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Uno de los manteros recoge sus artículos en dirección a la playa tras advertir presencia policial. Alberto Gómez
«Solo queremos buscarnos la vida»

«Solo queremos buscarnos la vida»

La falta de papeles de varios ‘manteros’, principal obstáculo para encontrar una alternativa a la distribución ilegal de sus artículos en Benalmádena

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Lunes, 28 de agosto 2017, 00:31

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Los municipios costeros tratan desde hace años de poner freno a la venta ambulante ilegal, cada vez más extendida en sus paseos marítimos. Benalmádena ha puesto en marcha este verano una campaña de concienciación sobre los perjuicios que esta actividad acarrea entre los comerciantes locales por tratarse de competencia desleal. Al no pagar impuestos, los ‘manteros’ abaratan sus artículos, que atraen a miles de turistas y residentes. Algunos vendedores, sin embargo, se muestran partidarios de regularizar su situación y recogen el guante lanzado por el Ayuntamiento, que ha ofrecido alternativas como la instalación de mercadillos o la posibilidad de que formen una cooperativa.

«Muchos queremos cambiar esta forma de vida. Preferiríamos estar en un mercadillo, pero hay compañeros que no tienen papeles», explica uno de los portavoces de la comunidad senegalesa de Benalmádena, que controla la mayor parte de la venta ambulante ilegal de la localidad. Prefiere no hacer público su nombre, pero quiere que también se difunda la versión de los ‘manteros’, frecuente punto de mira redadas policiales: «No buscamos guerras. Ni vendemos droga ni robamos, solo queremos buscarnos la vida para pagar nuestros gastos y enviar dinero a nuestras familias». Reconocen que la resistencia de la mayoría de vendedores a renunciar a las falsificaciones, su mayor fuente de ingresos, supone otro obstáculo para aceptar las propuestas del Ayuntamiento.

Las negociaciones entre el Consistorio y la comunidad senegalesa se remontan a abril del año pasado, cuando cerca de un centenar de inmigrantes dedicados a la venta ambulante se concentraron a las puertas de la comisaría de la Policía Local en protesta por la detención de tres vendedores acusados de herir a cuatro agentes durante una operación policial. Los inmigrantes denunciaron «el ensañamiento y el exceso de celo» contra su actividad. «No podemos mirar hacia otro lado ante una actividad delictiva», replicó el Área de Seguridad. Desde aquel altercado se han producido varias reuniones sin que hayan prosperado las alternativas planteadas, aunque cada vez son más los inmigrantes que ponen sobre la mesa la necesidad de buscar soluciones a un conflicto que va en aumento.

Tras la venta ambulante ilegal existen varias mafias proveedoras del material que someten a los inmigrantes a jornadas interminables de trabajo, expuestos a ser detenidos en cualquier momento. Para complicar la labor policial, los ‘manteros’ se concentran en determinadas enclaves del municipio, como Bil-Bil o el paseo marítimo en el límite con Torremolinos, y disponen de informadores que alertan de la presencia de agentes por la zona. Hartos de esta situación, varios vendedores de Benalmádena tratan desde hace meses de crear una marca propia, como ha ocurrido en Barcelona, donde los ‘manteros’ venden zapatillas, camisetas y otros artículos con la firma Top Manta.

Situación irregular

«Estamos federados, intentando hacer algo parecido, pero muchos tienen problemas con los papeles y no pueden», insisten. La situación irregular en España de algunos de sus compañeros supone la principal traba para desligarse de los grupúsculos mafiosos que controlan el mercado de la venta ambulante ilegal y sacar adelante un proyecto propio, que facilitaría su acceso a los mercadillos de la provincia y aportaría estabilidad al colectivo: «En invierno casi todos trabajamos en el campo y en verano venimos a vender, claro que preferiríamos tener el mismo trabajo durante todo el año».

Su inscripción en una cooperativa este invierno supone ahora el principal objetivo de los ‘manteros’ que defienden la necesidad de tomar otro camino «porque los problemas aumentan cada verano», un reto para el que solicitan la colaboración de las administraciones públicas y de las asociaciones de comerciantes, los grandes perjudicados por la venta ambulante ilegal.

El jefe de la Policía Local considera «prioritario» evitar detenciones con fuerza

Un informe interno de la Policía Local de Benalmádena ha destapado la estructura organizada de los vendedores ambulantes, conocidos como manteros. Los agentes que vigilan las zonas donde la distribución ilegal tiene mayor incidencia, como el paseo marítimo de El Saltillo, en el límite con Torremolinos, describen un modus operandi que se repite a diario. A las once de la mañana llegan los primeros vendedores, que se retiran poco después, tras advertir la presencia de agentes e informadores municipales. Estos vendedores, por lo general inmigrantes, cambian en varias ocasiones de ubicación durante la mañana en función de los controles policiales. A partir de las cuatro de la tarde se producen los relevos entre los manteros que trabajan por la mañana y los que acuden a los paseos marítimos y el Puerto por la tarde. El momento de mayor presencia tiene lugar entre las ocho y las nueve de la noche, según el informe. Es entonces cuando los paseos quedan «acaparados», reducidos por las mantas a la mitad. El documento detalla que los vendedores abandonan la zona antes de que llegue la Policía Local, a menudo advertidos por sus informadores. Optan por concentrarse en un mismo enclave para complicar la labor policial, ya que el margen de maniobra de las patrullas formadas por dos agentes resulta mínimo ante decenas de manteros.

En caso de que los dispositivos sean reforzados, los vendedores suelen guardar sus artículos, envueltos en mantas, en puntos estratégicos de la arena e incluso arrojarlos al mar, opciones que imposibilitan que la Policía vincule los productos hallados a sus vendedores, como ocurrió a comienzos de agosto tras una operación policial. El jefe de la PolicíaLocal recuerda que «es prioritario evitar detenciones con fuerza o actuaciones que generen espantadas», así como cualquier otra actuación «desproporcionada que conllevaría reproches de viandantes» y pondría en riesgo la seguridad ciudadana.

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