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Amanda Salazar
Lunes, 13 de marzo 2017, 00:35
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Todo el mundo lo veía, menos ellos. «Al final, vais a acabar juntos de mayores», les decían a cada uno por su lado. Almudena Hiraldo y Francisco Lara, Paco, se conocen desde que tenían siete años gracias a las actividades lúdicas que organiza la asociación AVOI para pacientes oncológicos del Materno Infantil. De niños, estuvieron hospitalizados en el centro sanitario porque ambos tenían leucemia linfoblástica aguda. Ahora, con 20 años y ya recuperados, llevan saliendo juntos desde que hace un año por fin saltó la chispa. «Compartimos cosas que otras personas no podrían entender porque no han pasado por esta enfermedad», dice ella, que tuvo que someterse a dos tratamientos de quimioterapia porque tuvo una recaída, aunque no llegó a necesitar trasplante de médula. «Hubo momentos en los que mis padres se prepararon para lo peor», señala.
A pesar de que estuvieron ingresados en la cuarta planta, no se conocieron allí. «Cuando estás recibiendo el tratamiento, realmente no ves demasiado a los otros niños, solo en la ludoteca; ha sido después, en las actividades de AVOI para pacientes o expacientes, cuando realmente conoces a los que fueron tus compañeros de planta», señala Almudena, que actualmente estudia Enfermería en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Málaga. «Elegí estudiar esta carrera y hacerme voluntaria en AVOI porque de alguna forma quiero devolver lo que me han dado; gracias al personal del Materno y a la gente de la asociación estoy ahora aquí», señala.
La verdadera convivencia con otros niños se producía con las actividades lúdicas, como excursiones ambos recuerdan como un momento mágico el viaje que hicieron a DisneyLand París o campamentos de verano. «Esperábamos con muchas ganas volver a vernos cada mes de septiembre porque fuera de esas actividades, cada uno hacía su vida y apenas coincidíamos», dice Paco, que está preparándose las oposiciones a la Policía Nacional y practica Crossfit, deporte de alta intensidad. «Ya de más mayores, empezamos a quedar al margen de la asociación para salir o hacer cosas; hemos hecho un grupo muy bueno en AVOI», asegura. En una de esas reuniones, volvió a coincidir con Almudena y decidieron ser algo más que amigos.
Apoyo anímico
Ambos recuerdan con cariño el apoyo que recibieron por parte de los voluntarios en el hospital. A pesar de que era muy pequeño, Paco recuerda el cumpleaños que pasó ingresado al entrar por primera vez con cinco años. «Acababan de hacerme una prueba bastante dolorosa y estaba bastante desanimado; de repente, me encontré una verdadera fiesta de cumpleaños, con tarta, niños de la planta, padres... todos sonriéndome; fue un subidón», afirma. Ahora, los dos se han hecho voluntarios de AVOI para ayudar a otros menores que están ahora en la situación que ellos pasaron.
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