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Una hembra lince con sus cachorros en el centro de cría de El Acebuche, en Doñana.
El lince sobrevive y se expande

El lince sobrevive y se expande

El número de ejemplares en Andalucía ha pasado de 90 en el año 2000 a casi 400 ahora

Maria Dolores Tortosa

Domingo, 7 de mayo 2017, 00:41

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El lince ibérico, el felino que alcanzó fama mundial cuando en la década de los noventa conservadores y enamorados de la naturaleza alzaron la voz de alarma sobre su extinción, sobrevive. Pese a que la falta de conejos y los atropellos siguen amenazando a la especie emblemática de Andalucía, su último reducto después de desaparecer del resto de la Península ibérica, la noticia es que las últimas estadísticas de su censo permiten decir a quien ha vigilado su recuperación desde hace casi dos décadas, Miguel Ángel Simón Matas, que la situación ahora puede considerarse «muy positiva», aunque aún con la amenaza de estar en peligro.

Gracias al proyecto de financiación europea Life-Iberlince, que coordina Simón Matas, o al programa de cría en cautividad de la Junta de Andalucía y, sobre todo, a una gran concienciación y cooperación social, la población del lince en libertad ha pasado de 90 ejemplares en el año 2000 a 475 en 2016. Y ya no solo en Andalucía. Los programas aludidos han permitido al lince extender sus dominios en menos de una década a otras regiones españolas, como Extremadura, Castilla la Mancha y Murcia, y también a Portugal. El mayor número sigue viviendo en Andalucía, 389, según el censo realizado en 2016 por Life-Iberlince.

Iberlince, entre los cinco mejores proyectos Life de los últimos 25 años

  • El proyecto de reintroducción del lince en Andalucía (Iberlince 2006-2011) ha sido nominado junto a otros cinco proyectos Life para recibir los Green Awards, un galardón con el que la Comisión Europea va a distinguir a los mejores proyectos del programa Life de los últimos 25 años, desde que comenzara el programa en sí (1992-2017), un total de 2.000. El ganador dependerá de una votación popular y se sabrá a finales de mayo. Este proyecto fue pionero en el mundo y en Andalucía permitió 32.000 jornales.

Este mes de mayo las crías empezarán a salir de sus madrigueras y los técnicos de Iberlince tendrán la oportunidad con un sistema de cámaras camufladas comenzar un nuevo recuento. La población no ha dejado de crecer y se espera que siga haciéndolo. En 2016 se contaron 28 ejemplares más en Andalucía respecto al año 2015.

Hay alguna controversia sobre cuántos gatos clavo, como también se les llama, poblaron la Península ibérica en otros tiempos y en qué territorios hasta su reclusión en Andalucía a finales del siglo XX. Simón sostiene que pudieron llegar hasta cerca de la cornisa cantábrica y los Pirineos, donde no hay conejos silvestres, su principal alimento, lo que les distingue, además de su precioso pelo moteado y menor tamaño, del lince europeo.

En los años sesenta, el biólogo salvador de Doñana José Antonio Valverde fue el primero en dar la voz de alarma e hizo un catálogo situando una población escasa en cinco núcleos (Sierra de Gata, Montes de Toledo, noroeste de Badajoz, Sierra Morena y área de Doñana (50 ejemplares)). Otros dos científicos, Miguel Delibes y Alejandro Rodríguez, realizaron un censo con encuestas a vecinos y propietarios cifrando en 1.100 los linces en los años 80 en seis territorios. Miguel Ángel Simón opina que es más fiable el estudio de Valverde.

Hasta entonces el lince había sido pieza de zoológico (Saint Vincennes, París) y, sobre todo, pieza de cacería desde el Algarve portugués a los Montes de Toledo. Este lugar se considera el de mayor densidad de ejemplares al menos en el siglo XX. Su piel era muy cotizada: Hasta 1937 se comercializaban alrededor de 500 pieles de lince ibérico por año en el mercado peletero español. Lo peor vino después. El Gobierno franquista decreta en 1953 la creación de las llamadas Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos, que documentan la muerte de 152 linces en España entre los años 1954 y 1961, en su mayoría en los Montes de Toledo.

La alerta internacional, y sobre todo de Valverde, logró que en 1966 el Estado español protegiera la especie. Aún así, entre 1978 y 1988 se tiene constancia de la muerte de 356 linces en España, la mayoría por furtivismo, según datos oficiales. El felino ibérico emparentado con el tigre, leopardo, león y jaguar (no tiene nada que ver con el gato según los científicos aunque se le llame así) está a punto de desaparecer. En su hábitat más conocido en otra época, los Montes de Toledo, Félix Rodríguez de la Fuente logró a duras penas hallar varios ejemplares para uno de sus famosos programas televisivos de El hombre y la Tierra a mediados de los años setenta.

A los cazadores de pieles, las órdenes políticas para su extinción por dañinos y el furtivismo se le añadió la peor amenaza, la del hambre. En el año 2000, cuando empiezan los primeros trabajos científicos de la Junta de Andalucía para su conservación, el escrutinio es de 90 ejemplares entre Doñana (40) y Andújar (50), los únicos lugares de toda España en los que fueron localizados. Un brote de la enfermedad vírico-hemorrágica en los ochenta mató a miles de conejos y con ello a su depredador estrella, diezmando la población de linces hasta clasificarse como especie en peligro de extinción, recuerda Miguel Ángel Simón.

Atropellos

La amenaza de la enfermedad, con sus mutaciones letales, ha seguido asestando duros golpes, el último en 2012, cuando los técnicos del programa Life-Iberlince detectaron un desplome considerable de cachorros, de 70 a 15. «Ante la escasez de comida, las madres dicen, hay que ahorrar energía, y dejan de tener cachorros», apunta Simón. Un hecho que no trascendió tanto como cada vez que uno de estos hermosos felinos es atropellado por un coche en una carretera.

Durante las dos últimas décadas la presión de los ecologistas contra las construcciones de carreteras o autovías que cortaban los pasos naturales de este gato veloz, sobre todo en la zona de Doñana-Aljarafe, ha hecho creer que el mayor peligro para su supervivencia eran los atropellos. Desde 2002 hasta 2016 se han contabilizado 212 linces muertos, de los que 95 fueron por atropellos. Este año arrancó con una cifra alarmante, seis muertes en enero, de los que cuatro eran felinos arrollados por un vehículo. La cifra de fallecimientos por esta causa, sin embargo, ha bajado desde que las administraciones competentes en carreteras de la Junta y el Estado empezaron a construir pasos naturales soterrados para salvar al lince.

«A mí me preocupan los atropellos, pero no es lo más negativo, es lo más llamativo. Lo que más me preocupa es el conejo, el 80% del alimento de los linces», afirma Simón. Por ahora no hay solución a la enfermedad vírica, aunque el proyecto Iberlince ha intentado contrarrestar este punto flaco en la conservación del felino andaluz de diferentes modos, desde introducir nuevos conejos en zonas diezmadas por el virus hasta reintegrar felinos en territorios con mayor población de su principal alimento. Así se ha hecho con el proyecto Life, buscar zonas desde las sierras de Córdoba a Jaén (Sierra Morena-Andújar Cardeña-valle de Guarrizas) con gran densidad de conejos, para la reintegración y liberaciones de linces criados en cautividad . Hoy estas zonas albergan la mayor población andaluza, en torno a 300.

Doñana-Aljarafe se ha estabilizado en 72, pero en este territoro persiste otra amenaza, la de la endogamia debido a su baja variabilidad genética. De ahí que el último proyecto Life de Iberlince haya trabajado en reforzar genéticamente las poblaciones, llevando linces de Sierra Morena a Doñana o en la liberación de nacidos en cautividad tener muy en cuenta los genes a la hora de decidir dónde soltarlos.

Otra tarea en este sentido ha sido entablar carriles de conexión entre los territorios donde se trabaja en su reinserción. Algo que se ha tenido en cuenta a la hora de elegir las zonas de otras comunidades y Portugal. «Ya hay un continuo de bichos que se intercambian desde Sierra Morena a Cardeña (Despeñaperros) y Almuradiel (Ciudad Real)», afirma Simón.

El renacimiento del lince pese a sus amenazas se debe sobre todo a una fuerte inyección de dinero de la Unión Europea (69 millones de euros desde 2002) y la Junta de Andalucía, junto a la dedicación de científicos de varias instituciones, incluida la Estación Biológica de Doñana, desde que en el año 2000 se comenzó a trabajar en firme para evitar su desaparición. La perspectiva era tan negra entonces que cuando se creó en 2004 el centro de cría en cautividad en El Acebuche, se hizo en previsión de que la especie pudiera extinguirse, como reserva genética. Hoy la función ha cambiado. Este centro, junto a otros en Extremadura y Portugal y Andalucía (La Olivilla en Jaén), producen cachorros para su introducción en espacios salvajes. Antes de soltarlos se les enseña a cazar conejos y asustarse del hombre. La suelta comenzó en 2010 con Grazalema y Granadilla en el río Guarrizas (Jaén). En 2012 ya hubo constancia de reproducción. En 2016 se liberaron 40 de los 50 cachorros con un año nacidos en cautividad.

Financiación

La Junta destinó 540 millones de pesetas (3 millones de euros aproximados) en 2000 para el primer plan de conservación del lince. Luego la administración andaluza acudió a la Unión Europea, obteniendo financiación para el primer proyecto Life Iberlince, dotado con 9 millones de euros para el periodo 2002-2006. Se trataba, recuerda Simón, de trabajar para evitar su extinción. Para el segundo proyecto (2006-2011) se puso en marcha la reintroducción del lince en las áreas andaluzas con 26 millones de euros. Los dos primeros solo tenían participación andaluza y en el mismo no cuenta la inversión en el Acebuche.

Para el tercer Life, 2011-2016, prorrogado hasta este año y dotado con 34 millones de euros, se puso en marcha la expansión del lince a otras comunidades españolas y Portugal. En el censo de 2016 se cuentan 19 ejemplares en Mértola (Portugal); 28 en Martachel (Badajoz); y 23 en los Montes de Toledo.

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