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Valerio Arduino posa con sus ‘valerios’ en Yogasala Málaga, el primer establecimiento que aceptó la nueva divisa.
El 'valerio', arte hecho moneda

El 'valerio', arte hecho moneda

Un artista afincado en Málaga crea una divisa que ya aceptan medio centenar de profesionales y establecimientos

Antonio Javier López

Sábado, 26 de julio 2014, 01:48

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Para entrar en esta historia conviene quitarse los zapatos y algunos prejuicios, esquemas mentales inoculados desde la infancia, quizá, la propia visión del mundo. Estamos en Yogasala Málaga, en uno de los pasajes perpendiculares a la calle Larios. Desde una de las ventanas se ve el reloj de la Catedral y la corriente fresca sobre el piso de madera desmiente los rigores de un mediodía de verano. En el suelo hay papeles azules, verdes, rojos, amarillos... Cada uno tiene un número de serie, un dibujo, una firma y una huella dactilar de Valerio Arduino, padre de los valerios, una moneda que ya usan medio centenar de profesionales y establecimientos de la ciudad, según el promotor de la iniciativa.

Arduino nació en Italia, residió en Londres y recaló en Málaga hace cinco años. Viajó a la India hace unos meses y allí cobró forma una idea que venía rumiando desde hacía tiempo: crear un sistema de comercio en los márgenes de la lógica capitalista. Realizó 1.150 ejemplares de billetes de un valerio y otros tantos de cinco valerios con doce motivos diferentes de cada uno. Grabados artesanales con la técnica de la punta seca en los que un valerio equivale a un euro. Y partir de ahí empezó a tejer una red de colaboradores.

El primero fue Joaquín García Weil, promotor de Yogasala Málaga, que explica: «Nuestras meditaciones son gratuitas, pero las clases de yoga o los masajes sí tienen un precio que puede pagarse con valerios. Al fin y al cabo, el Banco Central Europeo establece que un trozo de papel tiene un valor determinado, pero ese valor no es objetivo, es una convención, mientras que el valerio sí tiene un valor real, porque su precio en el mercado como obra de arte es superior al que tiene asignado».

Porque el valerio tiene como respaldo económico la propia obra de Valerio Arduino. «La emisión de billetes nunca puede superar el valor de mi obra en el mercado», aclara el artista antes de añadir que el uso de la moneda se rige por unos estatutos «basados en la ecología, el arte y la salud». Un valerio no puede cambiarse por dinero, sólo por un bien o servicio, por tanto, la manera básica de entrar en el circuito consiste en aceptar el valerio como forma de pago. Lo hicieron los responsables de una aceitera andaluza que recibieron 1.500 valerios por su producción, como recuerda el creador de la divisa que también piensa emplear Andrés Espinosa en su gabinete de psicología.

Más humano y constructivo

«Me parece más humano, una forma de romper la dinámica del sistema, sin olvidar que la moneda tiene un valor real», reflexiona Espinosa antes de que García Weil tome el relevo: «En este momento falta dinero, pero la gente necesita trabajo y este me parece un sistema más solidario y constructivo. Además, el valerio trata con un símbolo del inconsciente colectivo que es el dinero, las personas lo usan igual que si fueran billetes de curso legal, lo guardan y lo emplean con el mismo cuidado».

De este modo, si los talleres de yoga para padres y niños en Yogasala cuestan 35 euros, los usuarios podrán abonarlo con 35 valerios, que obtendrán intercambiando productos o servicios que ellos mismos proporcionen, «de esta forma se evita la especulación», apostilla Arduino, quien añade que los usuarios del valerio revisan cada cuatro meses los estatutos que rigen el uso de la moneda.

Un trozo de papel estampado, una pequeña obra de arte, emblema de una revolución silenciosa, también pequeña, que prueba otra manera de consumir. De vivir.

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