Lo ve como un maestro, ha sido su vecino y, además, lo ha sentido «en el cogote». Durante 30 años Santos vivió en la tercera planta del número 17 de la plaza de la Merced, el mismo lugar en el que Picasso pasó su infancia. En su estudio no estaba solo. «A veces sentí su presencia a mi espalda. Me examinaba, me obligaba a que actuara rápido porque él nunca retocaba un cuadro», contó. Esa «vigilancia» le llegó a suponer una «carga excesiva» de la que hace poco relató se ha liberado mudándose enfrente del puerto de Málaga. «Era tan arrollador que todos los lugares donde estuvo los impregnaba de energía», aseguró.

Picasso on the beach plantea «una reflexión sobre el artista y el arte contemporáneo», en palabras de Santos. Para su comisaria Tecla Lumbreras, «es una forma de acercar al espectador al universo creativo de Picasso desde la mirada a veces devota, a veces irónica y siempre actualizada» de Santos. «Con la libertad que le da esa costumbre que tenía Picasso de revisitar a otros, se ha acercado a su obra y nos ha ayudado a conocerla mejor», añadió José María Luna, director de la Casa Natal, que presentó la muestra junto al alcalde Francisco de la Torre.

La exposición arranca con la portada original de la revista Verve donde Picasso pinta una jábega «recordando su infancia y a Málaga». La dibuja durante su estancia en la Costa Azul y allí aparecen referencias a bañistas y a la mitología, dos de los temas recurrentes del genio. Diego Santos lo toma de referencia para ir más allá: sus bañistas se trasladan del litoral francés a la costa malagueña, con la Farola y la Casa de Botes al fondo; y una de las figuras que en la obra picassiana aparece en el horizonte se convierte en un minotauro tras pasar por el filtro de Santos. Se trata de la pieza que da título a la exposición, Picasso on the Beach.

Esta reinterpretación del Picasso surrealista se contrapone al otro lado de la pared con el genio cubista. En este caso Santos se apodera de uno de los símbolos más utilizados por los cubistas, la guitarra, y la coloca en sus bodegones de inspiración vanguardista. De nuevo con su sello: en Ventana y velador pinta las persianas de su antigua casa en La Merced y las vistas de su nueva residencia frente al Puerto; y en Guitarra y mantilla introduce la fotografía de una mujer con mantilla «un recuerdo que tengo de mi madre», explicó en un homenaje al retrato de Olga Koklova. Santos hace también un guiño al «arte encontrado» de Marcel Duchamp y recrea con desechos de la playa las esculturas Ensamblajes de Picasso. Lo hace, eso sí, a mayor tamaño y con un aire conceptual.

La muestra termina en el lugar en el que empezó todo:su casa. Santos grabó desde su ventana la relación de los paseantes con la escultura de Picasso que vigila la plaza de la Merced. «Ejerce de centro de energía que atrae desde al mendigo hasta a los cruceristas». En un vídeo final de la serie Me mira, me mira..., él mismo interviene en la acción y, oculto bajo una máscara africana, se sienta junto a la estatua. Ahora es Picasso quien se apropia de Santos y le atrapa.

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