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Manuel Azuaga.
«Con la crisis nos hemos olvidado de que hay que ser honesto con uno mismo»
Manuel Azuaga, Profesor de ajedrez

«Con la crisis nos hemos olvidado de que hay que ser honesto con uno mismo»

Tras trabajar 16 años en un banco, este periodista decidió dar un vuelco a su rutina para vivir sobre un tablero, su gran pasión

MIGUEL ÁNGEL OESTE

Domingo, 19 de enero 2014, 18:42

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Estudió Periodismo pero ha trabajado durante 16 años en un banco, hasta que un día se dio cuenta de que quería recuperar su vocación perdida y dio un giro de ciento ochenta grados a su vida. Ahora se dedica a dar clases de ajedrez a escolares y sobre todo a difundir los beneficios del ajedrez terapéutico que, según afirma, tiene unos extraordinarios usos sociales. Mientras charlamos, jugamos una partida.

¿Cómo reaccionó su mujer y su familia cuando les dijo que dejaba el banco para seguir los pasos de Bobby Fischer o Kaspárov?

(Risas) Bueno, realmente no pretendo, ni de lejos, seguir a estos genios que nombras, más bien me alejo bastante de ellos. Digamos que piso un tablero más terrenal. La decisión de abandonar el banco sí que es voluntaria, pero lo cierto es que fue motivada por un proceso laboral muy duro. Entendí la situación como una oportunidad de mejora, así que desde el primer día me sentí muy ayudado por mi familia.

¿No le dio vértigo emprender una aventura así?

Soy consciente de que no hay que caer en un idealismo ingenuo, pero tampoco en la obediencia instalada en el sistema actual, me refiero al miedo a fracasar. Tengo un amigo que siempre dice que para filosofar primero hay que comer y yo también suscribo esta máxima. Lo que pasa es que con la crisis nos hemos olvidado de que hay que ser honesto con uno mismo. No se trata de nadar a contracorriente, tampoco de dar ejemplos morales. En mi caso fue una decisión muy razonada, incluso conservadora desde un cierto punto de vista, pero que me está reportando unos beneficios emocionales que son diarios y muy saludables.

Por lo que me dice está feliz con sus clases de ajedrez.

Pienso que las aspiraciones no debemos encontrarlas en lo que tenemos, sino en lo que queremos hacer. Así que sí, estoy feliz.

Le preguntarán de qué va a vivir.

Al final nos han vendido una seguridad laboral que es solo aparente. Conozco muchos casos de gente que ha visto cómo su trabajo de toda la vida es un castillo de naipes que cae en un suspiro. ¿De qué voy a vivir? Pues espero que, a medio plazo, de mi trabajo, que no es un trabajo estándar, pero que me satisface plenamente y que además puede ayudar a ciertos sectores sociales desfavorecidos. Es lo que hoy llamamos ajedrez social y terapéutico.

Es la primera vez que he oído hablar de ajedrez social. ¿Es una receta mágica para la salud?

El ajedrez no es una receta mágica, pero sí puede ser una terapia eficaz para el tratamiento de la prevención de enfermedades mentales, o para la recuperación cognitiva en caso de adicciones, mejoras en usuarios con síndrome de Asperger, TDAH (Trastorno de Déficit de Atención por Hiperactividad), Alzheimer y otras patologías. En estos casos no se pretende enseñar ajedrez clásico o competitivo, se persigue enseñar pensamiento estratégico a través de las 32 piezas y el tablero.

Tendrá formación específica.

Claro. Además del título de monitor de la Federación Andaluza, hay mucha formación especializada detrás. Acabo de realizar un curso específico de ajedrez en instituciones penitenciarias, por ejemplo. Además, un magnífico jugador puede no ser el mejor monitor, y viceversa. Es importante saber qué queremos transmitir y a qué colectivo nos dirigimos. El éxito dependerá de la coordinación que exista con el resto de profesionales que trabajan con ese colectivo: médicos, trabajadores sociales, psicólogos

Además preside la asociación Ajedrez Social de Andalucía, ¿no?

Sí, la asociación la constituimos con la vocación de abrir una nueva cobertura socio-sanitaria en torno al ajedrez. El proyecto es posible y viable, pero no será fácil. Estamos dando los primeros pasos y, de momento, hay muy buena acogida.

¿Con qué apoyos reales cuenta?

Con la coordinación y asesoramiento de personas con amplia experiencia en este ámbito profesional. El club Magic de Extremadura, por ejemplo, que es un referente obligado, con premios y distinciones nacionales muy importantes, nos ayuda en todo lo necesario. La suerte es que en Málaga hay muy buenos monitores y gente muy capaz. De hecho, tenemos ya firmado un acuerdo de colaboración con la Delegación Malagueña de Ajedrez para potenciar todo aquello que ayude a llevar el ajedrez no sólo al ámbito educativo o deportivo, sino a colectivos sociales en riesgo de exclusión.

Es decir, que propone el ajedrez como herramienta para el desarrollo personal, ¿no?

Sí, efectivamente. Como suelo decir a menudo, el ajedrez es para toda la vida, además de un inmejorable ejercicio de gimnasia mental. No creo que exagere si digo que el ajedrez puede ser la terapia del siglo XXI. Hay muchas evidencias, por ejemplo en prevención de Alzheimer, que avalan este pronóstico. Y para colmo es el único deporte que se puede practicar por internet, como recuerda siempre mi amigo y periodista Leontxo García.

Escuchándole, se me ocurre que los políticos deberían acudir a sus clases de ajedrez, ¿no cree?

Pues estaría muy bien, en ajedrez es fundamental la autocrítica, así que algo ganaríamos todos.

Y, por lo que dice, el tablero se lleva bien con la tecnología.

Absolutamente. Ahora mismo, si quisiéramos, usted y yo podríamos jugar una partida con alguien que está en San Francisco o en Berlín. En cualquier punto del planeta se juega con las mismas reglas, compartimos un mismo lenguaje.

Entonces el ajedrez no da la felicidad, pero sí que ayuda

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