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Andalucía agranda su brecha con las regiones ricas

La recuperación beneficia más a las comunidades potentes, después de que la crisis quebrara la convergencia con Europa

LALIA GONZÁLEZ-SANTIAGO

Domingo, 14 de mayo 2017, 00:52

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El proceso de convergencia, es decir el acercamiento de Andalucía a la media de riqueza, empleo, y demás indicadores económicos, es la prueba definitiva de la virtud de las políticas públicas y el objetivo final de éstas. Hay datos recientes que evidencian que la brecha Norte-Sur se mantiene e incluso se amplía y que la recuperación no está sino agrandándola. Las alarmas saltan en cada prospectiva o encuesta. Por ejemplo, la reciente de Calidad de Vida, que arrojaba un índice de riesgo de pobreza en la población andaluza del 41,7% en Andalucía mientras que para el País Vasco o Navarra esto se reduce al 9%. O el PIB por habitante, que en nuestra comunidad está ahora 4.700 euros por debajo de la media nacional.

El secretario general de Economía, Gaspar Llanes, admite que en la escala nacional «no estamos convergiendo», y de hecho las perspectivas de crecimiento para este año y el próximo sitúan a Andalucía por debajo del promedio de España, aunque la comparativa sale mejor con la media europea, donde el crecimiento está siendo menor.

En este sentido, se considera una ventaja que el ciclo económico de Andalucía y de España haya coincidido con el europeo. Pero esta relación supone que «si Europa va bien, España va mejor. Cuando Europa va mal, España va peor. Es lo que sabemos de la corta historia del euro».

El estudio realizado por la Secretaría General de Economía, presentado durante un reciente workshop organizado por la OCDE en Sevilla, indica que se ha producido un proceso de convergencia muy rápido de Andalucía con Europa que se quiebra en 2009 con el inicio de la crisis. Según Eurostat el PIB per capita andaluz era en 1995 el 68% del europeo y en 2008 había alcanzado el 80%. Pero todo se fue al traste. La expansión fue posible gracias a un extraordinario crecimiento de la financiación crediticia de la economía, que más que se duplicó entre 2000 y 2008, para caer en 2016 todo lo que había crecido.

Los efectos de la crisis han sido demoledores para Andalucía en términos constatables. El estudio de Economía, en base a datos del INE indica que en términos reales y considerando su posición en 2013, Andalucía perdió 9 años en PIB, 16 años en inversión, 11 en empleo y 9 en tejido empresarial. Es decir que al término de la fase más dura de la crisis el PIB se puso en el nivel del año 2000; la inversión en el de 1995, el empleo como en 1999, el tejido empresarial como en 2000. «La economía andaluza retrocedió a 1999, a la década de antes del milenio», sentencia Llanes. Aunque matiza que lo mismo sucedió en España, «todo lo que se ganó de convergencia se perdió en la crisis».

Los signos son buenos ahora. «Si en la expansión se ganó un punto cada año y en la crisis retrocedimos más de un punto por año, ahora se vuelve a crecer en la misma medida, escalando un punto de convergencia con Europa».

El estudio concluye que el diferencial en PIB per capita con Europa se explica por la menor tasa de empleo, pues la productividad se acerca a la media europea y ha progresado en mayor medida que el empleo. No así, en cambio con España. El secretario general de Economía se remonta a los inicios de la democracia para recordar que ya la Constitución incorpora en su artículo 2 la solidaridad entre territorios para corregir la brutal diferencia entre la España rica y la España pobre, y establece en 1982, con la llegada al Gobierno de Felipe González, la iniciativa de crear el Fondo de Compensación Interterritorial, que se dotó con una bolsa «que actualmente sería más de 9 mil millones de euros anuales». Sin embargo, ahora es «insignificante». En 2017 ha contado con 460 millones de euros para todo el país, con un cálculo de 29 millones de personas afectadas. «Son 16 euros por habitante para un diferencial de renta de diez mil euros entre la España rica y la pobre», según el secretario general de Economía, que asiste cada año a la reunión de reparto del FCI en el Ministerio de Hacienda.

A Andalucía le han tocado este año 160 millones de euros y Llanes afirma con humor que «muchas comunidades ya ni van a la reunión porque les dan menos de lo que les cuesta el Ave».Pero lamenta que «en toda la democracia España no ha conseguido disminuir las diferencias de renta entre la España rica y la pobre». Alega que los fondos puestos para ello, tanto el FCI como la inversión, «han sido una ridiculez. El Gobierno, se está riendo de las regiones más pobres».

Los ricos crecen más

Pero además, ahora que la economía crece a buen ritmo, las diferencias de crecimiento se mantienen y se incrementan, de modo que las regiones más ricas crecen más. «La recuperación afecta más a las regiones ricas que a las pobres y la crisis ha afectado más a las pobres que a las ricas. La crisis ha aumentado los desequilibrios regionales».

Llanes relaciona esta situación, en primer lugar, con la estructura económica de cada comunidad y con el peso y la potencia del sector público en cada una de ellas.

Así, mientras en las economías más pobres el sector público pesa más, por la escasez de sector privado, en las más ricas es más importante. Es decir que aquí tenemos menos servicios públicos que las comunidades punteras.

El peso del sector público en Andalucía es del 18,4% y en España 14,9%. casi 4 puntos más. «Es un dato importante -explica-. En la estructura productiva andaluza el sector público, comunidades locales, comunidad autónoma y Estado, pesa más que en la de Madrid, Cataluña o País Vasco, donde la economía privada está más desarrollada». Pero, agrega, el sector publico allí pesa más que su población.

De este modo, ante los recortes que la crisis ha impuesto a lo público, limitado sus posibilidades de crecimiento (en ofertas de empleo público, restricciones financieras, sanidad, educación) esta variable que pesa mucho en la economía andaluza cae y lastra el crecimiento general. De este modo, el motor de la inversión y el consumo públicos se gripa más en las regiones más pobres y no acompaña el crecimiento.

En este contexto, la Junta de Andalucía viene reclamando una inversión del Estado que sea sensible con la situación y corrija los desequilibrios territoriales, pero los datos no son esperanzadores. El estudio de la secretaría general de Economía asegura que la comunidad ha hecho un gran esfuerzo inversor, que llegó a alcanzar los 7 mil millones de euros en 2007, «más que Madrid, Cataluña, País Vasco y Valencia juntas», y que ahora está en 3.600 millones, también por encima a otros gobiernos autonómicos. De ellos casi dos mil corresponden a fondos europeos.

Ha sido un esfuerzo en base a ahorro primario y esfuerzo propio, para detraer recursos de las transferencias del Estado, que en un 70,4% han de destinarse a pagar gasto social. Sin embargo, el Estado va a destinar a Andalucía 1.157 millones en 2017, y «lo más sangrante, y sí es un escándalo público, es que en su mayoría, mil millones, son fondos europeos». De este modo, concluye que «lo que el Estado va a dedicar a Andalucía son 300 millones de euros, 160 del Fondo de Compensación Interterritorial y 151 de inversión, descontando los mil millones que vienen de Europa».

Otra de las causas de este menor crecimiento de Andalucía radica, pues, en la inversión publica, que llegó a ser 3% en 2009, ahora es el 0,7 y ha recortado cuatro décimas de crecimiento desde 2000, indica el estudio, que se trasladan directamente al PIB.

La diferencia de crecimiento está, pues, en el sector público y se ve afectada por los recortes, la imposibilidad de invertir impuesta a comunidades autónomas y entes locales, más la fuerte restricción financiera por el ajuste para cumplir el objetivo de déficit, cargado sobre las autonomías, mientras el Estado no ha disminuido. «La regla de gasto impide crecer, hasta ahora no ha permitido aumentar plantillas, ni incrementar el consumo ni la inversión, que en Andalucía ha caído un 60% y en el Estado se ha reducido a una tercera parte», dice Gaspar Llanes.

En el contexto andaluz, el sector privado, con un peso del 12%, poco puede hacer para tomar la alternativa inversora, como sí sucede en las regiones más ricas. Es pues, una razón más para el desequilibrio.

En este sentido Economía considera también que el modelo de financiación actual contribuye negativamente. El 80% de los recursos vienen de transferencias, de modo que si el Estado resta mil millones a la caja andaluza son posibilidades crecimiento que se pierden.

Aún hay un elemento más que apoya la idea del Gobierno autonómico de reclamar el esfuerzo de reequilibrio territorial al Estado: la estructura del gasto público en España indica que de cada 100 euros que se gastan, 49 lo hace el Estado, 37 las comunidades autónomas y 14, las locales. El Estado sin Seguridad Social dedica al gasto social el 10,7%, por tanto tiene un 90% de margen para hacer política económica. Las autonomías, por contra, al dedicar el 70,4% al gasto social, sólo pueden dedicar el 30% a intervenir en la economía.

Handicaps

«La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser». Gaspar Llanes retoma la frase de Ortega para rechazar la nostalgia. «El pasado no sirve, es una etapa histórica muerta, donde había que construirlo todo. Las carreteras, los hospitales, los colegios, las universidades están ya».

También las empresas. Habla hasta de «una revolución» porque si hasta 1981 se habían creado 20 mil empresas netas en Andalucía, «desde entonces ahora han sido 400.000». Del estudio afirma que Andalucía no tiene un problema de empresas, pero sí de tamaño de las mismas La clase empresarial es potente, pero pequeña, débil su autonomía financiera y tiene problemas para crecer. Ese es, pues, el gran reto de futuro.

La apuesta del plan económico del Gobierno andaluz pasa por la innovación y la internacionalización. En la primera materia el reto es incrementar el gasto privado el I+D+i, porque el público está en el 90% de la media europea y el particular llega al 25%. Salir fuera sigue siendo básico y Llanes no se da por satisfecho. Aunque la exportación andaluza ha pasado del 8% al 17%, aún está a diez puntos de distancia de la tasa europea. «Queremos una economía fuerte en un Estado fuerte que combata las desigualdades», concluye el secretario general de Economía. Ese es nuestro modelo».

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