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Desde hace 39 años, es uno de los trenes de Europa con usuarios de más nacionalidades diferentes. :
El tren de la Costa del Sol

El tren de la Costa del Sol

Inaugurada en 1975, la línea ferroviaria entre Málaga y Fuengirola se ha convertido en un eje fundamental

PABLO ARANDA

Jueves, 28 de agosto 2014, 00:19

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En julio de 1975, pocos días después del descarrilamiento de un tren en Río de Janeiro, se inauguró el tren de cercanías entre Málaga y Fuengirola. «Pero antes funcionaba La Cochinita», recuerda la profesora y galerista Tecla Lumbreras, «aquel tren metropolitano que unía Fuengirola con Zafarraya desde 1909. No sé yo quién sería el listo al que se le ocurrió eliminarlo. Ahora ya es muy difícil contar con un tren de más recorrido, con todas las parcelas vendidas y tanta urbanización, qué pena». Aquel julio del 75, 39 años después del 36, Franco no acababa de morirse y su ministro de Fomento, sustituido al año siguiente por Calvo Sotelo (que después sería presidente), vino a la estación de Málaga a descubrir una placa. El día siguiente, 1 de agosto, empezó el servicio. La frecuencia de las salidas era de media hora, y el trayecto completo se realizaba en 40 minutos, como hasta hace nada, y mira que contaba con usuarios y puntualidad mediterránea (o sea: suiza, que sabemos ser serios). A pesar de que desde el principio resultó rentable, todavía hoy no se ha atendido la demanda de la época de que la línea llegase, si no a La Línea, al menos a Marbella y Estepona. Al tener parada en el aeropuerto y unir los principales destinos turísticos entre Málaga y Fuengirola, ha sido desde entonces uno de los trenes de Europa con usuarios de más nacionalidades distintas, y un claro referente en la Costa del Sol.

En el SUR del 35 aniversario, 31 del 7 del 10, Ángel Escalera recordaba la inauguración, cuando «el señor ministro se subió a uno de los trenes y realizó el trayecto hasta la estación de Fuengirola, perfectamente equipada, donde se sirvió un vino español», imaginamos que el señor conductor no bebió (los conductores sabemos ser serios). Por unas 40 pesetas, un turista podía tomar un billete de ida y vuelta desde Torremolinos hasta Fuengirola. Málaga existía, claro, pero poco. Torremolinos, por cierto, aún formaba parte de Málaga. El ancho de la vía, como el vino, como los españoles de entonces, era ibérico. Málaga ya existe, aunque en el tren la esconden. Cuando el tren está a punto de llegar a Málaga, la información de la pantalla es curiosa: «Próxima estación, MGA.M.ZAMB». Como el turista se haya quedado dormido y despierte en ese instante creerá llegar a algún lugar de la hermosa África. Si pregunta en su hotel sabrán decirle que la estación lleva el nombre de la filósofa María Zambrano, natural de Vélez-Málaga, donde tenía una de sus principales estaciones La Cochinita, esas estaciones de forma característica que apenas se conservan en el trazado occidental (sólo la de Fuengirola, que es oficina de turismo).

Justo el 11 del 11 del 11, cuando estaba prevista la puesta en marcha del metro de Málaga, que se aplazó al 30 del 7 del 14 (justo 7 años después del primer accidente del metro de Caracas), el desdoblamiento de algunos tramos de vía permitió por fin el aumento de la frecuencia de los trenes entre Málaga y Fuengirola y la reducción del tiempo de espera. Pocas ciudades tienen una conexión tan barata hasta el aeropuerto, y tan puntual. El tramo Málaga-Torremolinos era antes el más usado por los españoles, que acudían a la costa a trabajar o, los fines de semana, a consumir la noche de Torremolinos, en la discotecas Number One o la 'monster disco' Pipper's, entre otras, o a algún concierto de la Noche Rosa de Fuengirola. Por la hora, había que volverse en el Portillo. Hoy los españoles llegamos más lejos, y los extranjeros han descubierto Málaga, y tal vez se nos olvida la suerte de contar con un servicio como este: tan eficaz y tan poco contaminante. Y la pena porque no llegue al infinito y más allá (o a Marbella y Estepona, en todo caso). «La idea de La Cochinita», afirma el profesor José G., experto en trenes, «era que llegase hasta Algeciras primero y, después, hasta Cádiz. Pero curiosamente la costa occidental resultaba deficitaria en aquella época, y aunque hubo trabajos para la ampliación hasta Marbella no se culminaron. Con el comienzo del desarrollo de la Costa del Sol, que el tren llegase a Marbella tampoco interesó a algunos poderosos, quienes pusieron cortapisas para evitar que Marbella dejase de ser un lugar exclusivo y elitista».

Nuestro asesor cinematográfico Paco Griñán -inevitable contar con él si escribió el libro 'Las estaciones perdidas del cine mudo en Málaga'- recuerda cuando Málaga fue Cuba y el tren de cercanías fue el tren asaltado por guerrilleros barbudos que buscaban derrocar al dictador Baptista. Contaban con un infiltrado, Sean Connery, en la película de Richard Lester rodada en Málaga en 1979, con el tren tan nuevo. Justo ese año, 1979, se inauguró el metro de Río de Janeiro, y Calvo Sotelo dejó de ser ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas, y le sucedió Eduard Punset (sí, ese Punset). Calvo Sotelo llegaría a ser presidente, pero Punset no.

Justo hoy, noveno aniversario del primer viaje del metro de Kazán (la mayor ciudad de Tartaristán, en Rusia), sin accidentes, 39 años después de la inauguración del tren de Málaga a Fuengirola, la existencia de este tren supone un eje fundamental en la Costa del Sol metropolitana, de la que Málaga ocupa ahora un papel indispensable. Una ventaja añadida es contar con una estación en pleno centro, no MGA.M.ZAMB. sino la otra.

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