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Mar Moreno, en una imagen de su etapa de consejera de Presidencia. :: sur
Mar Moreno vuelve al Senado

Mar Moreno vuelve al Senado

Si el veredicto del Supremo se hubiera retrasado unos días, habría quedado fuera de la renovación de la Cámara

LALIA GONZÁLEZ-SANTIAGO

Domingo, 5 de julio 2015, 00:55

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Este miércoles, 1 de julio, María del Mar Moreno volvió al Parlamento para ser reelegida senadora por la comunidad autónoma. La política jiennense (La Carolina, 1962) había sido incluida, a última hora y por sorpresa, en la exposición razonada del 'caso ERE' que la jueza Alaya elevó al Supremo a mediados del pasado agosto. El jueves 25 de junio el alto tribunal la exculpaba de cualquier responsabilidad. Entre ambas fechas quedan 10 meses de infierno personal que han acabado a lo justo: Si el pronunciamiento del TS se llega a retrasar una semana, Moreno se habría quedado sin opción a continuar en su puesto y, sobre todo, podía ver terminar su carrera política en medio de un escándalo del que poco después sería declarada inocente.

Mar Moreno ha vivido estos días "como en el corredor de la muerte", según personas cercanas, en espera cada mañana de que llegara la decisión judicial, con la confianza en el archivo y la preocupación de que la renovación de los senadores se fijara para antes de que se pronunciara el TS. Se ha salvado por días.

El lunes, día 29, el PSOE-A la incluyó entre las cinco plazas de designación autonómica que le corresponden, en lo que se considera un gesto evidente de apoyo a la exconsejera que, al mismo tiempo, quiere poner a prueba la capacidad reparadora de la política, frente a su probados efectos destructores, es decir la posibilidad de recuperar y rehabilitar a quienes son absueltos de procesos judiciales que, en general, suelen desaparecer del mapa a pesar de su inocencia, como fue el caso de Demetrio Madrid, expresidente socialista de Castilla y León. No ha habido peros: este miércoles, cuando tomaba posesión de nuevo de su plaza, Mar Moreno recibía abrazos y felicitaciones sin parar, también de la oposición, como el coordinador de IU, Antonio Maíllo, que fue de los más efusivos.

Moreno renovó su escaño con un rictus que no llegaba a sonrisa, primero ante la junta de portavoces, luego ante el pleno de la Cámara, que ella presidió entre 2204 y 2008. Parecía aún sonada, como un boxeador que se levanta de la lona al borde del KO. No ha querido conceder entrevistas, más allá de la declaración que emitió al conocer que quedaba fuera de toda culpa, y que resumía su sentimiento en tres frases: «Ha sido un año muy duro», reconocía en primer lugar. «Me alegra que el Tribunal Supremo me haya devuelto la paz arrebatada», continuaba. Quienes le conocen saben que en este año ha estado hundida, que prácticamente no ha salido de su casa y que no ha aparecido por ni un acto del partido, sobre todo por lo que pudiera perjudicar a sus siglas. Ha intentado alejarse de las noticias y apenas sabía de las incidencias de la causa porque recibía mensajes de ánimo de amigos y compañeros. «Es que ha pasado algo», decía cuando le sonaba con insistencia el 'clic' del móvil.

Por último, ha pedido que «se opinara con prudencia y respeto de las personas encausadas, porque mantienen intacta su presunción de inocencia». La parlamentaria vive entre la alegría indudable por haberse liberado del proceso y el pesar por la situación en la que se ven los expresidentes del partido, Chaves y Griñán, a quienes, según todos los indicios, aún les toca recorrer un proceloso camino judicial.

Mar Moreno, que estuvo a punto de ser la sucesora de Manuel Chaves en dos ocasiones, primero cuando irrumpió en la política andaluza como diputada, en torno al año 2004, la última en 2010, cuando Zapatero la prefería a Griñán, había sido consejera de Presidencia entre 2010 y 2012. Por ello Alaya la incorporó a su exposición razonada, al suponerle intervención en la aprobación de las ayudas supuestamente irregulares en los 'consejillos' que en su calidad de consejera debía presidir. Aunque se ha pensado que la intención de la jueza al señalarla podía apuntar hacia Susana Díaz, que la sucedió en Presidencia, parece más probable que su implicación se dirigiera hacia atrás en el tiempo, hacia afianzar la de Gaspar Zarrías, que fue el consejero de Chaves desde 1996 hasta 2010.

Pero el juez instructor del Supremo ha archivado las sospechas de Alaya y considera «creíbles y asumibles» las explicaciones de Mar Moreno acerca de que desconocía el procedimiento legal de las ayudas sociolaborales. El magistrado Jorge Barreiro reconoce que la actividad política de la entonces consejera llegó años después de la implantación del sistema, que éste ya «languidecía» cuando ella entró en su cargo y hasta ya habían salido de la Junta quienes lo pusieron en marcha. Tampoco halló pruebas de que interviniera en resoluciones presupuestarias que «cebaron» el programa.

En conclusión, el auto establece que «ni en el momento en que comenzó a ejercer sus funciones en la Junta, ni en el tiempo en que estuvo y los cargos que desempeñó, ni la forma en que los ejerció (solo acudió a uno de los consejillos, además de un contenido irrelevante) ni en fin, las declaraciones de coimputados que obran en la causa permiten colegir que ejecutara actos relevantes o de un inequívoco contenido incriminatorio, ni sobre todo que actuara a sabiendas de las ilegalidades que albergaba el núcleo del sistema aplicado» para las ayudas.

Sólo piensa en recuperarse

A partir de ahora, Mar Moreno sólo piensa en recuperarse. Convalece, como quien ha sufrido un grave accidente de tráfico. «Me ha arrollado un camión, y lo ha hecho cuando estaba en mi casa sentada», ha comentado. «Ahora ya voy saliendo del hospital, pero aún estoy en terapia». Cuando pase el verano espera recobrar el ritmo, mientras intenta también alejar su cabeza del intrincado proceso judicial y las implicaciones personales y políticas que acarrea, las controvertidas consideraciones acerca del código ético sobrevenido en su partido, la fragilidad de la presunción de inocencia, la necesidad de poner sensatez a la vorágine, a veces justiciera más que otra cosa, en que se ha convertido la vida política.

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