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Fernández, con el periódico del día en el que nombraron a Vargas Llosa Honoris Causa.
«El primer día de clase les enseño una foto mía de tuno a mis alumnos»

«El primer día de clase les enseño una foto mía de tuno a mis alumnos»

Fernando Fernández, profesor de Fisioterapia en Ciencias de la Salud

LAURA PALOMO

Miércoles, 26 de abril 2017, 00:49

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Fernando Fernández Martín (59 años), profesor en el Grado de Ciencias de la Salud y en el Grado de Estudios de Asia Oriental, es una de esas personas curiosas por naturaleza. Además de su trabajo como fisioterapeuta y docente, le encanta el deporte, confiesa que últimamente se ha acercado al budismo y se ha formado en técnicas de medicina oriental -razón por la que imparte clases en el nuevo grado implantado dentro del Campus de Excelencia Andalucía Tech-. Además, una de sus grandes pasiones es la música. Pertenece a la tuna desde sus tiempos como estudiante. Al principio, en una tuna universitaria y ahora en una cuarentuna. Precisamente esta afición es la que le ha dado el sobrenombre por el que todos le conocen, el profesor Flanagan.

¿A qué se debe su apodo, Flanagan?

Cuando ingresé en la tuna no tocaba ningún instrumento ni tenía nociones musicales. Para poder entrar tuve la idea de hacer una campaña en la Facultad de Medicina poniendo carteles con la famosa frase de la película Horizontes lejanos: «Flanagan, nunca debiste cruzar el Mississippi». De esta forma logré que todos mis compañeros de la carrera viniesen a mi examen de acceso y me apoyaran y ya me quedé con el nombre.

¿Cómo empezó su afición por la tuna?

Siempre me ha gustado el mundo de la música y viajar. Cuando comencé a estudiar la carrera, había muchas actividades que podía hacer, pero lo que más me llamaba la atención era la tuna. En 1977, el mismo año que empecé Medicina, descubrí que la facultad tenía su propia tuna. De hecho, el primer examen que hice fue el de acceso para novatos en esta agrupación.

¿Sus alumnos conocen esta faceta suya?

El primer día de clase les hablo a mis alumnos sobre mi profesión, mis aficiones y mis pasiones. Además, todos los años les enseño una foto mía en la tuna, porque prefiero que no se sorprendan si me ven por Málaga cantando. Creo que es bueno que le hable sobre ello y me siento orgulloso cuando algún estudiante se interesa por este mundo. Un grupo de alumnas que acabó la carrera el año pasado llegaron a crear la tuna femenina de Ciencias de la Salud gracias a que yo les conté de ella en su primera clase de mi asignatura. Considero que para ser buen profesor hay que saber motivar a los alumnos.

¿Cómo compagina su trabajo con su afición?

Es fácil compaginarlo porque no ocupa mucho tiempo. Nos reunimos varias veces al año para hacer sobre todo actuaciones para asociaciones, aunque no salimos mucho porque la mayoría trabajamos. A la tuna solo pueden pertenecer estudiantes universitarios, por lo que cuando se empieza a trabajar se tiende a abandonarla. Sin embargo, algunos compañeros y yo tenemos formada lo que se conoce como las cuarentunas, compuestas por hombres de cuarenta años como mínimo.

¿Hay algún momento con la tuna que le haya marcado?

Una de las experiencias más bonitas que tengo fue cuando cantamos delante de dos Premios Nobel, Severo Ochoa y Vargas Llosa. Se quedaron encantados. Pero también recuerdo con mucha emoción cuando vamos a cantar al Centro Asistencial San Juan de Dios, a hospitales o a alguna ONG. Para mí esas son las más enriquecedoras.

¿Qué diferencia la tuna a la que pertenece del resto?

Yo pertenezco a la cuarentuna de Marbella, una de las cuatro que hay en Málaga, y el factor que las diferencia de las universitarias es la forma de interpretar la música, la manera de relacionarse y el elevado número de personas participantes. En la de Marbella nos gusta mucho disfrutar del compañerismo y viajar, aparte de ensayar y cuidar el aspecto musical.

Con respecto a su profesión, ¿por qué se decantó por la fisioterapia?

Empecé siendo auxiliar de clínica. Luego, me pasé a Medicina. Allí solo aprobé el examen de tuna, el resto de los de la carrera los suspendía. Consideré que era mejor cambiarme de carrera y estudié Enfermería para poder acceder la que entonces era la diplomatura en Fisioterapia. Ahí me sentí más cómodo porque en realidad a mí lo que me gusta es trabajar con las manos.

«Me llaman Flanagan por la forma en la que conseguí entrar en la tuna sin tener ni idea de música»

¿Realiza prácticas con sus alumnos fuera de la UMA?

Al margen de las clases, me gusta llevar a mis alumnos a sitios donde puedan dar masajes en situaciones reales. Cada año, en la carrera de los 101 Kilómetros de La Legión de Ronda, van al menos sesenta de mis estudiantes de la facultad supervisados por docentes. Para ellos es todo espectáculo.

¿Qué enseña en el Grado de Estudios de Asia Oriental?

Mi pasión es todo aquello relacionado con la salud, pero también sigo aprendiendo, entre otras cosas del budismo y la medicina oriental. Es genial poder dar clases con otro enfoque de la salud, con técnicas como la acupuntura, las ventosas o el taichí.

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