Borrar
El danés Arne Haugen Sorensen, en su taller de Frigiliana.
Arne Haugen Sorensen: «Si Frigiliana no es el paraíso, debe de ser muy parecido»

Arne Haugen Sorensen: «Si Frigiliana no es el paraíso, debe de ser muy parecido»

Eugenio Cabezas

Viernes, 29 de agosto 2014, 00:56

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Nacido en Copenhague (Dinamarca) en 1932, Arne Haugen Sorensen ha vivido en Francia y España. «En París aprendí que las ambiciones no tienen límites. Conocí a Antonio Saura y a Eduardo Arroyo. Descubrí la pintura y decidí ser artista», dice. Tiene cuatro hijas, nueve nietos y tres bisnietos. Casi todos residen en Dinamarca, excepto Caroline, que está casada y también vive en Frigiliana, donde regenta una galería de arte.

-¿Cómo llega un danés hasta aquí?

-Soy muy consciente de ser todavía un visitante, un errante de la cultura europea. Nací en Dinamarca, pero he vivido la mayor parte de mi vida fuera y casi 40 años en España. Dinamarca es un pequeño país limpio y contento consigo mismo, y con mucho razón. Pero necesito un ambiente algo más complejo para sentirme como en casa. En España he encontrado la luz y también el ambiente. Buscaba escapar de un ambiente intelectual conformista y materialista. Dinamarca es un país social y moralmente muy desarrollado, pero le faltan ambiciones en muchos otros aspectos. No tienen fe ni duda y parecen convencidos de su perfección. Justo al contrario que España, con su larga y compleja historia, tiene más matices y más dimensiones. Aquí, me siento más en casa, porque es un país espiritualmente rico. Su alma es mucho más que blanco y negro. Después de los tiempos duros de Franco, surgió un país joven y optimista, que además conocía el precio de la libertad. Hoy, con la crisis mundial y la corrupción, el país está sufriendo, y eso me duele. La crisis ha dado un golpe fuerte, pero creo que va a surgir una España más fuerte. En Dinamarca miran al país con compasión y la esperanza de que pronto vuelva a levantarse.

-¿Qué le atrajo de Frigiliana?

-Sobre todo la luz y la gente. Sentía que los inviernos largos y oscuros de Dinamarca me mataban. Necesitaba cambiar de aires. Estábamos a punto de comprar una vieja casa en ruinas en un pueblo de Mallorca, pero un viejo amigo me dijo que antes de firmar, visitase Andalucía. Fue un amor a primera vista. No dudé ni un momento de que aquí había encontrado el lugar ideal. Vendimos la casa de Dinamarca, y junto con mi esposa y nuestras tres hijas, emprendimos el viaje en coche a España. Primero vivimos en los montes de Torrox, y después de un año, nos mudamos a Frigiliana.

-¿Ha cambiado mucho el pueblo?

-Obviamente ha crecido y ha cambiado, pero sigue siendo un pueblo bello sin igual. Han sabido respetar su arquitectura y sus tradiciones, y, por lo tanto, aún hoy, sigue siendo Frigiliana, el pueblo blanco más hermoso de Andalucía. Siembre siento una profunda gratitud cuando vuelvo de un viaje, y reencuentro el pueblo todavía en su sitio. Tengo miedo de despertar y ver que sólo ha sido un bonito sueño.

-Sus obras son muy coloristas y de gran formato, ¿qué le inspira?

-La mitología griega y la Biblia. Motivos como Leda y el cisne me tienen muy ocupado, ya que disfruto dándole vida a Zeus, a través de mis pinturas una y otra vez, su apariencia sobre el lienzo convertido en cisne, lluvia o toro, cada vez me sorprende más. Es una imagen que da mucho de sí. Las parábolas de la Biblia son muy interesantes.

-Tengo entendido que vive en un chalet en la sierra, ¿es cierto?

-Al principio, vivíamos en el pueblo, teníamos niños en el colegio, y la vida la hacíamos allí, más cerca de todo. Yo subía cada día a pintar, en mi Land Rover, a mi apero y estudio, en el campo. Al atardecer volvía a casa, al igual que hacían los campesinos de la zona. Con el tiempo, los niños fueron creciendo y se marcharon, con lo cual pasábamos cada vez más tiempo en el campo, hasta que finalmente decidimos mudarnos allí. En el campo pinto tranquilamente, en compañía de mi esposa Dorthe, que es ceramista, y dos maravillosos perros. La paz que se respira en la naturaleza de Frigiliana no tiene comparación con ningún otro sitio del mundo. Siento que aquí la vida es completa, no necesito nada más. Si esto no es el paraíso, estoy seguro de que debe ser muy parecido.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios