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Ignacio Lillo
Lunes, 9 de mayo 2016, 00:52
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La cotorra argentina es una especie invasora que ha encontrado un hábitat ideal en la capital, donde ya se contabilizan algo menos de 3.000 ejemplares. Mientras se mantengan en la ciudad no habrá grandes problemas ecológicos. Lo malo es que ya se han visto los primeros ejemplares en zonas de gran producción agrícola de la provincia, como son el entorno del río Vélez, en la Axarquía (que destaca por su producción de subtropicales); y el Valle del Guadalhorce.
Antonio Román Muñoz, investigador de la Facultad de Biología de la Universidad de Málaga (UMA) y autor de numerosos trabajos sobre aves, está inmerso en un ambicioso estudio sobre la cotorra. Según explica, ya se han registrado las primeras parejas en Alhaurín de la Torre, Alhaurín el Grande y la Estación de Álora, en el Guadalhorce; así como un nido cerca del vivero de la Diputación Provincial, en Benamocarra. «Son dos parejas este año, veremos cuántas hay dentro de cinco», advierte este experto.
«No hacer nada ahora significa que vamos a tener problemas muy caros de solucionar en un futuro», comentó, y abogó por plantear medidas de control en las nuevas poblaciones fuera del ámbito urbano. «Controlarlas ahora en Benamocarra sería muy sencillo, pero posiblemente dentro de diez años no es que sea difícil, es que será imposible». El biólogo pone especial atención en la zona oriental, donde se concentran los cultivos de mango y aguacate: «Si la población prospera mucho apostaría a que acabará siendo un problema para la agricultura».
Se reproducen durante todo el año, con varias puestas; tienen comida en cantidad gracias a la basura y no hay depredadores capaces de cazarlos; así que los estudios del científico prevén que su población en Málaga se duplicará en sólo 3,8 años. Puesto que es una especie invasora, por lo que la Junta debe impulsar un plan para su control.
Muñoz comenta las experiencias de otros puntos de España y Europa donde ya se están enfrentando al problema y se han tomado medidas de control. Así, en Cataluña ya se ha declarado ave cinegética (que se puede cazar) porque ha salido del ambiente urbano y ocasiona daños a la agricultura, sobre todo en cultivos de frutales, como las peras, y de huerta (tomates), entre otros. Mientras, en Baleares, un equipo de francotiradores ha conseguido casi erradicarlas, y en febrero sólo quedaban seis ejemplares. En Argentina y Uruguay, de donde son endémicas, se cazan de forma masiva porque se consideran una plaga para los cultivos.
Medidas de control
En el otro extremo, en Inglaterra se ha decidido capturarlas pero no sacrificarlas, y hay particulares y centros zoológicos que aceptan mantener las cotorras de Kramer, que llevan 70 años en el ReinoUnido y son muy queridas por la población, que las considera una especie autóctona. «Hoy día es objeto de discusión en la comunidad científica qué hacer con ellas, y se están publicando artículos en las mejores revistas de conservación internacionales».
El experto diferencia las posibles soluciones en función de si habitan en la ciudad o en zonas rurales. Frente a los riesgos que suponen en el campo, Antonio Román Muñoz destaca que en las urbes tienen un valor que no hay que descartar, ya que pueden servir de medio para atraer a la conservación de las aves a las personas en las ciudades. «Hay que valorar perjuicios y beneficios». Un equipo de la UMA, en colaboración con el CSIC, está impulsando un proyecto para equipar varios ejemplares con emisores GPS y conocer así sus movimientos; además de estudiar la incidencia de la enfermedad de la psitacosis.
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