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Ana Bella, tercera por la izquierda, con voluntarias de la fundación.
La liga de las mujeres extraordinarias

La liga de las mujeres extraordinarias

La Fundación Ana Bella cumple diez años con el lema 'Supervivientes y no víctimas'. La campaña impulsada por la organización lanza testimonios positivos de quienes han logrado dejar atrás el maltrato

LALIA GONZÁLEZ-SANTIAGO

Domingo, 1 de mayo 2016, 00:21

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Ana Bella Estévez huyó una noche de su casa con sus cuatro hijos, tras once años de maltrato en un matrimonio que contrajo a los dieciocho años. Se fue a una casa de acogida. Cuando salió de allí, un tiempo después, se encontró con otra mujer maltratada, Leticia, que había escapado de su marido con un niño pequeño y no tenía dónde ir. Como no le encontró acomodo, ni tenía dinero para pagarle un alquiler, la acogió en su propia casa. Fue el germen de una fundación que ahora cumple diez años y que se ha convertido en un ejemplo de que es posible recuperar la vida tras la violencia de género y de la necesidad de emitir mensajes positivos. No habla de víctimas sino de supervivientes, y así es su logotipo. Nunca ha cobrado una renta de inserción, nunca quiso un 'certificado de víctima'. No quiere que la imagen de la violencia de género sea una mujer muerta, con la voz distorsionada, o con la cara golpeada en un cartel, sino que trabaja por romper esta negra aura con ejemplos de logros, de historias personales de éxito. Que se puede empezar de nuevo. Que se puede salvar vidas.

Hoy, Ana Bella tiene un liderazgo original y poderoso, varios proyectos que actúan en red por toda España y varios países del mundo y decenas de premios nacionales e internacionales. Parte de un análisis riguroso: «El 10% de las mujeres en España sufren maltrato, dos millones de personas, y puede ser cualquiera de las que tenemos alrededor, la camarera que te sirve el café, la profesora, la alcaldesa de tu pueblo. Yo lo fui once años, hasta que una noche utilice mi miedo, mi fuerza, mi valor no para dormir con la persona que me podía haber asesinado, sino para coger a mis cuatro niños e ir a denunciar». Reflexiona que «yo vi a Ana Orantes, y no me reconocí en ella, aunque también era víctima». Por tanto, es más fácil conseguir luchar contra el feminicidio a base de mensajes positivos, ejemplos, testimonios de éxito, empatía, amor y mensajes claros. «Eres muy fuerte, no estás sola». «La alternativa a ser asesinada es ser feliz».

Pero no se detiene en ahondar en este pozo negro del horror y el silencio, aunque se ocupa con una red propia, Amiga, de acompañar a las víctimas en sus procesos judiciales, que ya ha atendido a 1.500 mujeres, y está atenta a cuantos planes y recursos ponen a disposición las administraciones, pero no espera subvenciones. Lo suyo es tirar para adelante y, uno a uno, resolver problemas y utilizarlos luego para dar ejemplo y ánimos a otras. «Las mujeres supervivientes ayudan a otras», explica. Ahora anda, por ejemplo, intentando reunir 600 euros para pagar el alquiler a una chica mexicana que arrastra una terrible historia detrás, abusada por sus hermanos al quedar huérfana con ocho años, casada, violada, maltratada, con 19 años y dos hijos, que ha escapado pero tiene un trabajo que no le permite alquilar un piso en su país. Uno a uno, sin dejarse amilanar por la magnitud del problema.

Leticia y Acha

Todos los proyectos tienen una historia detrás. Si Leticia dio origen a la red de casas de apoyo, Acha, una polaca embarazada de cinco meses que logró escapar de un sótano donde su marido la tenía encerrada, sin agua, luz, ni comida, en Bormujos le llevó a crear un proyecto empresarial para darle trabajo y, de camino, a otras en su situación, la empresa Servicios Integrales Solidarios. Después surgió la Escuela Ana Bella para el Empoderamiento de la Mujer, un proyecto asombroso y arriesgado que ha dado empleo a más de 600 mujeres. «Cuando salí de la casa de acogida, los canales de inserción eran de trabajos invisibles. ¿No había de secretaria de dirección?, yo hablo inglés», dijo. Y se puso a buscar esos otros caminos.

Así surgió la escuela, que proporciona empleo a mujeres maltratadas pero no en tareas oscuras y mal pagadas, que suelen llevar a la exclusión. Como para desmentir al maltratador que suele decir «sin mí te vas a ver fregando escaleras». Se trata de convencer a las empresas de que estas mujeres son «trabajadoras de primera, valiosas, fuertes y capaces de todo tipo de tareas, de trabajar con el peor jefe del mundo, resistentes y eso son valores para la empresa».

Así, se han conseguido alianzas con diversas firmas que contratan a lo que llaman «embajadoras de marca» que ha iniciado un cambio de paradigma en la inserción laboral de mujeres supervivientes: «Oportunidades laborales en trabajos visibles, de cara al público y valorados socialmente en vez de trabajos ocultos sin reconocimiento social, como reponedoras, pobrecita víctima. Contratación basada en las cualidades personales como mujeres superadoras en vez de realizar una discriminación positiva por ser víctimas».

De este modo, «mujeres supervivientes son la imagen de la marca frente a los clientes. El plan se ha llevado a México, a Italia, ahora Bruselas le incluye en el código de buenas prácticas de la UE. Hemos demostrado que las mujeres maltratadas podemos redirigir una energía social negativa hacia la empatía y la productividad. Que no nos vean con el ojo morado sino con el potencial que llevamos dentro. Eres válida, todos los días los clientes te dan las gracias».

En la Escuela Ana Bella, las mujeres reciben 'coaching' individual, talleres de empoderamiento, formación profesional y una oportunidad laboral, dice su presidenta. Las palabras suenan a formulario, pero tienen vidas detrás. Lo contaba este viernes en un programa de 'Encuentros', en Canal Sur Radio, el programa dirigido por Inés Alba: Gloria, que a sus 64 años consiguió su primer contrato, cuando desde la administración solo le daban una paga no contributiva. y ahora lidera una asociación para acompañar a mayores solos y estudia en la universidad. Otra chica, cuyo nombre no indica, que no podía parar de llorar cuando la conoció en una casa de acogida, que no tenía un euro para comprar una chuchería a su niño, cuando siempre había sido independiente, empezó a trabajar como 'embajadora de marca', luego fue a Santillana y «ahora es directora de un Instituto de la Mujer, influenciando a medio millón de mujeres. Le dimos una oportunidad donde se la valoraba, se la reconocía como un valor y no un problema». Cuenta que Danone «fue la primera empresa en valorar la capacidad de trabajo de las mujeres supervivientes y los resultados de las campañas han sido excelentes: descenso de la rotación del 63% al 2,25% y descenso del absentismo de mercado del 40% al 1,66% y un 97% de feedback positivo de la fuerza de ventas». Le siguieron Bonduelle, Campofrío, Clece, Fontvella, Amichi, Benefit.

Reconocimiento

La escuela, que acaba de recibir en París el premio al Mejor Proyecto Mundial para el Empoderamiento de la Mujer, se va a prolongar en una serie de proyectos solidarios, en los que la lucha contra el maltrato se une a otras causas, como los fondos para el cáncer de mama, el autismo o la discapacidad. Ana Bella valora que «las empresas se impliquen y den la cara para acelerar el cambio social». Así, Benefits va a donar el importe de todas las depilaciones de cejas en mayo, junto con Ayuda en Acción y Guess lanza el 'Denim Day' y les donará diez euros de cada vaquero que vendan entre el 13 y el 27 de mayo, para combatir así una sentencia de un tribunal italiano, explica Ana Bella, que dijo a una mujer violada que debía haber colaborado quitándose ella misma los pantalones. Esta firma tiene además en su web una serie de productos de bajo precios, como llaveros, camisetas o bolsos cuya venta destina al Programa Amiga, para acompañar en los trámites judiciales a las mujeres que denuncian.

Y más. La Escuela Ana Bella viene ofreciendo talleres de formación a directivos de empresas como L' Oreal, Disney o Berskha para avanzar en la igualdad y dar oportunidades a las mujeres maltratadas. Un ámbito que le interesa especialmente: «Como compañero puedes ayudar a quien tienes al lado para salir de la violencia. A fin de cuentas pasamos la mitad de la vida en el trabajo».

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