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Arantxa Triguero, presidenta de Málaga Acoge
«A veces no duermo pensando en los niños que llegaron solos en patera y que al cumplir 18 años se quedan en la calle»

«A veces no duermo pensando en los niños que llegaron solos en patera y que al cumplir 18 años se quedan en la calle»

Arantxa Triguero, presidenta de Málaga Acoge, pide mayor coordinación para evitar que estos jóvenes acaben en la indigencia

Amanda Salazar

Domingo, 12 de marzo 2017, 17:40

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Solo en lo que llevamos de año, más de un millar de personas inmigrantes han intentado llegar por mar a tierras andaluzas. El goteo de noticias de pateras que han tenido que ser rescatadas en aguas del Estrecho o en el Mar de Alborán es constante. En Ceuta o Melilla, tampoco cesan los intentos por cruzar la valla. A esto se suma la realidad de los refugiados sirios, que son trasladados con cuentagotas a España a pesar de las cifras iniciales que obligaban a los países de la UE a dar acogida a estas familias. Y detrás de todos estos titulares de noticias está el drama humano de personas que ponen en peligro sus vidas para tratar de cumplir su sueño europeo. En este contexto, Málaga Acoge trabaja desde hace más de 25 años para velar por los derechos de las personas inmigrantes, contra el racismo y la xenofobia, y para lograr una convivencia desde el respeto. Arantxa Triguero, presidenta de la entidad desde el pasado mes de julio, pone el acento en algunos de los aspectos más urgentes.

La cifra de inmigrantes que llegan a las costas andaluzas sigue creciendo. En el mejor de los casos, son rescatados por Salvamento Marítimo, la Guardia Civil o por las fuerzas de seguridad marroquíes. Pero en otros, pierden la vida en el intento. ¿Qué está fallando?

El año pasado, llegaron a nuestras costas alrededor de 5.000 personas. Están huyendo de su país porque temen por sus vidas. Vuelven a arriesgarse y hacen un viaje en patera de dos días a la deriva para intentar tener un futuro mejor. Nada más llegar, tras el trauma que han pasado, los meten en una comisaría, en un calabozo y luego en el Centro de Internamiento de Extranjeros. Les meten en la cárcel sin que hayan hecho nada. Creemos que está todo mal planteado. A nivel de las pateras, nuestra reivindicación es que se trate a estas personas igual que cuando se produce un siniestro aéreo. Existe un protocolo de accidentes, pero no se aplica porque no se les considera igual que cuando llegan pidiendo asilo a través de un aeropuerto. En cuanto a los CIE deben desaparecer; estamos en contra de que se prive de libertad a personas que no han cometido delitos.

¿Qué alternativas hay?

Deberían usarse los recursos de la administración o los de acogida de las ONG para dar refugio a estas personas. Hay suficientes plazas entre todas las entidades que trabajan en la atención a los inmigrantes para albergar a estas personas. Eso fue lo que pasó a principios de año cuando los CIE se vieron saturados y se recurrió a las ONG. Pero los CIE deben desaparecer. Este tema se ha convertido en nuestro principal campo de batalla.

Tras el cierre del CIE de Málaga, ¿cuántos quedan en Andalucía?

Quedan el de Algeciras y el denominado Anexo de Tarifa. Hace poco una jueza de Algeciras dictó un auto en el que se recogen todas las deficiencias del CIE de Algeciras y las mejoras que debería hacerse. Sin ser jurista, al ver el auto puedes intuir el mal estado en el que se encuentra el edificio. No se cumplen los derechos humanos.

¿Cómo está actuando Málaga cuando llegan pateras a nuestras costas?

En el caso de Málaga, se necesita una zona para personas de solicitantes de asilo en el puerto. Un lugar en el que puedan estar en condiciones, sobre todo por el estado emocional y de desorientación con las que llegan. Actualmente no existe, solo en el aeropuerto. Una vez más hay una gran diferencia entre los que llegan en avión y los que llegan por mar. La autoridad portuaria ha planteado ceder un local, pero aún no se ha concretado mucho.

Cuando los inmigrantes que llegan en patera o en los bajos de un camión son menores no acompañados, pasan a estar bajo la tutela de la Junta. ¿Tienen ellos mejor suerte que los adultos, que en la mayoría de los casos son repatriados a sus países?

Primero, tienen que ser declarados como menores. La mayoría vienen sin documentación, así que la única forma de conocer su edad es con una prueba oseométrica. Aquí tengo que decir que da la casualidad de que muchos de los exámenes determinan que tienen 19 años cuando los ves y son niños. No digo que los profesionales no hagan bien su trabajo, pero creo que deberían cambiarse los parámetros que se utilizan para determinar la edad. Si son declarados menores, pasan a estar bajo el paraguas de la administración. El problema viene después. Nos preocupan los menores extutelados, es decir, menores no acompañados que llegaron a nuestro país y que cuando cumplen los 18 años se tienen que ir del centro público en el que estaban acogidos y se ven en la calle. No tienen recursos de familia y la administración les deja solos.

¿Cuál es su destino tras cumplir la mayoría de edad?

Pues es muy incierto, y el problema va cada día va a más. Con 18 años en teoría eres un adulto, pero si pensamos en un chico español, realmente siguen siendo niños, no son económicamente independientes. Tienen otra problemática añadida porque no tienen permiso de trabajo ni residencia con lo que los empresarios no se arriesgan a contratarlos. Tampoco tienen dinero para volver a sus países ni nadie que les espere o les pueda ayudar. Están abocados a la exclusión, a vivir de los recursos de las ONG, a acabar en la indigencia o en algo peor. Pedimos mayor compromiso y coordinación de todas las administraciones publicas involucradas en este problema para avanzar en este asunto. Personalmente, lo paso muy mal por estos jóvenes. A veces no duermo pensando que está en la calle sin opción ninguna de futuro. El pasado año atendimos a 22 jóvenes extutelados en 4 pisos de acogida de la ONG.

En cuanto a los refugiados de la crisis en Siria, después del impulso inicial España solo ha acogido a un millar de los 17.000 que según la UE tendrían que reubicarse en nuestro país. ¿Se está haciendo todo lo necesario?

Las asociaciones estamos organizadas desde hace ya mucho tiempo para atender un número mucho mayor de refugiados sirios, pero desgraciadamente, no sabemos muy bien por qué están llegando a cuentagotas.

Uno de los puntos fuertes de Málaga Acoge es su campaña de sensibilización contra el racismo y la xenofobia 'Stop Rumores'. ¿Cómo es la convivencia en Málaga con la inmigración?

En general es buena. Pero aún es necesario que, como dice la campaña, todos nos cambiemos el traje y nos pongamos en el lugar del otro. Todavía persiste un tipo de racismo sutil, que está más en el lenguaje que realmente en actitudes hostiles. Seguimos hablando del 'chinito' o el 'negrito', usando esos diminutivos para mostrar inconscientemente que nos consideramos superiores a ellos. Eso es más difícil de cambiar. Pero Málaga es una ciudad acogedora, solidaria, participativa y consciente de la diversidad. Nosotros siempre decimos que lo que queremos es dejar de existir algún día como entidad porque sería señal de que ya no se nos necesita. Desgraciadamente, aún no ha llegado ese momento.

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