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‘La guarida del lobo’ se expone sobre un mural pintado de 70 metros cuadrados.
El artista de las historias camufladas

El artista de las historias camufladas

Medina Galeote «pinta y cuenta» hechos de la II Guerra Mundial en Isabel Hurley

Regina Sotorrío

Sábado, 20 de septiembre 2014, 01:19

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Hay una Historia en mayúsculas conocida por todos: la Segunda Guerra Mundial. Pero dentro, como si de una matrioska se tratara, miles de microhistorias se pierden en el gran relato. «Centrar el foco en ellas puede hacer que las cosas cambien y que aflore la sorpresa», cuenta el comisario y crítico de arte Juan Francisco Rueda. Así sucede también en la pintura de José Medina Galeote: en su obra hay «camuflado» mucho más de lo que a primera vista se ve y se cuenta. Y cuando eso se descubre, sorprende. El artista afincado en Antequera regresa al tema bélico como «vehículo» para desvelar otras historias, en la frontera entre lo real y lo ficticio, en la exposición que ayer inauguró en la galería Isabel Hurley. «Me interesa enseñar sin enseñar, pero no como un juego óptico o didáctico, sino como algo que ha estado siempre ahí, en la naturaleza y también en la guerra», explica.

Con su singular lenguaje de trazos realizados con rotulador acrílico, Medina Galeote propone un viaje entre Guernica-AlexanderPlatz título de la muestra comisariada por Rueda, siguiendo el recorrido que en plena contienda hizo un artículo tan cotidiano como una cubertería. Se sabe que un juego de cubiertos realizados en Joyería y Platería Sociedad Anónima de Guernica acabó en manos de un alto cargo del III Reich. La fábrica «curiosamente» no fue bombardeada y «casualmente» sus propietarios tenían una armería que tampoco fue destruida que suministraba pistolas a las tropas de Franco y al ejército nazi. El artista recrea esos elementos de una forma física con una cuchara, un tenedor y un cuchillo con la frase «por los servicios prestados» grabada en una vitrina y también a través de su trazo en el lienzo Caja de cubiertos. Por los servicios prestados.

AlexanderPlatz la céntrica plaza de Berlín donde se encontró el búnker de Hitler podría haber sido también el destino de un cuadro de Goya. Cuenta la leyenda que Franco quiso regalarle a Hitler el Retrato de la Marquesa de Santa Cruz en la entrevista de Hendaya de 1940. Le pareció un modo de agradecer los servicios prestados, sobre todo con ese detalle de la cruz gamada un símbolo ancestral que aparece en la pieza. Pero la pintura nunca salió del país. Un texto recupera esa anécdota real o no en el cuadro Joaquina Téllez-Girón y Pimentel, marquesa de Santa Cruz (según Francisco de Goya). En la exposición hay «historias pintadas y contadas», explica el artista, que ha contado con la estrecha colaboración de Juan Francisco Rueda también apasionado por los sucesos de la Segunda Guerra Mundial en las palabras que acompañan a algunas piezas y en el propio proceso de creación.

La exposición se escapa del ámbito estrictamente galerístico y se acerca a una propuesta propia de un centro de arte. Basta con cruzar la puerta de Paseo de Reding 39 para darse cuenta: reciben al visitante 70 metros cuadrados de pared pintados en un fondo marrón añejo. Es la recreación del búnker de Hitler, donde se intuye una puerta de entrada, una lámpara, una cómoda... tras el sinuoso rotulador en celeste, amarillo y blanco de Medina Galeote. Supone un cambio de paleta para el artista, habituado a crear sobre blanco. «Da sensación de opresión, todo es muy escenográfico», detalla el comisario. Sobre el inmenso mural sobresale una pieza de gran tamaño (180x200 cm): La guarida del lobo. Una forma muy gráfica de llamar al refugio subterráneo del führer. Medina Galeote «no busca el recurso fácil» y en esta pieza las líneas blancas no son tal: son no pintura, el lienzo sin trabajar.

Del búnker la exposición fluye hacia un gabinete de crisis con mesas sobre las que se despliegan vistas cenitales de escenarios de la guerra. Esos dibujos cartográficos se contraponen con planos frontales de localizaciones concretas, como el Bosque bombardeado en Renania del Norte-Westfalia o el Castillo de Wewelsburg.

El proyecto de Germania, la ciudad ideal de Hitler, o la historia de cómo un ciudadano alemán descubrió el búnker completan las microhistorias de Medina Galeote sobre la Segunda Guerra Mundial. Relatos que a su vez dan pie a interpretaciones propias de la práctica artística. «Se habla de las utopías, del fracaso, el delirio o incluso del artista encerrado en sí mismo», apunta Rueda. No es ese, sin embargo, el caso de Medina Galeote y en la misma exposición está la prueba:un óleo sobre tabla de Pere Llobera, un artista invitado, algo poco habitual en una exposición individual. «Pero aquí no hay egos. Ha surgido de forma natural», concluye Medina Galeote.

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