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Bar Gogó (1971). Cedida por Ramón Cadenas / Torremolinos Chic
La noche en que la dictadura acabó con el ambiente gay de Torremolinos

La noche en que la dictadura acabó con el ambiente gay de Torremolinos

Una macrorredada policial dejó en 1971 cientos de detenidos, varios locales clausurados y la protesta de la prensa internacional y las embajadas: «Llegaron con metralletas»

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Domingo, 29 de abril 2018

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Cuando España languidecía bajo el yugo de la dictadura franquista y su constreñida moral, Torremolinos abría la puerta a la libertad, los excesos y la diversidad. Eran los años 60. En la plaza de La Nogalera y el pasaje Begoña se vivía de noche y se dormía durante el día. Allí, lejos de las rancias crónicas oficiales, abrieron el primer bar gay del país, el Toni's bar (1962), y el primer club para lesbianas, Porquoi pas? (1968). Otros locales como Fauno, Incógnito o Düsseldorf terminaban de completar un paisaje insólito en aquella época.

Aunque el ambiente predominante era LGTBI, también había restaurantes frecuentados por familias, tablaos flamencos, clubes de alterne y coquetos establecimientos de jazz. Se pinchaban las últimas novedades musicales y circulaban las drogas más modernas. Los libros esquivaban la censura y llegaban intactos desde París o Londres. Había germinado un movimiento contracultural, una barra libre de diversión, alcohol, sexo y arte que disfrutaban desde John Lennon hasta Sara Montiel. El dinero que dejaba el turismo animó a las autoridades a mirar hacia otro lado durante años. Torremolinos se convirtió así en una pequeña Nueva York, una excepción incontrolable y feliz en medio de un régimen desolador. Hasta 1971. El 24 de junio de ese año se produjo una macrorredada policial que lo cambió todo.

Eran las once de la noche. La Policía irrumpió en los locales de la zona para cerrarlos o multarlos en el mejor de los casos. Alegaban supuestas infracciones contra la moralidad pública y las buenas costumbres. Algunas informaciones de la época sostienen que fueron detenidas 139 personas. Otras crónicas elevan la cifra por encima de las 400, sobre todo turistas. No resulta fácil encontrar testimonios de aquella fatídica noche, desencadenada por las denuncias de los sectores más conservadores de la provincia. Ramón Cadenas, un empresario jubilado de 73 años, lo recuerda como si fuera ayer: «Fue horroroso. La Policía taponó la entrada y la salida del pasaje Begoña. Llevaban metralletas. Al principio vinieron con cuatro o cinco furgones, pero luego llegaron autobuses para llevarse a todos los arrestados».

Los más afortunados salieron del calabazo a las pocas horas con una multa de 3.000 pesetas. Los turistas fueron devueltos a sus países, un escándalo que saltó a la prensa internacional. La redada fue portada de Der Spiegel, la revista semanal más importante de Alemania. También informó sobre ella el diario británico The Sunday Times con el siguiente titular: «Tourists held in nightclub raids in Spain» (Turistas retenidos en redadas a locales nocturnos en España»). En su edición del 25 de junio, SUR publicó en su página dos: «Por el gobernador civil de la provincia (Víctor Arroyo) ha sido decretada la clausura de la sala de fiestas Caramela y de los bares nocturnos Evans y Noe, todos ellos locales públicos de la barriada de Torremolinos. La decisión del Gobierno está motivada por las reiteradas infracciones a la normativa en vigor referente a la moralidad pública y las buenas costumbres».

Otros locales como Pipper's fueron multados con 10.000 pesetas. Varias embajadas extranjeras protestaron ante el Gobierno español por la detención de turistas, pero las redadas se sucedieron durante los siguientes días. Cadenas había abierto un bar, Gogó, apenas un mes antes: «El negocio me duró 29 días. En la primera redada no me arrestaron porque mandé callar a todos los clientes, cerramos la puerta y las ventanas y cuando llamó la Policía no abrimos, pero luego me detuvieron un montón de veces. Yo lo llamaba el impuesto revolucionario, porque pagabas 3.000 pesetas y te dejaban suelto uno o dos días después, pero era insostenible y tuve que cerrar».

Arriba, postal del pasaje Begoña. Abajo, Bar La Sirena. Cedida por Ramón Cadenas / Torremolinos Chic | Archivo de Torremolinos Chic
Imagen principal - Arriba, postal del pasaje Begoña. Abajo, Bar La Sirena.
Imagen secundaria 1 - Arriba, postal del pasaje Begoña. Abajo, Bar La Sirena.
Imagen secundaria 2 - Arriba, postal del pasaje Begoña. Abajo, Bar La Sirena.

Aquellas redadas fueron un zarpazo al tejido económico de Torremolinos, que nunca recuperó el esplendor de los años sesenta, pero también supuso un atentado contra la libertad y la diversidad sexuales. «Fue el principio del fin. La gente más moderna y liberal acabó yéndose a otros lugares como Ibiza», explican desde Torremolinos Chic, la página web creada por José Luis Cabrera y Lutz Petry: «Es paradójico que en los años sesenta hubiera más libertad que a comienzos de los setenta, cuando se recrudeció la censura». El presidente de la Asociación Pasaje Begoña, Jorge Pérez, recuerda que la zona «se degradó muchísimo tras las redadas». El ambiente festivo dio paso a una hilera de locales vacíos que dibujaban un paisaje casi desértico.

La reinstauración de la democracia en España propició que Torremolinos recuperase su condición de eje del ocio y el turismo LGTBI, especialmente por la pujanza de La Nogalera. Aquel barrio de pescadores, ya sin la casposa normativa franquista, volvía a convertirse en la capital andaluza de la diversidad sexual años después de la redada que lo cambiaría todo.

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