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Juan Antonio López en su pequeño taller de electrónica de Algarrobo Costa. :: A. Peláez
El último luthier electrónico

El último luthier electrónico

Tiene encargos de Francia, Alemania, Portugal y Reino Unido, y está haciendo gestiones para vender sus diseños en Estados Unidos

AGUSTÍN PELÁEZ

Domingo, 29 de mayo 2016, 01:56

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Tras más de 40 años como profesional de la electrónica de consumo, o lo que es lo mismo como técnico de reparación de televisores, vídeos, cámaras, equipos de música o tocadiscos, entre otros aparatos, Juan Antonio López, que llegó a tener en su taller de Torre del Mar hasta 10 empleados, dijo un día basta y decidió replantares su futuro y su actividad profesional. Desde entonces han pasado 12 años y aunque su taller no iba mal, echó el freno para tratar de ganar en calidad de vida. Apenas había cumplido los 44 y después de un breve periodo sin saber qué hacer, un día escuchando un antiguo equipo de música que compró en los años 50 y que siempre le acompañó en su taller, decidió reorientar su actividad hacía lo que fue su origen: la tecnología de válvulas.

«Aquel equipo de música lo sigo conservando. Es un Grundig del que se fabricaron muy pocos aparatos. Me costó 600 marcos de aquel entonces, una auténtica fortuna», recuerda Juan Antonio López.

Según señala, el equipo funciona con válvulas, una técnica en la que se inició en los 70 tras hacer un curso de técnico de radio de válvulas en una academia malagueña, Autesel, y sobre la que nunca ha dejado de leer y formarse. «Cuando lo escuché tuve la sensación de que aquel era el sonido en el que quería trabajar. Es lo más parecido a la realidad, al directo. La idea inicial era reparar equipos de válvulas», confiesa.

Hasta los años 80 la mayoría de los aparatos de radio y televisión se realizaban con esta tecnología. Las válvulas son las bombillas que tienen en su interior. Su invención posibilitó el desarrollo de la electrónica durante la primera mitad del siglo XX, a la vez que la expansión y comercialización de la radiodifusión, y de las computadoras analógicas. Sin embargo, el avance tecnológico terminó por desplazarlas hasta hacerlas desaparecer casi por completo. Fueron sustituidas por los transistores, los circuitos y la electrónica digital.

«Tuve que volver a estudiar por libre aquella tecnología de válvulas, ya que no existen estudios oficiales, recuperando antiguos apuntes y libros. Comencé sin pensar en que iba a terminar diseñando mis propios amplificadores», señala este artesano de la electrónica o como le gusta autodenominarse «luthier electrónico», «porque lo que hago es crear instrumentos musicales», explica.

López está casado y es padre de dos hijas que le han dado tres nietos con los que disfruta enseñándoles lo que sabe, su profesión. «Enrique, que tiene 10 años ahora, hizo su propio amplificador cuando tenía siete. Estudia segundo de chelo y estoy diseñando un amplificador de válvulas para este instrumento. Sin embargo, creo que Daniel, que tiene dos años y medio, puede ser el que herede la profesión, porque le encanta venirse conmigo al taller», afirma lleno de satisfacción.

Juan Antonio tiene como taller una cochera en Algarrobo Costa. No trabaja abierto al público. De hecho, busca la tranquilidad. Lo tiene todo perfectamente organizado y desde hace unos años a esta parte se dedica a fabricar amplificadores, pero con diseños propios. «El primero lo diseñé hace cuatro años para guitarras. Yo no sé tocarla, por lo que tuve que entrar en contacto con músicos profesionales para que me orientaran porque quería conseguir el sonido que ellos querían. Uno de esos músicos fue Tito Fernández», recuerda Juan Antonio.

Grandes músicos

En 2014, este artesano de la electrónica consiguió que otro gran músico español, Raimundo Amador, se enamorara de sus amplificadores. «Ha sido Raimundo el que me ha dado la llave, me apadrinó y me ha difundido», reconoce.

El grupo malagueño Tabletom, en el su último trabajo discográfico, Luna de Mayo, lo incluye en los créditos como fabricante de sus amplificadores.

«Antonio Reina, guitarrista de El Barrio, también tiene uno de mis amplificadores de válvulas . De hecho, le fabriqué uno para un concierto en el Teatro Real con el que grabó un DVD», señala orgulloso.

Pero López, piensa ya en ampliar horizontes y quiere empezar a fabricar también amplificadores para bajos, las guitarras de cuatro cuerdas. «Son los más exquisitos, sin embargo estoy desarrollando amplificadores para ellos con previos y pedales, con mucha ilusión», apunta.

Estados Unidos

Lleno de proyectos y más ilusionado que nunca, no quiere dejar de ser artesanal, sin embargo a través de un importador de guitarras de Estados Unidos con el que está en contacto, López quiere entrar también en el mercado americano.

El «luthier electrónico» de Málaga ha creado su propia empresa de amplificadores de válvulas, Lica Vintage, aparatos que asegura están resultando muy bien a juzgar por cómo están funcionando en las giras de diferentes grupos y músicos de primera fila que ya lo tienen. Además, actualmente tiene encargos de Francia, Alemania, Portugal y Reino Unido.

Según señala, sus amplificadores son un 40 por ciento más económicos que los que existen en el mercado, con la ventaja de que su sonido es más puro. La segunda juventud que están viviendo estos aparatos le está permitiendo vivir casi en exclusiva de esta actividad. «El 80 por ciento de lo que gano es gracias a los amplificadores. El resto es de la reparaciones y los diseños de circuitos que realizo», declara.

Desde hace unos meses está colaborando y asesorando a un ingeniero de sonido de Huelva a realizar su tesis sobre los amplificadores de guitarra y a partir del 15 de junio tiene previsto impartir en Málaga el primer curso en España de amplificadores de válvulas en la Escuela Pública de Formación Cultural, dependiente de la Consejería de Cultura. El taller persigue formar a los participantes en los conceptos básicos del funcionamiento del amplificador de válvulas.

Según López, aunque pueda parecer lo contrario la tecnología de válvulas está viviendo un momento de auge. De hecho, se siguen fabricando, sobre todo en Rusia. «En España se llegaron a fabricar hasta que en la década de los 70 se vino abajo. Sin embargo, quedaron en Rusia y se siguen manteniendo. En los 90 caducaron algunas patentes europeas que compraron los americanos y ahora están triunfando nuevamente. Se fabrican en Rusia con calidades europeas. También se fabrican en China, pero hay qué saber los controles de calidad que pasan», explica.

Para López, uno de los motivos por los que las válvulas o tubos de vacío no han desaparecido es porque se siguen utilizando por parte de los diferentes ejércitos, entre otras razones porque son más resistentes en ambientes de alta radiación.

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