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Little Pepe busca contagiar optimismo con su música
Little Pepe: «Si ponen sevillanas las bailo, pero soy más de malagueñas»

Little Pepe: «Si ponen sevillanas las bailo, pero soy más de malagueñas»

Fue en el Abisinia donde se puso por primera vez delante de un micro. Y no solo eso, de allí salió bautizado para siempre como Little Pepe. Ya solo su madre le llama José Manuel. Es solo cuestión de nombre. En el fondo, él es el mismo

Marina Martínez

Jueves, 14 de agosto 2014, 01:30

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Antes, como ahora, su vida es el reggae en particular, y la música en general. Con ella busca contagiar optimismo. Una charla con él tampoco es mala terapia.

-Yo le conocí hace unos años con rastas, ¿qué ha pasado?

-Me las corté. En el Antiguo Testamento se decía que si tienes contacto directo con un difunto debes cortarte el cabello, y me pasó con mi tita. Pero ya van creciendo otra vez. Eso es para siempre.

-Es una filosofía de vida...

-Sí, sí, y conozco a rastas rapados, no tiene nada que ver.

-Pero, al verle, su rollo parece más de hip hop.

-Bueno, el reggae y el hip hop están muy unidos. De hecho, los primeros que hicieron hip hop eran jamaicanos. Aunque yo amo el reggae. Miro a Jamaica como meca, pero donde me reflejo es en Panamá, son los creadores del reggae en español. A mí me gusta ir allí. Cuando voy, al final siempre termino cantando flamenco con ellos, algunos hasta acaban pareciendo de El Palo (risas).

-¿También le da al flamenco?

-Claro, me encanta. Eso sí, yo lo único que sé hacer es reggae. Me pones una base de flamenco y voy a hacer reggae.

-¿Y si le ponen sevillanas?

-Bueno, soy más de malagueñas, ese cruzaito de pies... (risas) Pero sí, si hay que bailarlas, se bailan. Igual que la salsa o el merengue, la música es música. No soy gran bailarín pero me defiendo. Cuando escucho ritmo se me van los pies. Hay que huir de etiquetas, la música está por encima de todo. Hoy, la verdadera revolución es seguir levantándose con una sonrisa. Del buen rollo depende todo.

-Precisamente el reggae es un ritmo muy optimista.

-Ya en sus inicios tenía un mensaje positivo, de transmitirle a la gente que el cambio es posible, siempre que todos nos unamos. ¿Con cuántas personas te puedes topar al día? Si no le contagias positivismo, malo. Y ya no digamos en un concierto con 5.000 personas. Hay que empatizar con la gente, por eso escribo canciones de vida real.

-¿Siempre empatiza?

-Sí, sí, la verdad es que nunca me han tirado tomates ni nada (risas).

-¿Nada? ¿Ni ropa interior?

-Bueno... (risas).

-No es una leyenda entonces eso de que los músicos ligan más...

-No sé si se liga más o no, pero si tú conoces a 300 personas, yo conozco a 30.000, tengo más papeletas (risas). Es verdad que el componente artístico, transmitir sensaciones es como un poder. Pero es más la fama, no es tanto como lo pintan. Yo, cuando salgo al escenario, lo que busco es divertirme y que la gente se divierta. Tengo muy buen recuerdo, por ejemplo, de la feria del año pasado, lo pasamos muy bien. Este hemos echado de menos que nos llamaran (la entrevista se realizó hace unos días, antes de que ayer cerrara su actuación para el día 16).

-A ver si se están reservando para que dé el próximo pregón...

-(Risas) Eso sería increíble.

-Ya sería Big Pepe entonces.

-No, no (risas), Little siempre, hay que tener los pies en la tierra.

-Pero se ha ido al sur de la Luna...

-(Risas) El sur es gloria bendita. Yo soy muy sureño, y muy de Málaga. Con una de las cosas con las que más disfruto es enseñando la ciudad a gente de fuera. Los llevo a la Trinidad, a los patios de vecinos, y flipan. Me gusta contarles nuestro vocabulario: ese merdellón, perita, la chorraera, la portañica. Tenemos una cultura muy rica. Me encanta, soy un gran cicerone.

-Me da que tiene labia...

-(Risas) Sí, me gusta, soy medio monologuista. Yo canto y en medio meto mi rollo. Me encanta.

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