Borrar
Cuadros con doble fondo

Cuadros con doble fondo

Los rayos X descubren las figuras borradas por los pintores para reutilizar los lienzos

iñaki esteban

Jueves, 21 de agosto 2014, 11:06

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Pablo Picasso reutilizaba lienzos que ya había pintado por pura ansiedad creativa: se le ocurría una idea y necesitaba plasmarla al momento, de modo que borraba lo que tenía y dejaba que su imaginación corriese por la tela. Van Gogh hizo lo mismo durante toda su vida aunque por razones diferentes: le faltaba dinero para comprar material y, si quería pintar, tenía que emplear cuadros ya acabados.

Los muy grandes de la historia del arte, como Tiziano y Goya, también usaron lienzos ya pintados pues, a pesar de ser unos genios, o quizá por ello, pensaban a menudo que se estaban equivocando.

El reciente descubrimiento de que debajo del célebre cuadro La habitación azul, de Pablo Picasso, se encuentra la figura de un hombre con pajarita y barba recuerda que los pintores no han sacralizado tanto su obra como se ha hecho después. Para ellos, los errores y los cambios de rumbo constituyen simples gajes del oficio, como para los escritores los tachones o el uso de la tecla de borrar.

Las claves

  • Descubrimiento.

  • Detrás de La habitación azul de Picasso se halla un hombre con pajarita y barba

  • Caso. límite

  • Van Gogh borró hasta cuatro veces sus telas porque no tenía dinero para materiales

No es la primera vez que ocurre con Picasso. En el Guggenheim de Nueva York descubrieron bajo la Mujer planchando a otro hombre, esta vez con bigote. El desarrollo de los medios técnicos empleados por conservadores y restauradores, sobre todo las radiografías, ha propiciado que estos hallazgos sean cada vez más frecuentes. Por lo general, se producen cuando los profesionales realizan las pruebas para determinar el estado de las obras. Al salir las placas, las figuras ocultas se empiezan a ver con nitidez.

Uno de los cuadros más admirados en el Louvre parisino es La Virgen con el Niño Jesús y santa Ana, obra de 1510 de Leonardo da Vinci, el pintor que firmó la joya del museo francés, La Gioconda. Leonardo empleó una tabla de madera de álamo e hizo la obra por encargo del entonces rey de Francia, Luis XII. En 2008, después de practicar el examen correspondiente y llevar las imágenes resultantes a un ordenador, identificaron tres dibujos escondidos: la cabeza de un caballo, un cráneo humano y un niño Jesús con un cordero, éste último parecido a la figura que luego llevó al cuadro.

Propietarios caprichosos

Por lo general es el artista el que pinta por encima de una de sus obras, pero en otras ocasiones es el propietario el que manda hacerlo, aunque hoy cueste creerlo en el caso de que la pieza original haya salido de las manos y la mente de Leonardo. Uno de los grandes misterios de la historia del arte se halla en una supuesta doble pared en el gran salón del Palazzo Vecchio de Florencia, en la que todavía quedarían restos de un fresco del artista.

Se sabe que esa obra existió porque hay un dibujo de Rubens que lo atestigua. Y también se da por seguro que los dueños del palacio, los Médici, ordenaron que se borrara para cambiar la decoración con otro fresco de Vasari. Gran admirador de Leonardo, Vasari construyó un muro en paralelo, a escasos centímetros de distancia del que usó el maestro, para no tener que destruir la obra del autor de La Gioconda. Junto a una bandera de su propio mural escribió una frase misteriosa: Cerca, trova, busca, encuentra, lo que apuntaría a la conservación del fresco de Leonardo detrás de lo que se ve ahora en el salón.

Hace dos años, el investigador Maurizio Saracini, empeñado en resolver este enigma, que aparece en el Código da Vinci de Dan Brown, presentó unos análisis de pigmentos de esa segunda pared que confirmarían la autoría del venerado creador, inventor y arquitecto, aunque hay especialistas que dudan de que la pintura sea de Leonardo.

Un caso no del todo resuelto, lo que suele ser poco frecuente entre los conservadores, armados de potentes instrumentos analíticos, como los del Museo del Prado. Sus expertos dejaron al mundo con la boca abierta cuando, también hace dos años, desvelaron que detrás del fondo negro de un retrato al que se había prestado poca atención había un paisaje casi idéntico al de la Gioconda de Leonardo. De hecho, demostraron que la imagen correspondía a la de Lisa Gherardini, la Mona Lisa, y que había salido del estudio del pintor, quizá pintado por su discípulo Salai. Sin duda, uno de los grandes hallazgos en el mundo del arte de los últimos tiempos, logrado con las radiografías que avisan de lo que esconde la superficie pintada.

Antes habían pasado los rayos X a dos importantes cuadros de Tiziano. Debajo del solemne retrato de Isabel de Portugal, la única esposa de Carlos I aunque desde luego que no la única amante, se halla la figura de un personaje seguramente perteneciente a una pintura mitológica. A favor de Tiziano, que realizó esta obra en 1548, hay que decir que jamás vio a la retratada en vivo. Y que la pintó nueve años después de que muriera, con otros dibujos y retratos como base.

El rey del reciclaje

Otro gran cliente del artista veneciano fue el hijo de Carlos I e Isabel de Portugal, Felipe II. Se conocieron en Milán en 1549, cuando el miembro de la dinastía de los Austria aún no había accedido al trono. Dos años más tarde, el pintor le retrató con armadura, en un lenzo que ya había utilizado antes para otros fines. Curiosamente, los conservadores del Prado encontraron bajo la primera capa una imagen a medio hacer de su padre, la regia cabeza del Sacro Imperio Romano Germánico.

También entre familia quedó la historia de una tela reutilizada por Francisco de Goya, que asimismo se integra en la colección del Prado. Se trata del famoso retrato de María Teresa de Villabriga, condesa de Chinchón, realizado en 1800. La radiografía descubrió que, debajo de sus faldas, se hallaron en algún momento dos caballeros, uno de ellos su marido, el primer ministro de Carlos IV, Manuel Godoy. El otro era José Álvarez de Toledo y Gonzaga, esposo de la duquesa de Alba, la probable modelo de La maja desnuda.

Goya ocultó a los dos hombres «bajo una gruesa, aunque bastante traslúcida, capa de materia mezcla de blanco de plomo, blanco de bario, minio, tierras rojas, amarillo de Nápoles y calcita, suspendida en abundante aglutinante», según la investigadora Laura Morrón. Para reutilizar el lienzo, de lino muy fino, el pintor giró el cuadro 180 grados, lo que explica que la radiografía desvele las cabezas de los dos caballeros a la altura de la falda.

Pero sin duda el rey del reciclaje ha sido Vicent Van Gogh. Para demostrar su reinado, el museo dedicado a su figura en Amsterdam, con la mayor colección del mundo de su obra, dedicó en 2011 una exposición a este tema, titulada El estudio de Van Gogh: lienzos reutilizados.

La pobreza del pintor llegó a extremos muy dramáticos, especialmente entre 1886 y 1888, cuando vivía en París. El artista se autorretrataba o pintaba a la gente que veía porque jamás tuvo dinero para pagar a una modelo. Llegó a reutilizar decenas de lienzos, bien quitando la pintura, pintando sobre ella o cubriendo la tela de óleo blanco para trabajar sobre ella. En ocasiones llegó a emplear el mismo lienzo cuatro veces. El Desnudo de niña sentada o Vista desde el apartamento de Teo serían dos de los más claros ejemplos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios