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Asier Etxeandia
«Quería ser tan perra como Madonna»

«Quería ser tan perra como Madonna»

Asier Etxeandia: Nací en Bilbao hace 39 años. Llevo 10 con mi pareja. Vivo en Madrid en un piso del banco, con una hipoteca a 40 años que mecagüen su... Si tengo días libres me voy al norte, allí está mi corazón. No sé conducir, no me gustan la velocidad ni las alturas. Algún día tendré un perrazo.

isabel ibáñez

Jueves, 21 de agosto 2014, 11:49

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Ahora todo son reconocimientos. Pero no los lleva bien: «Es curioso, te pasas la vida deseando que digan cosas bonitas de ti y cuando llegan solo quieres desaparecer, hacerte pequeñito, no oírlas». Quizá tenga algo que ver que cuando sí era menudo de verdad recibió más palos que piropos. Imaginen: un niño, hijo único en la deprimida Euskadi de los primeros 80, con un irrefrenable espíritu artístico, vestido con esas absurdas ropas que las madres compraban para ir a las comuniones y que insistían en aprovechar a diario, y transitando a la vez por eso que llaman fracaso escolar en un colegio de curas. Imaginen, sí. Por eso emociona escucharle en El intérprete, la obra con la que triunfa por España. Porque el espectador sabe que el intérprete está mirando lejos pero demasiado cerca mientras dice eso de: «Cuando era pequeño me ponía de espaldas contra la pared en un rincón de mi cuarto... y empezaba a cantar».

¿Qué pensaría su madre, Rosa María Etxeandia, si pudiera verle con esta obra tan autobiográfica?

Buf, se le caerían las bragas. Estaría encantada porque podría comprobar cómo su hijo se ha convertido en la persona que ella esperaba que fuera. Le hubiera gustado verme. Estoy cumpliendo dos sueños, el de mi madre y el mío.

¿Qué momento de la obra es el que le supone mayor dificultad?

Todos. Es un viaje a la infancia, a lo que me ha pasado. Cuando se reían de mí en la escuela y me pegaban. Cuando hablo de mis padres, de mi madre, a la que quería tanto y que se fue hace seis años...

¿Pensó en tirar la toalla?

Nunca. ¡Si no sé hacer otra cosa, si soy un fracaso escolar! No aprobé una puta asignatura, me pones una división y no te la sé hacer. ¿Qué voy a hacer si no canto? No hay toalla que tirar.

¿Qué escuchaba de chaval en ese cuarto del que habla?

¡A Madonna! Quería ser tan perra como ella, buscar la libertad absoluta. También a Mocedades, lo ponían mis padres. Escuchaba de todo: Bowie, Beatles, Silvio Rodríguez... Ahora me encantan Radiohead y Arcade Fire, les vi hace tres años en el Bilbao BBK Live. Siempre he sido mitómano. Me interesan las personas que se exponen, que están muy cerca de su ridículo y a pesar de todo siguen ahí, defendiendo el sombrero.

Hasta su salto a Madrid, pasó por una escuela de actores de la que salió un poco rebotado y trabajó en un sex-shop en Vitoria. ¿Cómo recuerda aquellos días?

Andaba con mi grupo de rock, con mi teatro de calle... Tengo 39 años y me siento igual. Pero tengo nostalgia de aquella libertad, de la inocencia y la bohemia, no necesitaba lujos, con un colchón en cualquier sitio me valía. Ahora nos metemos en hipotecas, en mierdas, estamos comidos por la sociedad y eso es lo que más me jode porque limita el trabajo como artista. Lo recuerdo con mucho amor, incluso la escuela de teatro, aunque tuviese experiencias equivocadas con algunos docentes, pero los cinco años que pasé allí fueron esenciales, los más bonitos de mi vida. Además, he aprendido a perdonar. Uno acaba reconciliándose con todo para estar en paz. Y también ves diferentes las cosas cuando pasa el tiempo y vienen problemas más gordos.

«Mi tierra me quiere»

Y ahora rueda con Julio Medem, Penélope Cruz y Luis Tosar.

Sí, se llama ma ma. Hago de ginecólogo de Penélope, un personaje maravilloso, muy artista, una especie de ángel curativo, la frase principal es: Yo estoy aquí para ayudarte. Y tengo otro rodaje con Paula Ortiz, se llama La novia, una versión de Bodas de sangre. Además sigo con la serie Velvet, con El intérprete...

¿Se siente profeta en su tierra?

Hubo un tiempo en que me sentí ninguneado, que me habían dado más bombo en Madrid. Cuando llevé El intérprete al teatro Arriaga de Bilbao estaba muy nervioso, era demasiado intenso y me quedé afónico del miedo y el estrés. Pero se llenó los tres días, la gente se lo pasó bomba y sentí que mi tierra me quiere.

Lo mejor de la serie La fuga era verle haciendo de perverso carcelero. ¿Le inspiró alguien?

Antonio Hernández nos dirigió muy bien y fui descubriendo mi propia mierda. Todos somos unos hijos de puta o ángeles, depende de qué resorte toques, pero me permití ser el cabrón que no me permito en la vida real porque tengo empatía por los demás.

¿Con qué se siente incomódo?

Cuando me faltan el respeto en la calle. Te gritan o te sacan fotos desde lejos sin pedir permiso. Eso me hace sentirme una grandísima mierda, un mono de feria. Me pone triste darme cuenta de que no tenemos empatía ni cultura. Me pasa mucho últimamente.

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